Por F. Jaime Pantín
DVD. Gustavo Díaz-Jerez. Isaac Albéniz: Iberia. Orpheus.
La conquista y dominio de la Suite Iberia de Albéniz ha sido desde siempre aspiración –a veces suprema- de muchos de los más grandes pianistas españoles. La dificultad, aparentemente extrema, de una escritura pianística considerada por el propio autor como casi imposible, lejos de resultar disuasoria ha supuesto históricamente un desafío fascinante e ineludible que muchos de los virtuosos autóctonos de las sucesivas generaciones han afrontado con fortuna desigual. El fuerte componente nacionalista que la obra contiene, su carácter y temática plenamente andaluzas- muy alejados, sin embargo, del sentido de lo “Baetico” mostrado por Manuel de Falla- a veces suavizadas por ese cierto barniz francés de atmósfera impresionista ya reconocida por Albéniz en su subtítulo (“12 nouvellesimpressions en quatrecahiers”) prefiguran claramente un ideal de intérprete capaz de conjugar el sentir profundo de esos ritmos, melodías y referencias populares tan enraizadas en el acervo cultural hispano, con un pianismo de altos vuelos que rinda justicia a unos pentagramas sumamente exigentes ya en su lectura y asimilación y sobretodo en la realización misma de unas propuestas técnicas muchas veces novedosas que llevan las posibilidades del piano a sus mismos límites como muy pocas músicas lo han hecho. Es cierto que muchos pianistas no hispanos se han acercado a “Iberia”, algunos tan notables como Arthur Rubinstein (muy relacionado con España en algún momento y que se acerca con desparpajo condescendiente a alguna de estas piezas) o Claudio Arrau, siempre riguroso, sensible y poético pero muy alejado por cultura y temperamento de esta música. Daniel Baremboim grabó los dos primeros cuadernos de la obra y su interpretación hace presagiar la que sería una versión integral de referencia que probablemente nunca se produzca. Existen algunas grabaciones integrales meritorias como la de una joven Blanca Uribe, colombiana de formación germánica, las de los franceses Aldo Ciccolini y Jean-Francois Heisser, buen conocedor del repertorio español nacionalista o Marc-André Hamelin, reconocido virtuoso, pero lo cierto es que las claves de Iberia han estado siempre en las manos de pianistas autóctonos con capacidad técnica e intelectual suficiente pata traducir al piano una música que sienten y aman profundamente.
El magisterio inapelable de Alicia de Larrocha en cualquiera de las tres sucesivas versiones que llevó al disco, el “duende” muy personal de la cálida versión de Rosa Sabater, la garra insuperable de un joven Esteban Sánchez, la profundidad y fuerza avasalladora de un Rafael Orozco en su mejor momento artístico o el rigor e inspiración de un Guillermo González que marca un antes y un después con su revisión del texto son referencias a recordar en la historia de la interpretación de esta obra monumental. A ellos se han sumado en los últimos tiempos nuevas versiones, tan numerosas que sería prolijo enumerar pero que, con los precedentes existentes, muestran un alto nivel de calidad.
A este amplio panorama viene a sumarse ahora la versión en DVD de Gustavo Díaz Jerez, excelente pianista canario que ya había grabado una Iberia en CD en 2009 con considerable éxito. En esta ocasión el vídeo añade una perspectiva al conocimiento y disfrute de la obra, abriendo nuevas e insospechadas posibilidades. La interpretación del pianista tinerfeño ahonda en su visión anterior, siendo apreciable una mayor profundización en el poder evocador de unas obras cuyo alcance psicológico trasciende del descriptivismo pintoresco para alcanzar una dimensión profundamente humana. Versiones intensamente sentidas, rigurosamente analíticas también, expuestas con impresionante transparencia a partir de un dominio técnico impecable. Tempi en general reposados, pedalización muy trabajada, asombrosa claridad de planos sonoros y una permanente naturalidad y sencillez en la exposición hacen de la audición de esta Iberia un auténtico placer.
La producción es de altísima calidad. Un auténtico lujo en el que no parece haberse descuidado el mínimo detalle. Entorno sobrio pero cálido, un buen piano, excelente toma de sonido y cuatro cámaras, cenital una de ellas, lo que proporciona una inusual variedad de posibilidades de filmación. Todo al servicio de un pianista y una música que nos llegan de manera directa y cercana. Aunque a alguien pudiera incomodar la constante alternancia de planos visuales - sobre todo en unas obras que, como éstas, exigen un alto nivel de despliegue manual que a veces pudiera llegar a distraer de la concentración en la audición- lo cierto es que este elemento añade un especial interés pedagógico que sin duda apreciarán muchos de los destinatarios de un trabajo que, desde este punto de vista, se convierte en verdadera clase magistral.
A destacar también la excelente grabación de sonido de Antonio Miranda y una lujosa presentación por parte del sello Orpheus que incluye, además, unas interesantes notas del profesor de la Universidad de Oviedo José Antonio Gómez.
Fotografía de portada: Carlos Bernar
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