Por Juan Carlos Galtier Monreal
Granada. 16-V-19. Auditorio Manuel de Falla. Temporada de la Orquesta Ciudad de Granada. Versión semiescénica de L’Italiana in Algeri, ópera en dos actos de Gioachino Rossini(1792-1868). Rafa Simón, director de escena, Giancarlo Andretta, director. Karina Demurova, Ellisabetta, José Coca Loza, Mustafa, Jorge Franco bajo, Lindoro, Victor Cruz, Taddeo, Anna Aglatova, Elvira, Leticia Rodríguez, Zulma, Grigory Shkarupa, Haly. Coro de la OCG, dirigido por Héctor E. Marquez.
No es lo habitual que en una función operística las ovaciones más calurosas sean para la orquesta y además lo sean incluso antes de tocar la primera nota pero esto es lo que paso en el estreno de L’Italiana in Algeri en el Auditorio Manuel de Falla. El motivo estaba claro: las funciones se habían salvado in extremis tras unas semanas en que el propio futuro de la orquesta parecía en cuestión. Felizmente parece ser que la solución está en camino y que Granada seguirá manteniendo una orquesta estable y viable para una ciudad de semejante importancia cultural y con unas décadas ya de encomiable trabajo y servicio a Granada.
Una ópera en un auditorio semiesceníficada siempre es problemática y si esto es así en general con una ópera de Rossini donde la imbricación música/teatro es total el problema es aún mayor. La versión escénica dentro de esta incomodidad general fue decente y con el punto de diversión necesaria (genial la inclusión de los famosos piononos granadinos) pero hubiera ganado mucho con un sistema de sobretitulado. Se pudo trabajar más la parte actoral que quedó en manos de cada intérprete y que cada uno resolvió con mayor o menor acierto.
El trabajo orquestal mostró la implicación y el buen hacer de los músicos de la Orquesta Ciudad de Granada en una partitura que exige virtuisismo y claridad. Dejando fuera problemas puntuales (el difícil solo de trompa que preludia Languir per una bella por ejemplo) la orquesta salió viva del empeño y lo hizo de la mano de un buen director/concertador como Giancarlo Andretta que imprimió tempi muy vivos (tan necesarios en Rossini) y volúmenes orquestales algo desmedidos en los concertantes. El maestro Andretta no lo tenía fácil pues tenía a los cantantes a su espalda y el trabajo de concertación era especialmente complejo y aun así logró no sólo salir del paso sino hacerlo con una versión que compensó con ligereza y musicalidad la falta de escena.
Cuando se ve un Rossini montado con el esfuerzo con que se hizo en Granada uno se da cuenta de lo tremendamente complicado que es montar las óperas de este compositor ya que el nivel de exigencia vocal es enorme para todos los cantantes y rematar un reparto completo que funcione no es nada fácil; en todo caso el grupo de cantantes reunidos en Granada estuvo más que digno y se implicó al 100% en sus respectivos papeles en los que muchos de los cantantes debutaban. Karina Demurova tiene una presencia escénica y un material canoro importante y lo sabe; eso le hace estar encima del escenario con un desparpajo que le va perfecto a este papel; cantó con inteligencia y buen gusto aunque quizás más cerca del espíritu de Carmen que de el de las féminas de Rossini. El bajo José Coca Loza tiene un material muy importante y se le puede augurar una carrera muy notable pero aún no es Mustafá (de hecho ha sido Haly en importantes escenarios) no obstante resolvió todas las dificultades del papel firmando una prestación que sin duda mejorará con la soltura que le darán futuras funciones. Lo mismo cabe decir del tenor Jorge Franco, debutante en un papel que creemos que le va a acompañar por años. Franco canta bien y adorna con muchísima elegancia y en el momento que se suelte y afiance en el papel puede ser uno de los grandes defensores del mismo en muchos teatros. A Victor Cruz le habíamos visto en un espectacular Orfeo de Monteverdi en Daroca y Zaragoza y pasar de verle en la piel del noble pastor tracio a verle aquí como un nerd con gafas y calcetín blanco fue tan chocante como interesante; en este caso lo que sobran son tablas y vis cómica tan necesarias en un papel como Taddeo; especialmente curioso y acertado su uso de sonidos nasales en los concertantes y algún que otro momento más, sin duda uno de los triunfadores de la noche. Bien Inés Ballesteros como Elvira especialmente en los concertantes y también la Zulma de Verónica Plata, algo fuera de lugar pero vocalmente correcto el Haly de Francisco Crespo. Correcto el reducido coro masculino que sacó su papeleta adelante con dignidad. En resumen una función más que agradable que por encima de todo sirvió para reivindicar la dignidad de la Orquesta Ciudad de Granada que sin duda debe seguir siendo un pilar fundamental en la cultura de la capital nazarí.
Foto: Twitter de la OCG
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