Crítica de Raúl Chamorro Mena de Grilletta e Porsugnacco, de Hasse, una coproducción entre el Teatro de la Zarzuela y la Fundación Juan March
De pobre criada a dama
Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 27-IX-2023, Auditorio Fundación Juan March. Producción de la Fundación Juan March y el Teatro de la Zarzuela. Ciclo Teatro musical de cámara. Grilletta e Porsugnacco (Johann Adolph Hasse). Natalia Labourdette (Grilletta), David Menéndez (Posrsugnacco), Aarón Martín, actor. Orquesta barroca Nereydas. Sergio Suárez y Leonor de Lera, violines. Víctor Gil, viola. Gullermo Turina, violonchelo. Ismael Campanero y Jonathan Álvarez, contrabajos. Manuel Minguillón, guitarra y archilaúd. Daniel Oyarzábal, clave. Dirección musical. Javier Ulises Illán. Dirección de escena. Rita Cosentino.
Con un origen renacentista, el intermezzo -o más concretamente intermezzi-, se impuso en el siglo XVIII como piezas que se representaban entre los actos de las óperas serias y servían como contraste cómico, más ligero a las tramas trágicas de aquéllas. Los personajes eran escasos -habitualmente dos, tributarios de la commedia dell’arte- los argumentos, normalmente de origen popular, eran sencillos y con carga burlesca y sarcástica, de crítica hacia la burguesía y demás estamentos y códigos morales de la sociedad de la época. Estas obras florecieron especialmente en Venecia y Nápoles, en donde fueron el germen de la ópera buffa napolitana.
La lucha de sexos, tan presente de distintas formas en la historia del teatro musical, era la base de estas piezas entre las que se encuentra esta deliciosa Grilletta e Pursignacco del compositor sajón, afincado durante años en Italia, Johann Adolf Hasse con base literaria en Moliére.
El ciclo teatro musical de cámara de la Fundación Juan March se apunta otro tanto con la programación de esta deliciosa obrita, que vio la luz en 1727, pues constituye un estreno en época moderna, después de que se programara en la corte Madrileña, Teatro del buen retiro, entre los años 1747-50 por iniciativa del mítico Farinelli.
Imprescindibles para conocer el estilo, estructura, y orígenes del género de los intermezzi, así como de la obra representada, los artículos del magnífico, como siempre, programa de mano editado por la Fundación, a cargo de Rita Cosentino, Teresa Casanova y Raffaele Mellace.
La protagonista Grilletta pertenece al tipo criada espabilada, astuta, que somete, cuando no ridiculiza, a su amo y cuyo paradigma más emblemático es la Serpina de La serva padrona de Pergolesi. En este caso, la sirviente pretende, por todos los medios y lo consigue, que el burgués Pursignacco se case con ella en lugar de con la distinguida señora con quien ha pactado el matrimonio, que, por otra parte, por supuesto, no le quiere y tiene su propio amante.
En este repertorio y contexto de sala de reducidas dimensiones, la soprano madrileña Natalia Labourdette pudo superar la modestia de su sonido y lucir cierta finura y corrección en el canto y, sobre todo, desenvoltura escénica. Bien es verdad, que el aria de bravura del segundo acto «Io lo voglio sminuzzare», que canta travestida de hombre –otro de los aspectos habituales de los intermezzi- puso de relieve su limitación técnica, pero no es menos cierto, que Labourdette compuso una protagonista vivaracha, pícara, con chispa, impecable dicción del italiano, apropiados acentos en los fundamentales recitativos y que se integró perfectamente en el movimiento escénico del montaje.
Por su parte, el barítono asturiano David Menéndez subrayó todavía más si cabe los acentos, siempre muy intencionados, con lo que resaltó la comicidad un tanto ridícula del personaje en una ajustada caracterización que no cayó nunca en el exceso. Hay que resaltar la magnífica química y conjunción en escena de los dos protagonistas, Labourdette y Menéndez, que, junto a la buena actuación del actor Aarón Martín como personaje mudo - una aportación de esta puesta en escena-, contribuyeron a la viveza y dinamismo de la función. Todo ello bajo la atinada dirección escénica de Rita Cosentino, al servicio apropiado de la obra, mediante la correspondiente ligereza, elegante dinamismo, ágiles juegos de puertas que abren y se cierran, con el fondo de un decorado único en trampantojo, a lo que se suma una muy cuidada dirección de actores. Los dos primeros actos se encuadran en la época del estreno de la composición y el último -que no se basa en Molilére a diferencia de los dos primeros- en la actualidad, a modo de evocación de los problemas y enfrentamientos, tan actuales o. mejor dicho, intemporales, que surgen del matrimonio y la convivencia, tratado todo ello con especial causticidad.
Muy estimable labor musical, asimismo, la de Javier Ulisses Illán al frente del buen conjunto barroco Las Nereydas con un orgánico de dos violines, viola, violonchelo, contrabajo, clave y guitarra más archilaúd. Refinamiento sonoro, propiedad estilística, flexibilidad, dinámicas y vivacidad garantizaron la solidez musical del evento.
Ulisses incluye como obertura la de la ópera Demofoonte del propio Hasse y como interludios entre los tres actos fragmentos procedentes de su Sinfonía en sol menor op. 5. La obra concluye con el baile final de los protagonistas sobre el «fandango de Porsugnacco» compuesto por el propio Ulises Illán.
Fotos: Dolores Iglesias / Fundación Juan March
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