Por Aurelio M. Seco
CD: Herve Niquet y Le Concert Spirituel. Gloria RV 589, Magnificat RV 610A, Laetatus Sum RV 607, Lauda Jerusalem RV 609, Vivaldi. Alpha-Cassics
Una versión bastante singular, cantada sólo por mujeres y con más virtudes que defectos es el resultado del trabajo discográfico grabado por el grupo de música antigua francés Le Concert Spirituel para el sello Alpha Classics, a las órdenes de Hervé Niquet, cedé en el que ofrecen sus versiones de obras de Vivaldi tan conocidas como el bellísimo Gloria o el menos magnífico Magnificat. Versión de especialista, obviamente, ya que Niquet es, además de clavecinista, director musical –que no director de orquesta- especializado en interpretar el repertorio del Barroco desde el punto de vista de los criterios de aquella época.
Poco a poco el fundamentalismo estético que alumbró los comienzos de este tipo de perspectiva musical “historicista” –y que algunos grupos siguen defendiendo a ultranza- se va relajando, aunque en este trabajo todavía observamos ciertos clichés sonoros y rígidos principios estéticos que, en nuestra opinión, habría que abandonar lo antes posible poniendo por delante la belleza del sonido. En la versión del Gloria, en la que detectamos momentos de singular resplandor, también observamos un excesivo interés por la rapidez, el sonido cortado y la falta de consistencia cuando éste nace y muere en las cuerdas.
A veces parece un sollozo lo que surge de los violines en este tipo de agrupaciones, que renuncian a la consistencia o la cambian por típicos y tópicos reguladores. Este disco ofrece algo muy interesante: la posibilidad de escuchar una versión cantada sólo por mujeres, es decir, como seguramente las escuchaba el propio Vivaldi cuando componía sus obras para las fliglie di coro del Ospedale della Pietà de Venecia. Es interesante desde el punto de vista estético e incluso atractivo en algún fragmento la sustitución de los solistas por coros, aunque no debemos olvidar que entre las cantoras que tenía a su disposición el famoso compositor, era frecuente encontrar al menos dos solistas.
El Domine Deus, famosísimo fragmento y número seis del Gloria adquiere de esta forma una estética austera atractiva, como de letanía triste, lejana y contemplativa que no hemos podido dejar de escuchar repetidamente en los últimos días. Incluso hemos querido embebernos de esta sonoridad subiendo mucho el sonido del reproductor, con frustrante sorpresa. El técnico que ha grabado el disco lo ha hecho demasiado bajo de volumen. Tampoco nos parecen del todo claros los planos del coro y la orquesta. En momentos importantes hubiéramos querido oír más al coro -y a veces más enfático y energizante-, entre cuyas voces encontramos diferencias notables en vibrato, algo que se nota cuando el micrófono hace que sobresalga demasiado alguna sobre las demás. Las voces son jóvenes y frescas, con tendencia a oírse demasiado las graves, quizás por el peso de su notable calidad. Hay falta de homogeneidad en el grupo pero éste canta bien, igual que la orquesta sabe tocar con musicalidad y afinación, aunque siempre echemos en falta, como hemos dicho, una línea de cuerdas más plena y firme y unos tempi más relajados que permitieran saborear mejor el discurso vivaldiano y le dotasen de una mayor elegancia y estabilidad. La pronunciación también es mejorable –“Dío” en lugar de Deo y “Glorria” en vez de “Gloria”-, pero son cuestiones puntuales que no empañan una labor artística de interés, en un disco que se disfruta y que merece la pena adquirirse.
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