Artículo de opinión de Aurelio Martínez Seco sobre el concepto artístico de «genio». ¿Cuándo un artista es genial?
Victor de Sabata, un genio.
¿Qué es un genio?
Por Aurelio M. Seco | @AurelioSeco
¿Qué es un «genio»? Nadie lo sabe. Cuando alguien usa la palabra lo hace para subrayar que un artista es excepcional o que le gusta mucho. El problema es que hay artistas que a la gente le parecen excepcionales e incluso que a los gestores del gremio les gustan mucho pero que en realidad tienen muy poco o nada de genial. Su éxito se debe a cuestiones económicas, sociológicas, a relaciones de poder, amistad... Es una ponderación desmesurada lo que se está haciendo, un alarde retórico meramente subjetual, cuando la mayoría de la gente se expresa así.
En el diccionario de la RAE hay dos acepciones que nos interesan para hablar de lo genial. La primera define genio como una «Capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables». Pero ¿cuándo una cosa es admirable? Hay cosas admirables para algunos que son detestables para otros. ¿Y todo lo nuevo es genial? Rotundamente no. Al contrario, las mayores vulgaridades artísticas están hoy muchas veces enmascaradas por la idea de «novedad». La segunda acepción de la RAE es más difícil de explicar que de triturar, pero es, sin duda, más interesante. Afirma que un genio es «En las artes, ángel o figura que se coloca al lado de una divinidad, o para representar una alegoría», afirmación que no cabe aceptar más que como metáfora de otra cosa, pero ¿cuál? Nos interesa de esta última la cualidad divina del genio, cualidad que Gustavo Bueno, en un alarde genial, trasladó de Platón al presente para hablar, directamente, de Arte sustantivo, Idea divina ella misma como divino es Bueno, a pesar de que en algunos sitios importantes se le siga tratando injustamente, a nuestro juicio por ignorancia o impostura.
Pero entonces, ¿qué es un genio? En su Oráculo manual y arte de prudencia, el genial Baltasar Gracián nos dice sobre el «Genio e ingenio», que son «Los dos ejes del lucimiento de prendas: el uno sin el otro, felicidad a medias». Atención con lo que dice a continuación: «No basta con lo entendido, deséase lo genial. Infelicidad de necio: errar la vocación en el estado, empleo, región, familiaridad».
De esta forma nos parece que Gracián se congenia con Platón y Gustavo Bueno. Sobre todo cuando sitúa lo genial lejos de lo conocido, de «lo entendido», de lo tecnológico y más puramente gremial. El genio en el arte es, sin duda, incomprendido, pero no sólo porque no se le comprenda del todo, sino porque no se le puede comprender. Las obras de arte geniales, es decir, las obras de Arte sustantivo, se mantienen por sí mismas al margen de lo familiar y de lo enseñable, incólumes al tiempo, por unas cualidades misteriosas ignoradas por el propio genio. Lo dijo Gracián en el citado libro: «Lleva una ventaja lo sabio, que es eterno; y si este no es su siglo, muchos otros lo serán».
¿Y cuál es el criterio del genio y la obra sustantiva y genial? Entre otras, la indiscutible presencia de ella en otras, del genio en otros, sustentando con sus virtudes, como meroemas u holemas, las virtudes de otros, como subrayó Platón en el Ion y Bueno en su Filosofía del Arte, sustantiva ella misma. Así, Celibidache es un genio de la dirección porque las virtudes de su arte están, de muchas formas, en la de otros. Lo es Jorge Luis Prats, por las mismas razones, pero también José José y su aparentemente sencilla pero genial versión de La nave del olvido, cancionita que él popularizó, que se canta ahora y se cantará siempre, que trascenderá en tiempo y persona a su propio autor, Dino Ramos, quien nunca supo bien cómo mezcló de forma tan preciosa tres sencillos acordes y el trillado recurso de ciclo de quintas. Todo el mundo sabe hacer esos acordes y es fácil aprender cómo suena un ciclo de quintas, pero qué difícil es inventar una Nave del olvido...
Hay que diferenciar la Idea de Genio, que hacemos equivaler a la de Arte sustantivo, de la de Modelo, Prototipo, o Arte influyente, porque hay modelos artísticos que no son sustantivos y arte influyente, de gran calidad y también mediocre, que es adjetivo.
Y, desde luego, hay genios y Genios, porque la palabra genio no se puede, desde luego, considerar que los iguala a todos. No es lo mismo la genialidad de Mozart que la de José Luis Perales, y no porque se trata de cosas distintas, sino porque en realidad hablamos de la misma cosa pero en rangos artísticos diferentes. Decimos entonces que el genio en el arte es aquel capaz de realizar obras de arte sustantivo. Lo demás, lo dijo Bueno aunque a algunos no se lo parezca, es mezcla, obra conocida de mayor o menor valor, cuando no cosa vulgar o impostura.
Compartir