La cita obligada del bicentenario del nacimiento de Wagner ha sido respetada también en Martina Franca. Llegados a la edición número 39 de un Festival que nació precisamente para poner broches de oro al Belcanto "made in Italy". Sorprendió, ante todo, la gran calidad de la orquesta que, ampliada y renovada en sus componentes, pudo superarse en ese gran reto que siempre supone interpretar al genial Ricardo. Mérito principal, todo hay que decirlo, de la batuta de Fabio Luisi, el director italiano de referencia en el repertorio wagneriano y de Richard Strauss, autor del que cabe recordar que está a punto de caer también el proximo 150 aniversario.
La claridad del gesto de Luisi y la compostura de su postura al dirigir, deberían ser tomados como ejemplo de buen oficio que tanto se echa en falta a muchos jovenes y descabellados talentos que ahora se han puesto de moda. Pero es que la precisión de la ejecución se unió a una sensibilidad exquisita, a un gusto superior en buscar no solo la pulcritud del detalle instrumental, si no también en sonsacar las emociones que desprende esta música sublime. Ya sea la weberiana obertura de Rienzi, o ese torbellino de sensaciones, el mar agitado y luego el apaciguarce de las olas, de El buque fantasma. El preludio de Lohengrin fue sencillamente mágico con su sutil e insinuante lirismo, mientras que la grandiosa obertura de Los maestros cantores resultó potente, brillante y encendió los ánimos de un aforo abarrotado, cuan atento y entusiasta.
La segunda parte ofreció el primer acto de La valquiria: cantaron el tenor Ian Storey, Siegmund de buenas intenciones, falto es verdad de brillo en "Notung", pero humanamente participe y finalmente vehemente en el dúo de amor con Sieglinde, a la que ofreció preciosa voz y un canto admirable, ya sea por suavidad y tecnica apropriada, la excelente soprano lituana Ausryne Stundyte. El joven bajo Gianluca Burato, Hunding, completó con autoridad y buen hacer el terceto de protagonistas y compartió el triunfo con sus colegas, con el maestro Luisi al que se le espera en el mes de julio de 2014 para la inauguraciòn de la edicion 40 del Festival de la Valle d‘Itria: nada más y nada menos que con Lohengrin. Eso sí, en versión italiana, volviendo a la gran tradiciòn ejecutiva deseada y empujada por el mismisimo autor, que consideraba y con razón, esta como la "mas italiana" de sus operas.
Será una lectura con optica belcantista de la vocalidad wagneriana. Otro reto del que, si Dios quiere, seremos testigos con renovado interés. Mientras, se aceptan apuestas sobre quienes seran los intérpretes principales, seguramente elegidos entre el florido vivero de jovenes promesas del Bel Paese.
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