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Crítica: La Filarmónica de Málaga inaugura temporada de la mano de José María Moreno

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Autor: Verónica G. Prior
18 de septiembre de 2022

La Filarmónica de Málaga inaugura, bajo la dirección de su titular, José María Moreno, su primer concierto de la Temporada de Abono, con obras de Richard Strauss, Mussorgsky, Ravel en el que también se rinde homenaje al compositor español Ramón Roldán y debuta sobre el escenario del Teatro Cervantes la soprano lírica Vanessa Goikoetxea.

La Filarmónica de Málaga de la mano de José María Moreno

Pintura musical


Por Verónica G. Prior
Málaga, Teatro Cervantes de Málaga, 15-IX-2022, Programa 01 de la Temporada de Abono de la Orquesta Filarmónica de Málaga [OFM] en la Temporada 2022-2023. José María Moreno (Director Titular y Artístico),  Vanessa Goikoetxea (soprano). Recreación, de Ramón Roldán (1954); Vier Letzte lieder, Trv.296 (Cuatro últimas canciones), de Richard Strauss (1864-1949); Cuadros de una exposición (transcripción para gran orquesta), de Modest Mussorgsky (1839-1881)/Maurice Ravel (1875-1937). 

   Antes de dar comienzo el concierto, la OFM, su director, así como Alejandro Cano, Presidente de ACIM (Asociación de Compositores e Intérpretes de Málaga), hicieron entrega de una placa-homenaje al compositor Ramón Roldán, fundador hace más de un cuarto de siglo de la ACIM), reconociendo su valía como compositor. De este malagueño de adopción, la OFM interpretó Recreación, obra encargada al autor por la Junta de Andalucía con motivo del aniversario de la muerte de Federico García Lorca. Durante los dieciséis minutos que duró la interpretación, el público escuchó a una orquesta de la que José María Moreno extrajo una excelente tímbrica. La orquesta se adaptó sabiamente a los momentos más pasionales y salvajes de la partitura, como también a los delicados y sutiles. Los metales y la percusión brillaron en la ejecución de esta complicada y atractiva obra musical. Los timbales de Leopoldo Saz aportaron carácter y personalidad a la obra.

   Las cuatro últimas canciones de Strauss sonaron magníficamente en la voz de la soprano lírica Vanessa Goikoetxea. Las piezas poseen un carácter autobiográfico que estuvo muy bien transmitido por una orquesta centrada en resaltar los sentimientos de tristeza y la melancolía que  precedieron a la muerte del compositor. Parece que en dichos momentos el músico alemán se sintió abatido por las consecuencias de una Guerra Mundial que arrasó teatros en los que él mismo había dirigido o producido su música, la misma que cerró el capítulo de la lírica postromántica del siglo XIX. El mismo sesgo autobiográfico de la obra se ve reflejado en un doble acontecimiento vital del propio Strauss: su padre fue solista de trompa durante cuarenta años y la mujer del compositor fue soprano profesional.

   José María Moreno contuvo adecuadamente la densidad sonora de la partitura para que la voz de la soprano no se hundiera o atenuara en ella. Los profesores de la OFM modularon sus intervenciones para amoldarse a las inflexiones de voz, ritardandos, respiraciones y ataques realizados por la cantante. Este arte de adecuación de la orquesta permitió a Vanessa Goikoetxea moverse con facilidad en su tesitura y resaltar, limpia y cuidadosamente, cada matiz.

   El flautín realizó unos acertados, breves y risueños trinos mientras la soprano entonaba con nostalgia sus largas y vibrantes notas, acompañadas puntualmente por la concertino. La trompa acompañaba dulcemente a la melodía y el resto de la sección metal, con sordinas, resaltaban las notas lánguidas de la sección cordal, emulando así la muerte o la cercanía de ella ante el compositor. Tras un morendo y unos segundos de sepulcral silencio, metáfora sonora de la pérdida de pulso vital, perecieron las notas de tan emotivos pentagramas. Gran ovación, tras esta primera parte del programa, con el público puesto en pie.  

   La segunda parte del concierto se centró en exclusiva en la extraordinaria interpretación de Cuadros de una exposición. José María Moreno dirigió desde un gran conocimiento de la misma, captando el ineludible sello ruso de la pieza. Con esta música , Mussorgsky se aleja, armónica, contrapuntística y formalmente de las tendencias germánicas y centroeuropeas emergentes. A este hecho debe añadirse la adaptación orquestal a cargo de Ravel que incorpora, como novedad, un solo de saxofón, esplendorosamente interpretado en este caso. En general el director consiguió que los músicos se sumergieran en la historia que narra cada cuadro, y cómo ve el compositor cada uno de ellos. El resultado fue  una acertada y espectacular interpretación realmente expresiva, que hizo viajar al público por distintos ambientes plenos de sensaciones. El final, pletórico y majestuoso, consiguió poner nuevamente en pie a un público que respondió con grandes  ovaciones y fortísimos aplausos en reconocimiento al excelente trabajo.

Foto: Laura Bueno Caparrós

 

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