HISTÓRICA BRUNHILDA
"Götterdämmerung". Viena. Wiener Staatsoper. 22 / 05 / 13. Stephen Gould (Siegfried). John Tomlinson (Hagen). Nina Stemme (Brünnhilde). Elisabeth Kulman (Waltraute). Boaz Daniel (Gunther). Wolfgang Bankl (Alberich). Caroline Wenborne (Gutrune). Franz Welser-Möst, director. Wiener Staatsoperorchestra und chor.
En coincidencia con los 200 años del nacimiento de
Wagner, la Staatsoper de Viena cerraba el
Anillo del Nibelungo que ha venido representando durante la segunda quincena del mes de mayo. Así, el aniversario wagneriano coincidía con la puesta en escena de
Götterdämerung, traducido a menudo como
'El Ocaso de los Dioses'. El gran atractivo de esta función, como de todo el ciclo del
Anillo, era la presencia de
Nina Stemme como Brünnhilde en las tres jornadas en las que interviene el personaje. Y a la vista de su memorable interpretación, no extraña que los medios locales hayan hablado de su encarnación como algo no escuchado en la Staatsoper desde hacía décadas. Verdaderamente Stemme se mostró exultante, inconmensurable durante toda la representación. La voz está en un momento de forma infalible. Todas, absolutamente todas las notas, estuvieron donde tenían que estar. La técnica de Stemme es de una firmeza y seguridad abrumadoras, acometiendo la espinosa tesitura del rol sin el más mínimo titubeo. El agudo es restallante y timbradísimo. Y la voz se emite plena y homogénea durante toda la función, sin atisbo alguno de fatiga. El rol es levemente grave para su vocalidad, pero nada que impida asistir casi boquiabiertos a su derroche de medios vocales y dramáticos. Y ese que lo sobresaliente de Stemme no está sólo en lo arrollador de su instrumento, sino en lo genuino de su interpretación. Es una cantante con una personalidad increíble, con un magnetismo escénico que impide retirar la vista del escenario ni un segundo. Subraya el texto con una intencionalidad estudiada, acompañando cada inflexión con la elocuente expresividad de su rostro. Ofreció en conjunto una caracterización contrastada y auténtica, a años luz de cualquier otra intérprete del rol que podamos encontrar hoy en día. Verdaderamente histórica. La siguiente ocasión para disfrutar de su Brünnhilde será en los
Proms londinenses el próximo mes de julio. Recomendamos encarecidamente la cita a quien tenga ocasión de acercarse.
El rol de Siegfried estaba cantado en esta ocasión por el tenor norteamericano
Stephen Gould, que dejo más que favorables sensaciones, sacando adelante un papel de escritura exigentísima. El instrumento no posee un singular atractivo tímbrico, y es más bien, por medios (como en el caso de Seiffert, al que nos recordó) el de un lírico con un generoso registro en el centro y en el grave. Ofrece al tiempo, eso sí, un agudo extenso y con presencia, aunque a menudo corto y esporádicamente esforzado, un tanto irregular. Lo más notable de su labor fue la continuada seguridad y firmeza de su emisión, amén de su acento siempre lírico en la exposición, con un decir siempre convincente y ambicioso. Así las cosas, ofreció sin duda una lograda recreación de la muerte de Sigfrido. Fue por tanto un intérprete del rol desde luego superior, por medios, técnica y acentos, a los
Lance Ryan,
Simon O'Neill,
Jay Hunter Morris y cia. que últimamente desfilan por los
Anillos de medio mundo ejecutando sus partes con manifiesta insuficiencia. Con Gould asistimos a un caso en cierta medida semejante,al de
Robert Dean Smith, con gran oficio y con unos medios modestos, suficientes aunque no deslumbrantes, pero con los que es posible sacar adelante partes ciertamente comprometidas y esforzadas, como el rol de Tristán, que ambos comparten, o este Siegfried que nos ocupa.