Crítica del concierto del trompa Felix Klieser y Hossein Pishkar con la Orquesta de Córdoba
Estimulante concierto
Por José Antonio Cantón
Córdoba 26-X-2023. Gran Teatro de Córdoba. Orquesta de Córdoba. Solista: Felix Klieser (trompa). Director: Hossein Pishkar. Obras de Wolfgang Amadeus Mozart y Richard Strauss.
Dos músicos de talento han determinado la calidad del segundo concierto de abono de la presente temporada de la Orquesta de Córdoba, dedicado a la trompa, señero instrumento incorporado a la sección de metales de la formación orquestal desde finales del siglo XVIII. En primer lugar hay que considerar al trompista alemán Felix Klieser, que interpretó como solista el Segundo concierto, Kv 417 de Mozart, y el Primer concierto, Op. 11 de Richard Strauss; en segundo, al joven maestro iraní Hossein Pishkar, indiscutible promesa de cara ocupar un lugar relevante entre los directores de su generación, dada su creciente impronta artística desde que ganara en 2017 el prestigioso concurso Deutscher Dirigentenpreis de Colonia en su primera edición a nivel internacional.
Con unas cualidades de gestualidad muy definidas en sus perfiles académicos, inició su actuación con la obertura de la pequeña comedia musical El empresario que Mozart compuso en el invierno de 1786 por encargo de la corte imperial. La respuesta de la orquesta estuvo adecuada a la información que recibía del pódium en aras a empastar la sección de cuerda. Klieser apareció seguidamente para interpretar el mencionado concierto Kv 417 del mismo compositor. Inicialmente, su sonido no contó con la limpieza deseable, ya que tuvo un proceso de adaptación en su embocadura que no perjudicó a la complicada articulación que realizaba con los dedos de su pie izquierdo accionando las válvulas de la trompa, ya que este músico nació sin brazos, lo que le convierte en un caso singularísimo de superación y confianza en sí mismo desde que se planteara durante su infancia ser un virtuoso de este instrumento. Alcanzada la flexibilidad deseable en sus labios, logró un grado de dulzura en el Andante favorecido por una sonoridad más clara e incisiva, que ya se mantuvo a lo largo del alegre Rondo final con plena satisfacción para él y todos los presentes, asumiendo así el protagonismo esperado.
Su acción se complicaba con el concierto de Strauss, dadas las mayores exigencias técnicas de esta obra, que le obligaban a lograr todos sus matices sin el auxilio del brazo derecho que, con la mano, sirve para modular la resonancia y el carácter tímbrico del instrumento pedido en cada momento. A esto hay que añadir su postura corporal en escorzo de la pierna para poder acceder con el pie a las válvulas, con el inconveniente que ello supone de comprimir el diafragma dificultándose así la plenitud de un soplo regulado adecuadamente para la emisión del caudal de aire, aspecto sustancial para llegar con potencia, seguridad y definición al amplio espectro dinámico que permite la trompa. Su interpretación fue irreprochable tanto en el aspecto técnico como en el estético sin menoscabo alguno de la gracia, humor y bravura que propone el compositor, especialmente en el rondó final. El entusiasmo del público después de este movimiento se tradujo en un cerrado aplauso que no terminaba de concluir, por lo que, como agradecimiento, brindó una versión adaptada de la fanfarria La reunión de caza que para cuatro trompas escribió Gioacchino Rossini el año 1828 en la localidad francesa de Compiègne, que sirvió serenar la efusividad del auditorio.
Con una excitante versión de la famosa Sinfonía nº 40 en sol menor, Kv 550 de Mozart concluía el programa. Demostrando un conocimiento absoluto de la obra, el joven maestro Hossein Pishkar dio amplitud de canto al conocido tema del primer tiempo sin perderse el contraste que suponen la tensión e inquietud de su desarrollo. Confirió un carácter de danza lenta al contenido del Andante subsiguiente, percibiéndose en su cinética cierta búsqueda de fantasía en los trazos de su batuta. Con elegante gracia condujo el minueto, generando especial serenidad en su trío, para terminar estimulando a la orquesta a poder dar las complicadas modulaciones contenidas en el Allegro assai final, que dejaron la sensación de ser el resultado de un trabajo de preparación y montaje muy bien planteado por este director de clara y creciente proyección artística.
Fotos: Rafa Alcaide
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