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Crítica: Recital de Gabriele Baldocci en Madrid para La Filarmónica

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Autor: David Santana
12 de diciembre de 2020

Un concierto amable

Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid. 11-XII-2020. Auditorio Nacional de Música. Ciclo de la Filarmónica. Gabriele Baldocci, piano. Around Beethoven: Sinfonía nº 5, en do menor, op. 67 (transcripción para piano solo) de L. van Beethoven y F. Liszt y selección de obras contemporáneas e improvisaciones en torno a la figura de Beethoven.

   Hay conciertos buenos, regulares, malos... Pero hay otros que, además de por la calidad de sus intérpretes se pueden valorar por cómo nos hacen sentir. En ese aspecto, creo que es importante destacar que el concierto ofrecido el pasado jueves por el pianista italiano Gabriele Baldocci fue, ante todo, amable, cercano y acogedor.

   Parece que, cuanto más alto es el pedestal, más le cuesta al que está encima bajarse. Gabriele Baldocci, sin embargo, no tuvo ningún problema en hacerlo y romper, además, esa cuarta pared e interactuar con el público. Explicó cada una de las obras de forma personal: cómo se habían fraguado, lo que había experimentado al tocarlas... y logró conectar con el público especialmente mediante las improvisaciones que ahora comentaré. Sólo por eso, dejando incluso al margen la calidad del pianista, creo que fue un concierto al que mereció la pena asistir.

   El programa seleccionado por Gabriele Baldocci nos transporta a un tipo de concierto diferente a lo que estamos habituados. Around Beethoven está inspirado, sin duda, en el formato que tanto éxito dio a los virtuosos de mediados del XIX en sus giras por toda Europa: 

   Para abrir boca, una gran obra como la Sinfonía nº 5 de Beethoven, bien conocida por todo el mundo, difícil y ambiciosa, solo al alcance de los pianistas más virtuosos. Gabriele Baldocci ofreció una versión que nos hizo no echar demasiado de menos la imponente presencia de la orquesta sinfónica. Supo sacar unos matices inimaginables al piano e incluso supo proponer distintos timbres –dentro de los límites del instrumento– que nos permitían viajar mentalmente con suma facilidad a los compases de la versión para orquesta. Es cierto que la enorme cantidad de notas que Liszt escribe para las manos del pianista le llevó a desfigurar algún motivo rítmico –de vital importancia en esta sinfonía– e incluso a no destacar convenientemente los motivos principales que, a veces, quedaron tapados por otras melodías menos importantes debido a la igualdad tímbrica del piano frente a la variedad orquestal. Pero en líneas generales Baldocci realizó una gran interpretación, aunque en una obra de tal magnitud siempre habrá cosas por mejorar, seguro que hasta el propio Liszt las tenía.


   El repertorio de pequeñas obras que completaba el concierto supuso otro tipo de virtuosismo más pianístico. Hubo tres estrenos inspirados en Beethoven: Bagatela en sol, del mismo Baldocci; Light Sonatina de David Winkler y The Fall de Douglas Finch. De ellas, la Bagatela en sol resulta la más pianística de todas, mientras en Light Sonatina podemos apreciar una escritura irónicamente pesada y dramática en unas líneas armónicamente muy recargadas. The Fall bebe de ese minimalismo tan popular en América y que también está presente en la Quinta de Beethoven, pero ese es quizás un tema demasiado complejo como para desarrollarlo en esta crítica.

   Se completa la sesión con una obra muy curiosa: Poem of the Bohemian, de Michael Glenn Williams que nada entre las melodías de Bohemian Rhapsody de Queen y la Rapsodia Húngara n.º 2 de Franz Liszt. Todo un reto para un pianista y a un nivel de virtuosismo que, estoy seguro, convencería al propio Liszt. Por último hubo dos momentos dedicados a la improvisación. Supone ésta la mayor demostración de virtuosismo de un instrumentista, pues se muestra no ya solo capaz de tocar, sino también de crear al mismo tiempo. Además, ofrece al público la sensación de estar escuchando algo único, dando al concierto una exclusividad que, como ya sabemos, según las leyes del mercado siempre cotiza a la alza. Baldocci mezcló con notable buen gusto los temas perfectamente reconocibles de la 5ª sinfonía de Beethoven en la primera improvisación en la que también destacó su inteligente uso de los matices. Para el final, se pidió al público que propusiese varias ideas para una improvisación que acabó siendo sobre el Liebestod del Tristán e Isolda mezclado con emociones que iban desde la rabia hasta la esperanza y con una alusión a la resiliencia encarnada musicalmente en las notas de nuestra Marcha Real.

   Los aplausos llevaron a que Baldocci no pudiera abandonar el auditorio sin brindar dos propinas: un alegre Vals de la silla de ruedas y la Danza ritual del fuego del Amor brujo de Falla. En definitiva un concierto hecho por y para el disfrute, repleto de virtuosismo y de piezas de estreno hechas desde el cariño y no la protesta; un concierto que se puede resumir con una sola palabra: «amable».

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