Crítica del concierto de Gustavo Gimeno al frente de la Orquesta de la Comunidad Valenciana en el Palau de les Arts de Valencia
Sibelius, Mahler y la maestría de Gimeno
Alba María Yago Mora
Valencia, 15-XII-2023. Palau de Les Arts Reina Sofía. Orquesta de la Comunidad Valenciana. Director: Gustavo Gimeno. Obras de J. Sibelius y G. Mahler.
La del viernes fue una noche no sólo para recordar sino para atesorar. Sólo dos razones bastaron para colgar el «sold out» en el Palau de Les Arts: la dirección de Gustavo Gimeno -que sí es profeta en su tierra- y Titán -que nos perdone Sibelius-.
La primera parte del concierto corrió a cargo del compositor finlandés. La Séptima Sinfonía de Jean Sibelius es una obra de belleza orgánica. Estrenada en 1924 como «Fantasía Sinfónica», marcó un hito en la evolución de la forma. Con una duración de aproximadamente 22 minutos en un solo movimiento continuo, la obra fusiona elementos de movimiento lento, scherzo, forma de sonata, rondó y gran coda sinfónica en el mismo lapso, eludiendo las transiciones de uno a otro, logrando un efecto fluido en lugar de episódico. Algo curioso es que Sibelius usaba una técnica llamada «modulación métrica», mediante la cual aceleraba la música tanto que el tiempo se ralentizaba. Pues bien, gracias a esta técnica, la música scherzoide se convirtió en un ondulante lecho sonoro que acompañó el mítico tema del trombón, que fue interpretado de manera precisa, intensa y emotiva por parte de Juan Real. Fue un momento de magia musical, un juego de estructura sinfónica verdaderamente sibeliano.
La interpretación ofrecida por la Orquestra de la Comunitat Valenciana añadió otra capa de excelencia a la obra. Su ejecución resaltó la complejidad y la riqueza de la partitura, y logró transmitir con maestría las transiciones de tempo y textura, tan finamente diseñadas. Todo ello permitió experimentar la fluidez y la coherencia de la composición. La dirección de Gustavo Gimeno contribuyó a la majestuosidad y la emotividad de la pieza. Gimeno, con un extraordinario sentido del ritmo y amplitud de interpretación, creó una secuencia emocionante de vientos sobre profundos trémolos de cuerdas, realzando aún más la riqueza compositiva. Uno de los mayores logros de la noche radicó en la eficaz forma de interpretar los finales. La última página de la Séptima ofreció una sensación satisfactoria de serena plenitud, condensando todo el dramatismo de obras más extensas en un grito musical que resonó con una belleza plena.
Pero para ser sinceros, la mayoría de los allí presentes acudieron por Titán. Hoy en día, la Primera sinfonía de Mahler es, junto con la Cuarta, probablemente la obra más interpretada del compositor austro-bohemio. El inicio del primer movimiento fue auspicioso. Gimeno logró establecer una buena tensión rápidamente -aunque al principio puede que hubiera dudas-. El valenciano presentó la melodía de «Ging heut’ Morgen über’s Feld» de una manera agradable y relajada, y el ambiente fue de pastoreo tranquilo. La genialidad asociada al tema principal siempre reapareció con agrado. El scherzo fue agradable y picante; los ritmos puntiagudos y los contrastes excelentemente dinámicos. El trío tuvo una inflexión deliciosa y, en general, la música estuvo magníficamente caracterizada y tocada con una ligereza ganadora. El canon «Bruder Martin», al inicio del movimiento lento, se tocó en tonos sepulcrales. La elegancia en la interpretación de Mihai Ichim contribuyó en gran mesura a conseguir esa especie de clima gótico. Gimeno consiguió aquí unos colores orquestales perfectos y destacó los detalles con nitidez. Los violines embrujaron de manera sutil en el episodio «Lindenbaum», y las contribuciones de los vientos fueron verdaderamente encantadoras. Todo fluía divinamente…
El final estalló, como debía ser. El director valenciano estaba claramente interesado en proyectar la música con fuerza, y la verdad es que esta orquesta no necesita segundas propuestas...La llegada de la gran melodía en re bemol se cocinó con imaginación, y la melodía en si fue bellamente cantada por los violines. Después del drama tras recordar la apertura del movimiento, el breve recuerdo de «Ging heut’ Morgen» ofreció un bienvenido momento de relajación. Los últimos minutos de la sinfonía sonaron fantásticos, con los vientos resonando de manera magnífica.
Gimeno, que jugaba en casa, dirigió una excelente interpretación, dejando evidencia de porqué es el director de orquesta español con mayor proyección internacional. La Orquestra de la Comunitat Valenciana es una joya, y su interpretación fue irreprochable.
Fotos: Mikel Ponce
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