Después de tantas décadas dirigiendo teatros, ¿cómo definiría su trabajo al frente de un teatro?
Para responder bien a esa pregunta debo comenzar por decir qué es para mí el teatro. Yo creo que de todas las artes es la más sobresaliente. El teatro es un espacio público, un lugar abierto a que los hombres aprendan, se pregunten y reflexionen sobre sí mismos y sobre su mundo. El teatro hoy ha perdido buena parte de su misión original tal y como los griegos lo concibieron. Para estos el teatro fue algo muy importante. Era el espacio para pensar su lugar en la historia, el papel de la violencia, etc. El teatro clásico, griego, es el único teatro político en sentido estricto. He visto y conozco bien el Kabuki y manifestaciones del teatro africano, pero no hay comparación si nos ceñimos a entender el teatro en su dimensión política. El teatro europeo, por tanto, es algo muy especial, muy importante y muy serio y no nos podemos permitir que se pervierta o se desvirtúe. Por otro lado, desde niño, procediendo de una familia obrera, tuve una gran fascinación por el mundo de la aristocracia, ese mundo de rojo y oro del entorno teatral, con sus relaciones sociales, etc. Por eso también entiendo el teatro como un divertimento, claro, pero creo que debe ser siempre algo más que un mero divertimento. En el teatro uno ríe, llora, pero esa risa y ese llanto de algún modo nos tienen que transformar, consciente o inconscientemente, no pueden ser un mero pasatiempo. Además, estudié en un ambiente que podríamos definir como conservador, donde el teatro no parecía una dedicación seria, sino precisamente un asunto de segundo orden, una segunda opción. De modo que el teatro fue al mismo tiempo una fascinación y casi también un terreno vedado como dedicación profesional. Al margen de esta historia personal, el teatro me importa siguiendo, digamos, una jerarquía de prioridades. Lo primero de todo es la gente, las personas que hacen el teatro.
Se dice que usted es un hombre muy exigente
Exijo profesionalidad y excelencia. No podemos hacer teatro con diletantes. En segundo lugar, como director de un teatro, debo convencer a mis colaboradores sobre el interés y conveniencia de mi proyecto teatral. Necesito un proyecto, por tanto, siempre que estoy al frente de un teatro. Muchos colegas míos no lo tienen; se limitan a escoger algunos títulos de entre un inmenso catálogo, sin que articulen una propuesta. Para mí un proyecto es una vocación narrativa. La dirección artística de un teatro es imposible si uno no tiene algo que contar a sus espectadores. Uno puede escoger un tema concreto, monográfico, para esa narración, bien sea un determinado compositor, un período de la historia de la música, o bien ciertos temas transversales como el amor, la violencia, el poder, etc. En mi caso particular concibo cada año de mi programación como una travesía a través de un paisaje por el que intento llevar conmigo al público, dentro de todo un viaje mayor que es mi mandato completo al frente de un teatro. En tercer lugar, no entiendo la ópera como un espacio para estrellas y personalidades mediáticas. Éstas tienen su lugar y su función, pero no pueden ser el centro de todo. Como director artístico tengo obligación de atender por igual a cada parte integrante del conjunto y no puedo privilegiar el rol de las estrellas en detrimento del resto. En cuarto lugar está el público. Entiendo que ellos no vienen a la ópera sólo para divertirse y al mismo tiempo soy muy consciente de que utilizamos dinero público. Esto se traduce en que entiendo mi labor como una tarea pública. No se me encarga divertir al público entendido éste como una clase social o cultural que entiende que la ópera es su propiedad. Eso sería un proyecto muy caro y de muy poco interés. El público en la ópera suele tener planteamientos muy tradicionales. Y sin embargo, en el fondo, generalmente no es tan distinto del público que acude a ver un musical. Con la diferencia de que el público de la ópera piensa que quienes van a ver El Rey León son "el pueblo" mientras que ellos son "otra cosa" porque prefieren L´elisir d´amore. Para mí, no hay tanta diferencia entre El Rey León y esta ópera de Donizetti (risas). De modo que cuando programo entiendo al público como un compañero de viaje, no como alguien a quien debo servir y, digamos, alimentar conforme a sus gustos. Mi tarea no es satisfacer a nadie. Aunque no es menos cierto que para que la gente no se duerma en el teatro -algo muy frecuente en esos hombres, como convidados de piedra, que acompañan a sus mujeres a la ópera-, debo esforzarme en no chocar frontalmente con sus gustos, para evitar provocaciones gratuitas. En el fondo se trata de lograr que el público vea, al menos por una vez en sus vidas, de un modo distinto aquellas óperas que en el fondo piensan conocer, cuando en realidad no es así. Es imposible conocer Cosí fan tutte de Mozart tras haberla visto un par de veces, por ejemplo. Yo mismo llevo más de treinta años trabajando sobre esta ópera y cada vez descubro nuevas cosas en ella. Por eso me gusta tener la impresión de que el público del teatro que dirijo tiene esa misma sensación de sorpresa y novedad, al menos en algún momento. Se trata de cambiar su rutina, aunque a veces eso les disguste. Prefiero un público que abuchea a un público que se duerme.
¿Cómo valora el contraste entre el éxito de este Devereux y el de otras representaciones?
Fue un éxito, claro que sí, pero eso contenta a una parte del público, no a todo, y no puede ser una dieta diaria. Creo que mi obligación es hacer una propuesta coherente, sin concesiones para contentar al público. Mi mandato aquí es de cinco años y tengo la ocasión de proponer al público algo distinto de lo que van a ver antes y después de mi paso por el Real. Supongo que para eso se me contrató. Después de mí, seguramente, llegará alguien dispuesto a ofrecer mucho belcanto, día tras día, pero yo tengo una concepción más amplia y distinta de este género y soy coherente con ella.
¿Y qué hay de la temporada 2014/2015? ¿Qué nos puede adelantar por ahora?
Para ese año vamos a abrir con el estreno en Madrid de Les Troyens. Es un gran proyecto, una gran ópera. Y le seguirán títulos importantes. Mi intención es afrontar títulos icónicos, grandes piezas del repertorio, desde una óptica distinta.
¿Cuál es su relación, y la del Teatro Real, con otros teatros españoles?
Conozco muy bien a Joan Matabosch y hay buena relación con su teatro. De hecho el programa doble de Il Prigioniero y Suor Angelica que hemos visto aquí va a al Liceo la próxima temporada, por ejemplo. Esa es una línea de trabajo a seguir. Y en general estoy muy abierto a colaborar con mis colegas de otros teatros.
¿Cuál es la situación económica del teatro y cómo afecta a su labor artística?
La situación económica del teatro es muy mala. Estamos en camino de solucionarla, pero hemos perdido más de la mitad del presupuesto. Es decir, tenemos un presupuesto que ha bajado de 58 millones de euros a 42 y eso nos ha obligado a imponer muchos ahorros. Por ejemplo, se han reducido los salarios de todo el mundo en un 55% y hemos despedido, y no fue nada agradable, a 25 personas. Hemos ajustado los gastos de producción en un 25%. Eso nos obliga a contar con cantantes de cachés más reducidos. No veo necesario depender de grandes estrellas que cobran demasiado cuando tenemos un presupuesto así. España ha gastado una barbaridad en este sentido, situando los cachés máximos por encima de los que se pagan en París o en el Metropolitan. Y eso me parece un exceso de nuevos ricos, y es hoy una situación a controlar y reducir. También he reducido los gastos de producción en lo que se refiere a decoración y vestuario. Pero todo esto no es un obstáculo para hacer buen teatro. Si tenemos presente el espíritu de Peter Brook, para eso basta con disponer de un espacio vacío. Lo que he descartado, para los próximos años, son proyectos de prestigio y gran envergadura como el que planteamos con la Filarmónica de Berlín. Finalmente, en tiempos de carencia presupuestaria, terminan siendo un problema y no podemos sostener la coherencia de una temporada en ese tipo de propuestas tan grandilocuentes. Si tengo menos dinero, se trata de hacer las cosas bien con ese dinero. Una situación así me obliga a renunciar a algunas cosas, pero no me obliga a renunciar a hacer las cosas bien. Quizá no puedas pagarte un gran champán, pero siempre podrás pagarte un gran cava.
Plácido Domingo es la excepción en este sentido, ¿no es así? ¿Cuándo está prevista su vuelta al Real y con qué programa? Se anunciaba para la temporada 13/14 pero con fecha y programa por determinar.
Sí, vendrá en junio, con un concierto de arias de barítono. Y para el año 14/15 tenemos un proyecto, al final de la temporada, si sale adelante, que supondrá la participación de Domingo en cinco o seis espectáculos, tanto en su faceta de cantante como en la de director musical. Domingo tiene carta blanca en el Real, como es lógico.
"ESTARÍA DISPUESTO A PAGAR CIERTOS CACHÉS ELEVADOS, PERO ES DIFÍCIL CONTAR CON CANTANTES MEDIÁTICOS PARA PRODUCCIONES QUE EXIGEN LARGOS PERÍODOS DE ENSAYO"
Durante estos años al frente del Real algunas de sus declaraciones han dado lugar a encendidas polémicas. Una de las primeras tuvo que ver con su punto de vista sobre los cantantes españoles. ¿Quiere comentar algo al respecto?
Muchos buenos cantantes españoles cantan conmigo en el Real. Pero en realidad la cantidad no me importa. Sean muchos o pocos, esa no es la cuestión.
Se comenta, por ejemplo, que en la temporada 2013/2014, recién presentada, sorprende el contado número de cantantes españoles en los repartos, incluso en los papeles más pequeños, secundarios y comprimarios.
Puede ser, pero a mí me interesa fijar la atención en alguien como Arteta, con grandes facultades, con potencial, con quien es posible imaginar una evolución de su repertorio, su estilo, etc. El hecho de que Arteta vaya a cantar Elvira en el Don Giovanni que estamos ensayando es para mí más importante que la cantidad de cantantes españoles que haya en los repartos. Y sostengo lo dicho: he trabajado con varios cantantes españoles, y no le diré los nombres para no alimentar la polémica, que claramente tenían buenas voces, pero a los que les faltaba conocer el estilo de cada partitura. Y eso no es exclusivo de los cantantes españoles, por supuesto, pasa con los de todas las nacionalidades. Pero no veo el argumento por el cual yo debiera contratar a más españoles, sí o sí. Constantemente hago audiciones y le confieso que no escogemos a nadie por su nacionalidad sino por sus facultades.
"EXIJO PARA LA CULTURA AL MENOS EL MISMO IVA QUE PARA LOS DEPORTES"
"NO VEO EL ARGUMENTO POR EL CUAL YO DEBIERA CONTRATAR
A MÁS CANTANTES ESPAÑOLES, SÍ O SÍ"
¿Cómo valora la dimensión mediática de alguna de estas polémicas, con documentación interna del patronato del Teatro Real saliendo a la luz, etc.?
En realidad no me preocupa, pero el tiempo pone a cada uno en su lugar. No es casualidad que el señor Gonzalo Alonso no esté ya en el patronato del Real. Y no es que se fuera él. En realidad no fue renovado, que es muy distinto. Y eso se debió al ajuste en el Patronato, donde ha entrado más representación privada. Además, Gonzalo Alonso jugo sucio con su web. ¿Acaso pensaba que no sabíamos que él era quien se hacía pasar por Beckmesser? Es más: él ha utilizado informaciones privadas y confidenciales del patronato pretendiendo hacer una campaña pública contra el teatro y su dirección, cuando la revelación de esas informaciones va en contra de la ética misma del patronato. Se exige confidencialidad a los miembros del patronato y no es casualidad que el señor Gonzalo Alonso, en consecuencia, no haya sido renovado.
"NO ME HAGO RESPONSABLE DE LO QUE PUBLICÓ EL KURIER. YO NO DIJE EN NINGÚN MOMENTO QUE HABÍA DESPEDIDO A LÓPEZ COBOS"
"LA CALIDAD DE LA ORQUESTA DEL REAL ES HOY MEJOR QUE EN TIEMPOS DE LÓPEZ COBOS. ES ALGO COMPARTIDO POR TODOS, ESPECTADORES Y CRÍTICA"
¿Se arrepiente, como gestor artístico del Real, de alguna decisión tomada en estos años?
No, la verdad es que no. Quizá alguna producción ha sido peor recibida de lo que esperaba, pero si es así no se lo voy a decir (risas). También ha sucedido lo contrario, como es lógico. No, la verdad es que tengo la conciencia tranquila y creo que vengo sosteniendo un proyecto coherente.
No todo el público ve con los mismos ojos la dimensión mediática que ha alcanzado el Teatro Real con algunas de estas últimas producciones. Para algunos es todo un acierto y para otros es una estrategia vacía de contenido. ¿Cómo lo entiende o lo defiende usted?
La ópera de Madrid está actualmente en el centro del interés europeo, como nunca antes lo estuvo. Este teatro, visto desde París, Londres, Berlín, etc., siempre estuvo un tanto en la periferia. Y esto molesta cuando lo digo, pero así era. A día de hoy hemos conseguido situar al teatro en un lugar de referencia para otros teatros, para la prensa internacional, etc. Así ha sucedido con The Perfect American y el Cosí con dirección escénica de Haneke. Han venido más de cuarenta críticos internacionales de grandes medios, y no les hemos invitado nosotros, como sucedió en el pasado, sino que han venido ellos por propia iniciativa. A día de hoy el Teatro no paga el desplazamiento de ningún crítico, como sí sucedió en otros tiempos. Si pagas a un crítico, ya no puedes esperar de él objetividad alguna. Sería la corrupción de la crítica.
"A DÍA DE HOY, EL TEATRO REAL NO PAGA EL DESPLAZAMIENTO DE NINGÚN CRÍTICO,
COMO SÍ SUCEDIÓ EN OTROS TIEMPOS"
"LA ÓPERA DE MADRID ESTÁ EN EL CENTRO DE INTERÉS EUROPEO,
COMO NUNCA ANTES LO ESTUVO"
"YO SOY MI MAYOR CRÍTICO"
Decía que piensa dedicar espacio, en la temporada 14/15, a la composición de autores españoles. En este sentido, ¿cómo valora la tradición operística española, en lo que se refiere a sus compositores?
Es curioso que siempre me pregunten por mi opinión sobre los cantantes españoles y casi nunca lo hagan por los compositores españoles. Le agradezco la pregunta. Habrá tres grandes creadores españoles en la temporada 14/15. Por un lado, un título de Mauricio Sotelo, como representación de la generación de compositores que rondan ahora los cincuenta años. Luis de Pablo me gusta mucho, pero también creo hay que dar una oportunidad a gente más jóven. Y también habrá dos propuestas sobre textos españoles. No sólo compositores españoles, sino también textos españoles. Por un lado, un texto de Onetti, La ciudad de las mentiras, y por otro un texto de Unamuno, El otro. Elena Mendoza será la responsable de componer sobre el texto de Onetti. Y Alberto Posadas hará lo propio sobre el texto de Unamuno. Y ya tengo, pero no se lo voy a contar todavía, la dirección escénica y musical para estos dos títulos, y parte del reparto. Son tres proyectos muy importantes. Tres creaciones de compositores españoles sobre textos españoles. Creo que como responsable artístico del Real un proyecto así es más importante para la ópera en España que la cantidad de intérpretes españoles que haya en nuestros repartos en papeles pequeños. De ahí que tampoco vaya a construir con cantantes españoles, sí o sí, estos repartos. Lo fundamental no es que sean cantantes españoles sino cantantes que conozcan y dominen el lenguaje de la ópera contemporánea.
"ESPAÑA NO TIENE TRADICIÓN OPERÍSTICA.
HABLO INCLUSO A NIVEL COMPOSITIVO"
"EN LA TEMPORADA 14/15 HABRÁ LUGAR PARA TRES GRANDES COMPOSITORES ESPAÑOLES"
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