"Con la importancia que se le da a la imagen, el público se siente decepcionado
porque la realidad no se corresponde con lo que se les ha vendido".
Una entrevista de Javier Labrada
Del 28 de enero al 6 de febrero, la mezzosoprano canaria Nancy Fabiola Herrera subirá a las tablas del Teatro Campoamor de Oviedo para encarnar a la protagonista de la ópera Samson et Dalilah, de Camille Saint-Saëns en la Temporada de Ópera de Oviedo. La cantante nos recibe amablemente para hablar de esta producción, de su voz, de sus proyectos y de su visión del mundo de la lírica.
¿Cómo entró en el mundo de la lírica?
Digamos que la vida me llevó por ese camino. Cuando era pequeña me matriculé en el conservatorio para tocar el piano, pero en ningún momento había pensado en dedicarme profesionalmente a la música. Cuando empecé el bachillerato descubrí mi pasión por el canto y aunque en aquel momento desconocía que mi voz era adecuada para cantar ópera si me apasionaba todo lo relacionado con la lírica. Decidí entonces entrar dentro de un coro femenino, desde el que di el salto a un mixto. No obstante dejé todo aquello cuando me trasladé a Madrid a estudiar turismo. Por aquel entonces yo ya estaba cursando 5º de piano en el conservatorio de Canarias y como no quería dejar la música sin haber terminado al menos el grado medio (hasta 8º) traté de continuar con los estudios musicales en mi nueva ciudad, para lo cual debía hacer una prueba de acceso. Yo era consciente de que tocando el piano no podría conseguir la plaza debido al alto nivel del resto de solicitantes, así que decidí arriesgarme y hacer la prueba de canto. Fue entonces cuando una profesora perteneciente al tribunal se fijó en mí voz y decidió tomarme como alumna. Gracias a eso comencé a introducirme cada vez más en el mundo de la ópera, dejé mis estudios como guía turística y ya más adelante vino mi primer debut a nivel profesional.
Usted es mezzo-soprano, ¿Fue la suya una voz fácil de clasificar desde el principio o le llevó mucho tiempo descubrir su registro?
Fue mi profesora del conservatorio la que se dio cuenta de las características de mi voz, y lo cierto es que siempre lo tuvo claro desde el principio, aunque esto no siempre es así, cuando eres joven tu voz está continuamente sujeta a cambios. Hay voces que si son definitivamente claras pero hay otras que necesitan un tiempo para acabar de desarrollarse totalmente. Concretamente las voces de soprano y tenor alcanzan su madurez antes que otras más graves.
Éste es su debut en Europa como Dalila y la segunda vez que interpreta el rol en su carrera, ¿Cuál es su manera de afrontar el papel tanto vocal como escénicamente?
Vocalmente hay que tener en cuenta que ya han pasados 6 años desde la primera producción, así que la voz es algo diferente de como lo era entonces, hay que realizar pequeños ajustes, las voces, especialmente las más graves (mezzo, contralto, barítono…) necesitan más tiempo que las ligeras para alcanzar su plenitud. Desde el punto de vista del personaje este rol me encanta. Dalila es una mujer fuerte en la que confluyen sensualidad, carácter, malicia y ambición.
En ese sentido podríamos decir que se parece algo a la Carmen de Bizet ¿no?
Un poquito, pero ambas tienen puntos diferentes, Dalila es más perversa en el sentido de que lo tiene todo planeado de antemano; actúa de una forma premeditada, casi sibilina mientras que Carmen es sincera, solo dice lo que piensa y actúa según sus convicciones, nunca movida por el deseo de venganza, algo que si encontramos en Dalila. En común tienen sus armas de mujer, que saben utilizar para lograr sus intereses y llevar siempre la voz cantante en el mundo de los hombres, donde se saben manejar muy bien.
En todo caso son papeles definitivamente distintos al último que interpretó en el Teatro Campoamor (dónde ahora estamos): Charlotte de Werther.
Por supuesto, Charlotte se encuentra en el extremo opuesto. Es una mujer muy bondadosa y apasionada a la vez aunque en ocasiones intente ocultar un poco sus sentimientos debido a unos convencionalismos sociales ausentes en el personaje de Werther, que es un auténtico paradigma del romanticismo.
¿Cómo es esta producción de Dalila que va a estrenar en Oviedo?
Es una puesta en escena muy interesante para la gente que acude por primera vez a ver una ópera. La estética de la producción se parece algo a la de la serie Stargate; tiene un punto futurista muy interesante que aquí se combina con un vestuario atemporal y unos decorados semejantes al interior de una nave espacial.
¿Qué hace para preparar un personaje a nivel escénico y psicológico?
A un nivel psicológico siempre busco entender a los personajes, ponerme en su lugar. Por ejemplo, si el libreto está basado en una novela pues la leo. Además con esto consigues ver los cambios que hay entre el original y la adaptación, que en ocasiones dan lugar a una evolución en los personajes. También es muy interesante reparar en el momento histórico y ver que estaba sucediendo, no solo a un nivel musical, si no también literario o pictórico; en definitiva encontrar los movimientos artísticos por los que estaba influenciado el compositor cuando concibió la obra. Cuanta más información tienes más sencillo te resulta meterte dentro del personaje para así poder transmitirle al público de una forma sincera y fehaciente aquello que el compositor quería contar a través de la música. Desde un punto de vista escénico hay personajes que requieren una formación extra como, por ejemplo, aprender a tocar las castañuelas, a bailar, a moverse de cierta manera…
¿Qué tipo de personajes prefiere interpretar; románticos como Charlotte o algo malvados como Dalila?
Disfruto con la interpretación de todos, ya que cada uno supone un reto diferente que hay que afrontar. Tanto es así que también disfruto mucho interpretando no solo personajes femeninos sino también masculinos, como Romeo en I Capuleti e i Montecchi de Bellini o Orlofsky en Die Fledermaus de Strauss.
¿Hasta qué punto es importante el físico en el mundo de la ópera actual?
Vivimos en un mundo muy mediático en el que la imagen cada vez cobra más importancia. El director de escena va buscando a gente los más atractiva posible; cuanto más guapa mejor. Incluso en los carteles que anuncian la representación pasa esto, los hacen con modelos muy atractivos y luego el público se siente decepcionado porque la realidad no se corresponde con lo que se les ha vendido. El problema es que en el campo de la ópera hay roles que no están escritos para voces jóvenes, sino para voces que necesitan una madurez física natural. Desde luego que es positiva una correlación física con los personajes, pero no hasta el punto de que la belleza vaya en detrimento del apartado vocal, algo que desgraciadamente hoy en día ocurre en demasiados teatros. Esto no quiere decir que yo esté en contra de la juventud (risas) hay determinados roles que definitivamente se adaptan a voces jóvenes, más ligeras, pero no puedes pretender hacer Tosca, Carmen o Dalila con una cantante de 20 años. No es posible porque se necesita una maduración ya no solo vocal, sino también vital, necesaria para interpretar a unos personajes tan complejos psicológicamente. Además esto va en contra del propio cantante, que sacrifica su longevidad como artista al intentar abordar roles demasiado pesados para su edad. En definitiva creo que debemos recordar que esto es ópera, es decir, el arte del canto, que debería tener a su servicio todo lo demás y no estar relegado por detrás de la imagen. Hay algunas producciones en las que sobre el escenario debes parecerte casi más a un atleta que a un cantante: tienes que correr, saltar, tirarte al suelo… todo ello cosas que te hacen llegar desfiatada al principio de las frases. Yo he llegado a tener que apuntarme al gimnasio para poder aguantar las exigencias de ciertas producciones. Lo peor de esto es que va en contra de la belleza vocal; es imposible conseguir la misma emisión cuando tu cuerpo está alineado y puedes respirar perfectamente que cuando estás realizando una actividad física. Pero este afán por la juventud no se encuentra solo en el mundo de la ópera; cuando yo era pequeña los grandes actores tenían 45 o 50 años, hoy en día no son infrecuentes los casos en los que un artista recibe un Óscar con 17 o 18.
Usted ha dicho que hay papeles que no son adecuados para voces jóvenes, no obstante este límite no siempre está claro, por ejemplo, cuando Plácido Domingo debutó con Otello había bastantes personas que auguraban su ruina vocal por intentar abordar un rol demasiado pesado.
Sí, efectivamente no es fácil delimitar esto. No obstante hoy en día los roles son más flexibles, podemos encontrarnos con interpretaciones de cantantes que a priori no poseen una vocalidad idónea para ese papel pero que a cambio han sabido llevárselo a su terreno, es decir, darle vida desde un enfoque distinto pero de una forma igualmente convincente. También ha habido cambios entre el Otello original y el de la actualidad: por una parte la afinación de los instrumentos tiende a ser cada vez más aguda con el tiempo (a la nota de afinación “LA” le corresponde una frecuencia en Hertzios cada vez mayor) y por otra la densidad orquestal es cada vez mayor debido al aumento generalizado del número de músicos en las orquestas.
En su opinión, que es la de alguien que ha interpretado en numerosas ocasiones el personaje, ¿Qué le hace a Carmen ser un papel tan importante dentro de la cuerda de las mezzo-sopranos?
No es un personaje fácil, es muy racial y complejo. Supone todo un reto para cualquier mezzo, aunque no todo el mundo que quiere cantar Carmen lo puede hacer satisfactoriamente y en ocasiones llevan el rol hacia un lado vulgar, la ven como a una prostituta y eso no tiene nada que ver con su verdadera esencia.
Pese a ser una ópera francesa y con el libreto original en francés hace unos meses pudimos ver desde el Teatro de la Zarzuela una Carmen en español. ¿Usted se imagina cantando “La Habanera” en este idioma?
Yo creo que las óperas deberían cantarse en el idioma original. Cuando el compositor escribe una va aprovechando los acentos de la palabra para componer la música en consecuencia. Cuando cambiamos la lengua del libreto la obra sufre.
¿Cómo está afectando la crisis económica al mundo de la ópera?
Pues tiene la misma repercusión que en el resto de sectores. Hay menos dinero y los teatros tienen que afrontar retos importantes para poner en pie producciones con menos presupuesto. En Italia la situación es muy mala, pero en España también han tenido que cerrarse algunas temporadas como la de Jerez, que afortunadamente ha vuelto ahora. Estas situaciones también llaman a la colaboración entre teatros compartiendo las producciones, lo cual me parece fantástico ya que con ello se consigue repartir los gastos. En estos tiempos ha de prevalecer la creatividad, cuando hay mucho dinero en ocasiones se malgasta y de esta forma todos han de esforzarse al máximo para conseguir un buen resultado con menos medios.
¿Cree que las puestas en escena modernas son una buena opción para animar a los jóvenes a visitar el teatro?
Totalmente. Creo que a la juventud hay que invitarla a que se acerque al mundo de la ópera de la misma forma que lo haría a un concierto de rock; tú puedes comprar todos los discos de un grupo que te entusiasma, pero nunca será como ir a un concierto suyo. Con la ópera pasa lo mismo, es un género que se ha de experimentar en directo. El problema reside en el desconocimiento, a menudo los jóvenes no se acercan a los teatros porque tienen una imagen preconcebida del género. No saben que las óperas tratan a menudo de temas totalmente actuales y que podrían ver en cualquier película: amor, desamor, venganza, guerra… Este desconocimiento esta sobre todo provocado por la falta de educación musical en los colegios. En algunos lugares la asignatura de música está dejando de ser obligatoria. No entiendo como esto puede ser posible; no se puede desarrollar sólo el intelecto y olvidar la sensibilidad. La música es un arte que te va directo al corazón y dejarla de lado supone un despropósito por parte de los gobiernos.
…Ya lo decía Platón; “la música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”.
Desde luego, en mi opinión los políticos en ese sentido están dando pasos erráticos.
Cantantes como Kraus afirmaban que la técnica vocal se está perdiendo debido a una carencia cada vez mayor maestros que sepan enseñarla correctamente, ¿Qué opina de esto?
Si, efectivamente no hay muchos grandes maestros de canto, aunque afortunadamente quedan algunos. Aun así creo que no se puede poner toda la responsabilidad en los maestros, sino que cada cantante debe preocuparse para intentar llevar su técnica al mayor grado de perfección posible. Por ejemplo yo observo un desconocimiento muy importante en lo relacionado con respiración: casi nadie sabe tomar aire de una forma totalmente correcta, y dado que el fiato es la base de todo lo demás resulta muy difícil progresar en otros apartados del canto. Quizás estemos acostumbrados a una generación demasiado buena y difícilmente repetible con Kraus, Devia, Caballé… todo un resurgir del belcantismo. Desde luego, no obstante creo que esto no debería perderse. Yo personalmente pienso que el belcanto es tu gran aliado para afrontar cualquier tipo de partitura, aunque hagas una ópera verista tu interpretación siempre ha de estar cimentada en una fuerte base técnica.
En 2007 cantó Los Cuentos de Hoffman junto a Rolando Villazón, quien recientemente se ha reincorporado a los escenarios tras casi un año de inactividad debido a problemas vocales, ¿Pudo esta retirada haberse ocasionado por una falta de técnica?
Quizás. Lo que pasa es que los artistas que de repente llegan al estrellato se ven sometidos a una gran presión y hacen más producciones de la cuenta sin dejar descansar a la voz. El descanso vocal es muy necesario, máxime si se tiene un temperamento como el de Rolando, que es pura pasión y tal vez no consigue dosificar correctamente sus medios para lograr una mayor longevidad.
¿Cómo definiría su estado vocal actual?
Creo que ahora mi voz está atravesando su mejor momento, ya está totalmente desarrollada, aunque yo me considero una perfeccionista y siempre busco ir mejorando cada vez más.
¿Qué ha ido cambiando en su voz a lo largo del tiempo?
La voz ha ido ganando en extensión, su color se ha vuelto más redondo y ahora tiene más volumen gracias a un mayor control sobre los resonadores.
¿Qué supone para un cantante debutar en un teatro como el Metropolitan?
Son casas emblemáticas donde tienes la oportunidad de trabajar con orquestas muy buenas, por lo que resulta toda una satisfacción personal. Es algo muy hermoso que tampoco le quita valor al resto de teatros. Aun así aún me quedan metas en este sentido, me gustaría poder debutar en Viena o en La Scala.
En 2008 ganó el Premio Lírico Teatro Campoamor a la mejor cantante de zarzuela, ¿qué supone este género para usted en relación con la ópera?
La zarzuela es un género único, muy español, una forma de preservar tradiciones nacionales que de otra forma ya se habrían perdido; ver una zarzuela es como acudir a una clase de historia. Tenemos que ver estas obras como una joya y nuestra responsabilidad como artistas es conseguir llevar la zarzuela a otros países que aún no la conocen.
En ese sentido ¿se está recibiendo el suficiente apoyo por parte del Estado?
Se podría apoyar más, pero afortunadamente contamos con un Teatro de la zarzuela que ha apostado por representarla con los mismos medios de los que dispondría cualquier producción de ópera. Creo que en España se debería aprobar una ley de mecenazgo que permita a los particulares subvencionar el arte aliviando la carga económica del Estado. Cuando yo empecé en el mundo del canto existían numerosas compañías particulares de zarzuela que por desgracia se han ido perdiendo con el tiempo.
¿Podría compartir con nosotros algún proyecto que tenga en mente para el futuro?
Por supuesto, ahora quiero seguir adelante con un espectáculo que cuenta con la colaboración de mujeres gitanas. También estoy interesada en el mundo discográfico y en mayo se va a publicar un recopilatorio mío con canciones Españolas. Como proyectos operísticos me gustaría debutar Éboli de Don Carlo y también debutar en Viena o en La Scala.
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