Por Javier del Olivo
Sevilla. 29/05/2015. Teatro de la Maestranza. Puccini: Tosca. Hui He (Tosca), Jorge de León (Cavaradossi), Ambrogio Maestri (Scarpia), Jerobaám Tejera (Angelotti), Enric Martínez-Castignani (Sacristán), Franciso Vas (Spoletta) Alberto Arrabal (Sciarrone), Leonor Bonilla (un pastor). Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de A.A. del Teatro de la Maestranza. Dirección musical:Pedro Halftter. Dirección de escena: Paco Azorín.
Programar a Puccini en un teatro de ópera es apostar a caballo ganador. En estos tiempos de crisis, en los que se necesita rentabilizar lo más posible una representación, una obra del genio italiano casi siempre trae consigo un buen resultado económico. Porque Puccini siempre ha conectado con el público, tanto en su época como ahora. Sus temas, sus protagonistas, su música, llegan a casi todos los espectadores, que empatizan enseguida con lo que ven en escena. Tosca, la obra que se estrenó el pasado viernes en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, y de la que se darán seis representaciones, es una de las óperas que más se acercan a la sensibilidad del aficionado. El amor, con tintes celosos pero claramente incondicional, de la diva hacia su amado, el pintor Cavaradossi, la bravura de éste en la lucha por la libertad que personaliza Napoleón y el contrapunto malvado del jefe de la policía vaticana, Scarpia, forman un triángulo que aunque tenga un final trágico (o por eso mismo) mueve la sensibilidad del espectador. Todo ello, repito, servido por una música llena de pasión, de belleza y de momentos sublimes que conoce gran parte del público aunque no sea habitual en los teatros.
La Tosca que presentó el Maestranza se sustentó, sobre todo, en una muy sólida parte musical. Todos los integrantes del elenco, el director musical y la Real Orquesta de Sevilla estuvieron a un notable nivel. Hui He, la soprano china que encarnaba a Tosca, es una reconocida defensora de este rol y el pasado viernes lo demostró con creces. En el plano vocal estuvo impecable, con una línea de canto brillante a lo largo de todo la representación. Su voz luce en el agudo, tiene un centro espléndido y, aunque la zona grave no suene con la rotundidad y profundidad deseada, se hizo perfectamente audible. Bellísimo todo su segundo acto, la parte más intensa de la ópera, especialmente el archiconocido Vissi d’arte donde, con elegancia y contenido dramatismo, desgranó cada una de las notas, apoyada en un acompañamiento delicadísimo de director y orquesta. En el plano actoral, quizá por la carga histórica que el papel lleva desde su estreno, esperábamos una mayor garra, un mayor dramatismo al mostrar sus celos con Cavaradossi en el primer acto, y, sobre todo, en el tremendo enfrentamiento con Scarpia del segundo. Esto no quiere decir que estuviera distante o fría, pero siempre se espera una Tosca más de rompe y rasga.
Jorge de León es un tenor que sabe ganarse al público, los sonoros aplausos y bravos finales lo atestiguan. En Tosca tiene dos (incluso yo diría que tres con el Vittoria, Vittoria!) momentos en los que un cantante de su valía luce sin paliativos. En el primer acto no estuvo demasiado suelto, su canto no salía con la facilidad deseada, a veces había alguna resonancia engolada y su subida al agudo no era del todo limpia, pero brindó una Recondita armonía maravillosa, sobre todo con una nota final mantenida casi hasta el infinito que levantó merecidos aplausos. Mucho más templado ya en el segundo y tercer acto, sus Vittoria, Vittoria! fueron lanzados con poderío y fuerza. Su mejor momento, en la más atractiva aria de Cavaradossi, fue un brillantísimo y perfectamente timbrado E lucevan le stelle, donde estuvo espléndido. El Maestranza había anunciado hace unos días un problema físico de Ambrogio Maestri que le obligaba a compartir su papel de Scarpia con Juan Pons. Aunque sí que se notó una falta de movilidad en su brazo derecho, alguien que no estuviera avisado sobre el percance no hubiera notado nada. De hecho Maestri fue el cantante más destacado (dentro del excelente nivel de todo el elenco) de la noche. De la misma forma que hablábamos más arriba de la costumbre de esperar una Tosca de armas tomar, también se ha tendido en los últimos tiempos por parte de muchos cantantes a dibujar un Scarpia malo de manual desde su primera aparición en el acto de Sant’Andrea della Valle. Su brusquedad, sus malas artes, su violencia, incluso física en el segundo acto, se nos presentan sin tapujos y hay que decirlo, cargando las tintas en muchas ocasiones. Mestri dibujó un Scarpia diferente. No mejor ni más sensible, si no más sutil en su maldad, más sibilino. Va tendiendo su red para capturar a Tosca no de una forma clara y visible sino con gestos amables, galantes. Así empieza en el segundo acto y vemos como ante la resistencia de Tosca a sus envites él se va enervando, cada vez más enfadado, implacable al final. Una lección en toda regla de cómo interpretar este papel. En el plano musical estuvo inconmensurable. Maestri posee una voz con un bello timbre y su canto siempre rezuma elegancia, perfecta dicción y potencia donde se requiere. Domina perfectamente toda la tesitura y sus notas sonaron igual de rotundas tanto en el agudo como en el grave.
Para redondear la excelente calidad de la propuesta vocal de la noche hay que aplaudir la excelente actuación de Francisco Vas como Spoletta, el más destacado de los comprimarios aunque es justo también señalar las buenas prestaciones de Jerobám Tejera como Angelotti, de Enric Martínez-Castignani como Sacristán y Alberto Arrabal como Sciarrone. Muy bien también el pastor (cantado desde el foso) de Leonor Bonilla.
Buena actuación del Coro de la Asociación de Amigos del Maestranza que, sobre todo, en el Te Deum lució todo su poderío, aunque estuvo más sutil y brillante fuera de escena, en su cometido del segundo acto.
El primer acto sonó en la batuta de Pedro Halffter más romántico de lo habitual, menos verista de lo que estamos acostumbrados. Fue una visión que fue cambiando y que acabó de una manera brillante, y plenamente pucciniana, en el suicidio de Tosca. Fue como si el director dibujara la evolución de la protagonista desde la mujer celosa y enamorada a la que está totalmente desesperada y no tiene otra salida que el trágico final. También muy destacado todo el segundo acto creando esa tremenda tensión que emana de partitura y texto en el enfrentamiento entre la diva y Scarpia. A lo largo de la representación, estuvo muy pendiente del escenario y, como ya se comentó, fue un concertante perfecto en los momentos más líricos. El foso del Maestranza, con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, es uno de los más solventes de los teatros operísticos españoles. Siempre se oyó un sonido bien empastado, de calidad en todas las secciones, brillante en sus ejecuciones. Un placer es siempre oír esta orquesta que se adapta perfectamente a repertorios tan diferentes como pueden ser Dr Atomic o Tosca.
Paco Azorín firma, en esta coproducción del Maestranza con el Liceo de Barcelona, la dirección de escena y la escenografía. Su propuesta es efectiva sin ser espectacular y sin aportar nada nuevo a la obra. Se limita, con respeto, a seguir el libreto y sólo se permite alguna alteración en escenografía y vestuario. En el primer acto, se nos presenta un altar barroco (todo en negro), en cuyo centro está la puerta la entrada a la iglesia (algo que choca un poco si se quiere, como parece, tender al realismo). En las distintas partes del retablo se proyectan imágenes sacras (pudimos identificar algunos zurbaranes) que cuando interviene, ya al final del acto, Scarpia se transforman en imágenes más eróticas suponemos representando los pensamientos obscenos del Jefe de policía. En el segundo el retablo se gira completamente y forma los aposentos del palacio Farnesio. Cerrando el lado derecho del escenario hay un gran cortinaje rojo que cuando Cavaradossi es torturado es arrancado por Scarpia para que Tosca vea la cárcel donde es torturado su amado. Efecto bien logrado pero que deja de ser interesante cuando los encarcelados siguen ahí en toda la escena del enfrentamiento de Tosca y Scarpia. Al final, la terraza del Castel St’Angelo lo forma el mismo escenario, pero esta vez volcado. El movimiento de actores fue correcto y adecuado y quitando un momento embarullado en el Te Deum, ayuda perfectamente a la comprensión de la obra. Adecuada la iluminación de Pedro Yagüe y un poco desconcertante el vestuario de Isidre Purés: No se entiende que en el tono realista en el que se mueve toda la obra en el Te Deum las voces femeninas, en su mayoría, vayan vestidas también de seminaristas. También choca que los soldados que fusilan a Cavaradossi lleven uniformes del s. XX cuando el resto de todo el atrezzo de la obra la sitúa en la época napoleónica.
Prevemos que estas representaciones de esa obra maestra que es Tosca serán un éxito si el nivel general es el mostrado en la primera representación. Razones hay para ello.
Fotografías: Guillermo Mendo
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