Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. 12-XI-2017. Aida, Verdi. Director musical: Frédéric Chaslin. Director de escena: Francesco Micheli. Escenografía: Edoardo Sanchi. Dibujos: francesca Ballarini. Vestuario: Silvia Aymonino. Iluminación: Fabio Barettin. Orquesta y coro del Teatro Comunale de Bolonia.
Esta ultramoderna Aida es una producción del Teatro Comunale de Bolonia con el Macerata Opera Festival. Francesco Micheli da una visión esencial de la ópera, despojada de la grandiosidad a la que estamos acostumbrados, para dar más bien una lectura de introspección psicológica. El montaje de grand-opéra de la época de Verdi se transforma aquí en un drama intimista, más sencillo, más claro y más evocador de lo trágico que de lo exótico. La acción se desarrolla sin lo superfluo, profundizando la historia individual de los personajes que se mueven en un escenario que Edoardo Sanchi ha transformado en un enorme laptop, versión actual del papiro, donde el teclado sirve de plataforma y la pantalla de telón de fondo. También el Gran Sacerdote y los coristas tienen en sus manos un moderno tablet, como el papiro empleado por el escriba que narraba la historia. El mundo egipcio no se pierde, porque las espectaculares proyecciones muestran símbolos e ideogramas del Libro de los muertos y también carros, caballos y la grandiosidad de la parada triunfal. Y al final el laptop se cierra lentamente sobre Aida y Radamès, condenados a muerte, como si fuera la losa de su tumba.
El trabajo del director escénico se nota tanto en la perfecta coordinación entre los cantantes y las imágenes que se suceden en el fondo, como en el montaje que se sirve también del patio de butacas para dar más movimiento e interés a la acción. Notable la coreografía de Monica Casadei y la ejecución de la Compañía de Artemis Danza, ataviada como las tropas imperiales de La guerra de las galaxias. El vestuario de Silvia Aymonino es elegante y atemporal. Exceptuados Aida y su padre Amonasro que visten de negro, signo de tristeza, los demás personajes visten de blanco, pero a veces los indumentos toman diferentes colores iluminados por las espléndidas luces de Fabio Barettin, que subrayan los momentos fundamentales del espectáculo.
El maestro Frédéric Chaslin, en perfecta sinergia con el director escénico, obtiene de la orquesta un gran resultado con una marcha triunfal que se aleja de cierta tentación de verismo, del cual estaba bien lejos Verdi, y respeta los piano y pianísimo que abundan en la partitura subrayando los momentos íntimos. La batuta cuida la diversidad de las atmósferas exóticas y las íntimas y no marca demasiado los contrastes. Los cantantes han interpretado con gran autenticidad su personaje. Magnífica la interpretación de Monica Zanettin (Aida), con voz siempre armoniosa y bien modulada, y buena también la prueba de Nino Surguladze (Amneris), de quien señalamos el dúo con Radamès. Este último, encarnado por Antonello Palombi, tiene dificultades al principio, en especial con el aria “Celeste Aida”, pero mejora en la segunda parte, sobre todo en la escena final. Dario Solari es un Amonasro con rotunda voz baritonal y Enrico Iori se desenvuelve bien como Ramfis en el doble papel de Gran Sacerdote y narrador. Luca Dall’Amico es un rey con gran carisma. Correctos Beth Hagermann y Cristiano Olivieri como sacerdotisa y mensajero. Una mención especial merece el magnífico coro preparado por Andrea Faidutti. Espectáculo verdaderamente nuevo, ha interesado al público que ha aplaudido repetidamente.
Foto: Rocco Casaluci
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