Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. Teatro Comunale. 6-IV-2018. I Capuleti e i Montecchi (Vincenzo Bellini / Felice Romani). Alberto Camón (Capellio), Lara Lagni (Giulietta), Aurora Faggioli (Romeo), Francesco Castoro (Tebaldo), Nicolò Donini (Lorenzo). Orquesta y Coro del Teatro Comunale de Bolonia. Director musical: Federico Santi. Dirección de escena: Silvia Paoli.
I Capuleti e i Montecchi, quinta ópera de Bellini, anticipa la pureza lírica de La sonambula. Estrenada en Venecia en el Teatro La Fenice el 11 de marzo de 1830 obtuvo inmediatamente gran éxito por su melodía, en la que los instrumentos de viento, en especial la flauta, tienen gran protagonismo. El libreto no se basa en la famosa tragedia de Shakespeare, sino más bien en Luigi da Porto y Matteo Bandello. Los enamorados pertenecen a dos facciones políticas medievales, los Güelfos y los Gibelinos.
El espectáculo que acabamos de ver pertenece a «Opera Next», proyecto de la “Scuola dell’Opera” del Teatro Comunale de Bolonia y del “Opera (e) Studio” de Tenerife, reservado a jóvenes particularmente dotados. La directora, la conocida Silvia Paoli, ha creado un espectáculo fresco y moderno, donde entre los dos bandos tiene gran importancia la acción violenta, que se ambienta en la acertada escenografia de Andrea Belli: un bar con mesas de billar, propiedad de Capellio, jefe de los Capuleti y padre de Giulietta. Al fondo la entrada y altos ventanales que se asoman a la calle por donde también pasará el funeral. Con la ayuda de las luces de Alessandro Carletti, adaptadas para este montaje por Daniele Naldi, esta misma estructura se transformará en un salón con las mesas preparadas para la fiesta de boda, y en tumba de los enamorados.
Se ha respetado con rigor la dramaturgia y la partitura originales, pero la fábula está ambientada en los años setenta, como muestra el vestuario de Giulia Giannino, y naturalmente los rivales se enfrentan pistola en mano en lugar de espadas, así como la propia Giulietta se suicida de un tiro en la sien. El espectáculo es sin duda una historia de odios y venganzas que evocan más bien los choques entre bandas criminales, y el trágico amor imposible es solo una consecuencia. La frecuente presencia de niños, que aparecen como espectros y obsesiones (el hermano de Giulietta y otros pequeños), recuerdan no solo a las jóvenes víctimas de las guerras entre clanes de la ‘ndrangheta, sino también a los inocentes que hoy sufren en su carne las secuelas del odio y de los conflictos, y una vez más la directora subraya la actualidad de la situación.
Buena la batuta de Federico Santi que da una lectura fresca perfectamente adaptada a la nueva dirección escénica, atenta a la cantabilidad de la partitura sosteniendo a los cantantes, pero también muestra su experiencia sinfónica conduciendo con habilidad a la orquesta que luce tanto en los momentos violentos como en los más líricos.
El cast, muy joven, en general supera holgadamente la prueba dramática y la vocal. Lara Lagni es una Giulietta sacrificada por un padre-patrón, totalmente sumisa y encerrada en un traje de novia que la sofoca con su estrechez, acertado símbolo de la imposibilidad de moverse y de fugarse como le propone su enamorado. Muy prometedora con una voz clara y segura, tiende a ligeras forzaduras en los agudos, seguramente a causa de su juventud. Aurora Faggioli bien encarna a un Romeo perteneciente a estos clanes, nobilitado solo por su amor, pero su voz dura y en ocasiones estridente podría mejorar con ulterior preparación. Entre todos destaca el tenor Francesco Castoro (Tebaldo) con claras dotes dramáticas y vocales, facilidad en los agudos y buena extensión. Correctos Nicolò Donini como Lorenzo y Alberto Camón como Capellio. Buena la prueba del coro preparado por Andrea Faidutti.
Un espectáculo de jóvenes y para jóvenes, muy apreciado también por el público habitual del Comunale que no ahorró en aplausos y ovaciones, en especial para Lara Lagni y Francesco Castoro, premiados también durante la representación.
Foto: Rocco Casaluci
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