Lugar: Auditorio de Oviedo. Fecha: 13 de marzo. Ciclo: Conciertos del Auditorio
LA VOZ DE SU AMO
En la historia de la música se han dado numerosos ejemplos de directores que han permanecido mucho tiempo como titulares de una orquesta. Es conocido el caso de George Szell, que dirigió durante 24 años a la Orquesta de Cleveland, convirtiéndola en una de las mejores del mundo. Seiji Ozawa permaneció 29 años al frente de la Sinfónica de Boston y, ya mucho más cerca, Víctor Pablo Pérez lleva nada menos que 18 haciendo de la Sinfónica de Galicia una de las más prestigiosas de España. Pero el caso de Vladimir Fedoseyev con la Orquesta Sinfónica Chaikovski rompe todos los records. El prestigioso maestro ruso lleva nada menos que 35 años al frente de una formación cuya personalidad parece una prolongación de la suya. No hay secretos para que estas relaciones sean tan longevas. Es necesario un director de calidad, pero sobre todo un fuerte apoyo político. Fedoseyev y su orquesta vinieron de Viena y, pasando por Oviedo -única ciudad española de su actual gira-, se marcharon a París dejando dos interpretaciones sinfónicas de gran peso específico, de la "Sexta sinfonía" de Chaikovski y la "Quinta" de Shostakovich. La interpretación de la "Patética" fue una visión de trazo grueso, delineada con mucha convicción pero poco atenta a los detalles, como si de tanto estar de vuelta de la obra ya fuese suficiente con mostrar el notable nivel de un conjunto que exhibe con orgullo parte de su historia. Fedoseyev demostró ser un director de gran carisma y talento, pero incapaz de ceder protagonismo ante el propio Chaikovski, como si su indiscutible magisterio técnico fuese suficiente para mostrar los delicados matices patéticos de la obra de un autor tierno y sentimental. No lo fue. A la versión le sobró autoridad y magisterio, y le faltó sutileza y franqueza de espíritu. Lo que en Chaikovski no terminó de funcionar, en Shostakóvich resultó muy bien, quizás porque el autor de la "Quinta sinfonía" escribió con un estilo menos sincero, con más aristas, satírico, también convulso, pero frío de espíritu y, políticamente, como se sabe, algo más correcto. Incluso la colocación de la orquesta, que en Chaikovski entorpeció mucho la sonoridad y el estilo melódico, en Shostakovich resplandeció como pocas veces hemos visto, ofreciendo una energía y contundencia expresiva que, aún sin el refinamiento preciso, reflejó la verdadera autoridad de un gran conjunto, serio, eficaz, de brillante complexión y actitudes orgullosas, que no tuvo más remedio que reflejar, con inusitada claridad, el estilo de la voz de su amo.
NOTICIAS RELACIONADAS
Compartir
Aviso: el comentario no será publicado hasta que no sea validado.