Artículo de opinión de Aurelio Martínez Seco sobre la denominada «música historicista»
Algunas cuestiones sobre «historicismo musical»
Por Aurelio M. Seco | @AurelioSeco
Algunos aspectos interpretativos, generalizados en la denominada «interpretación historicista», nos resultan incómodos. El primero, cuando hablamos de música coral o, en general, de voces que hacen partituras del siglo XVI, XVII o XVIII, es que se tienda a «atacar» las notas por debajo, sobre todo las primeras de frase, realizando un desagradable arrastre cuya existencia se puede explicar, o por inseguridad del intérprete o por ser considerado una «seña de identidad o de estilo de época». Lo consideramos un defecto y no una opción entre otras (aceptando la excepción de que pueda haber alguien que acuda a este recurso por razón puntual), y esto a pesar de que en los mencionados siglos hubieran muchas gentes que así cantasen, seguramente por ser más fácil que hacer las notas limpias, con su altura indemne. El fenómeno también se extiende a lo general, y no sólo cuando hablamos de historicismos, pero en este último caso parece que se tenga a gala y se luzca, siendo desacertado. Qué gran noticia sería que los intérpretes «historicistas» y, en general, todos, se desembarazasen como norma general de este molesto defecto interpretativo que contamina a tantas versiones que, de otra forma, resultarían preciosas. Es asombroso ver hasta qué punto este fenómeno musical está implantado en la praxis de los más importantes coros y conjuntos del mundo como una inercia asumida sin la más mínima actitud crítica.
El segundo aspecto sobre el que queremos llamar la atención, del que ya hemos hablado otras veces, es la búsqueda de un sonido «sin vibrato», o con poco vibrato, o «con el vibrato justo, o realizado sólo al final de frase o tras una nota larga» en las cuerdas, seguramente dando una excesiva importancia al gusto personal de algún tratadista famoso. Con frecuencia los directores que pretenden hacer la música del siglo XVII o XVIII «más auténtica» y ajustada a los criterios de aquella época (como si además esto fuese una virtud y no únicamente una sustancialización arbitraria y perjudicial de la Historia, que ya Nietzsche se encargó de criticar) lo hacen así. Sin embargo, filológicamente sabemos que el vibrato se usaba tanto o más en esos siglos que en el tan injustamente criticado XX. Desde el punto de vista antropológico, lo que habría que añadir es que podríamos considerar el vibrato como una «categoría interpretativa universal», independientemente de la cronología histórica.
Bajo el rótulo de «El debate incesante», Colin Lawson y Robin Stowell tratan algunos aspectos puestos en duda hoy del «movimiento historicista» en su libro La interpretación histórica de la música. En él se dice que «William Christie afirma convincentemente que la especialización es un camino hacia la libertad musical». No entendemos cómo se puede afirmar semejante barbaridad. ¿Cómo va a ser un músico más libre encerrado en ciertos criterios «de especialista»? Nosotros consideramos lo contrario. Precisamente la especialización en Música, unida a la potencia de determinadas Ideas, lo que ha generado es un fundamentalismo reductor que, a nuestro juicio, ha traído muchas complicaciones. Cuando se habla de «música clásica» y de sus problemas, pocas veces se habla de los que causan dichas ideologías, mitos o fundamentalismos, cuando son, a nuestro juicio, fundamentales.
En el mismo libro se cita a Roger Scruton, quien afirma que «el efecto de los grupos historicistas es “arropar el pasado con un fajo de falsa erudición, elevar la musicología por encima de la música y confinar a Bach y sus contemporáneos en una falla acústico-temporal”». Seguramente Scruton tiene razón, pero la crítica debe ser, además, interna al campo e ir más allá. No puede ser que cuando un director de una orquesta moderna haga hoy Bach, se vea en la obligación de llamar a un «especialista» o él mismo se autocensure a la hora de pedir vibrato a la orquesta, por poner ejemplo abundantísimo. Cuando un director del talento de Claudio Abbado dio cabida a algunos de estos principios con curiosidad de filólogo, cuando no de filósofo, me parece que no se dio cuenta de las implicaciones de lo que hacía.
Pero ¿Cuándo encontraremos a un conjunto coral que haga música del siglo XVI y XVII sin arrastrar las notas, cuándo un director que vuelva a usar el vibrato con la libertad del siglo XVIII, o porque simplemente le gusta? ¿Para cuándo una revolución interna en la «música historicista»? ¿Y quién la encabezará?
Compartir