Las hermanas Labècque ofrecen un recital en el Auditorio de Castellón para la Sociedad Filarmónica con obras de Schubert, Debussy y Stravinsky
La magia genética de las Labècque
Por Antonio Gascó
Castellón, 17-III-2022. Auditorio de Castellón. Sociedad Filarmónica. Hermanas Labècque. Seis epígrafes antiguos de Debussy, para dos pianos. Fantasía en fa menor para piano a cuatro manos, D 940 de Schubert y La consagración de la primavera de Stravinsky, para dos pianos. Sociedad Filarmónica.
Siempre he tenido devoción por las lecturas de las hermanas Labècque, tanto en las audiciones en vivo como en sus registros fonográficos. A parte de su conjunción de reloj suizo, mecanismo inmaculado y la valoración de cada percusión sobre una tecla, está su espíritu imaginativo lleno de musicalidad, riqueza cromática y ensueño. Si a eso unimos la conveniencia de la elección de un programa tan sugestivo y variado, como el que ofrecieron para su presentación en el Auditori de Castelló, convendremos en que fueron más que merecidos, los fervientes aplausos que escucharon al concluir cada una de las obras y más en particular al concluir su actuación. De hecho, el fervor del público las obligó a conceder una propina, que no fue otra que una versión del Cha-cha-cha de West Side Story de Bernstein, rítmica, sensual y sincopada, en su coktail «hispanojazzístico», que todavía encendió más el embriago de la asistencia, muy abundante para la inclemencia del día.
Me encanta la creatividad fantasiosa del dúo y también su personalidad, atenta, efusiva, cordial y pletórica de talento, que descubrí en el diálogo posterior al concierto, en el que pude cambiar impresiones sobre su criterio interpretativo de las piezas del programa. Me gustó y mucho, su desenvoltura en el escenario. Su vestimenta gótico-black oufits, llevada con indudable estilo y gracia, encajaba con el perfil joven de su apariencia. Todo mi aplauso por esa desenfadada soltura, por su atractiva y lozana sugestión y por su desparpajo, cuando son, casi, de mi quinta.
Diré que soy un enamorado de los Seis epígrafes antiguos de Debussy, en cualquiera de sus versiones (hasta en la instrumentación que llevara a cabo Ansermet) pero, particularmente, en la realizada para dos pianos, bastante más rica y llena de posibilidades que la originaria a cuatro manos. Las hermanas de Bayona ofrecieron una versión fascinante del sexteto de motivos, llena de riquezas cromáticas, colores, significando gamas que están muy fuera de las paletas convencionales, y un equilibrio entre los sistemas modales heredados de lo heleno y las osadías tímbricas más audaces. La atmósfera fue de la placidez a la pasión y siempre con una sensualidad palpitante que, obviamente, hacía pensar en el propósito del autor, al basarse en unos poemas de su amigo Louÿs adjudicados a una erótica e inexistente Bilitis, ciudadana de Lesbos y presuntamente amiga de la poetisa Safo.
Cada una de las seis piezas es una meditación a modo de los grafittis antiguos trazados sobre las paredes. La invocación a Pan, desde tuvo el ensalmo del sonido de las flautas en un hábil uso de la escala pentatónica en sol del modo dorio que las dos hermanas sugestionaron en su introspectiva lectura. Por el contrario, el uso de tonos enteros tuvo el cariz de misterio evocador de una tumba sin nombre, descrita por el descenso cromático de voces distantes. La apetencia de una noche propicia texturizó patrones de ostinato y reclamos d elfos sugestivos. Delicadeza para describir la danza con címbalos en ondulantes tresillos frente al misterio de la mujer egipcia, evocado en plausibles segundas aumentadas, con cierto aire lascivo. Especialmente sugestivo fue la gratitud de la lluvia mañanera, presentada en un obsesivo repiqueteo de semicorcheas que desapareció del ambiente con la postrera evocación de la melodía de la flauta de pan evocando el amanecer.
Siguió en el programa la Fantasía en fa menor para piano a cuatro manos, D 940 de Schubert, totalmente divergente en criterio armónico con la pieza anterior, pero no menos seductora en cuanto a incitación, aliento, melodismo quimérico y efusión. Muy cercana a la Wanderer, la partitura es diversa en la disparidad amena de sus armaduras. Las manos melódicas de Katia y la base armónica del bajo continuo de Marielle, lograron el sortilegio de una versión elegante, diáfana, sugestiva y sensorial. Un juego en el allegro inicial en la variación de las tonalidades en Fa en modo menor y mayor, hasta pasar al sostenido enlazando con el inicio acucioso del largo, con un paganiniano relato con patentizados dobles puntillos a los que siguió el inspirado y sugestivo segundo tema. El allegro subsiguiente fue obsesivo en los obsesivos cambios de armadura desde el Fa#m al ReM y Lam, triada que compone una imaginativa sugestión armónica. Schubert en el estado más creativo. Sigue el Obsesivo Fam en el final que modula a mayor en la fuga, concluida con un casi enigmatico DoM, de brillante sonoridad a la que las dos pianistas sacaron todo el provecho.
Sin duda como las hermanas significaron en una reciente entrevista, la versión de La consagración de la primavera para dos pianos, original del propio Stravinsky, es el descarnado y irascible esqueleto de la ulterior traducción para gran orquesta. La obra del músico ruso, pensada para ballet es una evocación de la intensidad de la naturaleza, de la plasmación de las runas de los ancestros. El más que abnegado, sacrificado trabajo de las dos pianistas es lo que finalmente permite que el resultado de sus versiones sea un compromiso libertario y franco de una espontaneidad alucinada. Esta percepción se materializaba en el extasío de lo territorial y lo ritual, con un dominio interpretativo, pasional, vehemente, arcano y misterioso a un tiempo. Momentos especialmente significativos fueron los de la bitonalidad de los Augures, los de la diversidad de pulsos, sincopados, el obsesivo poliacorde de las Danzas de los adolescentes modulando de Mib7 a Fab, los compases de amalgama de la Abducción, las disonancias de las Rondas, caricaturizando el tono de LabM del fragmento. El prestisimo ostinato de la Danza de la tierra, los grados cromáticos descendentes de la Danza sagrada… No acabaríamos.
Excepcional.
Compartir