Por Albert Ferrer Flamarich
España alla Rossini. Anna Tonna, mezzosoprano. Emilio González Sanz, piano. Cristina Gómez Tornamira, castañuelas. Miguel Borrallo, tenor. Cuarteto Cavatina. Aurelio Viribay, piano. IC021 DDD 2010 1CD 66:10 2015
Entre la colección de canciones compuesta por Rossini figuran muchas con ritmos, temas, textos o simplemente destinatarios que tienen que ver con España. Este compacto recoge algunas de ellas cuya naturaleza popular y escritura fácil configuran un programa jugosísimo. Por ello no sorprende que la mezzosoprano estadounidense Anna Tonna le haya dedicado atención. Es una consecuencia lógica de su voluntad y capacidad de trabajo en pro del repertorio hispánico cimentada en su enorme y –esperemos- incansable curiosidad profesional como ya se evidenció con su disco sobre las canciones de Julio Gómez editado hace unos pocos años por el sello madrileño Verso.
Lo ofrecido aquí es puro divertissement canoro. Es música de salón de calidad que, como observa agudamente José Luis Téllez, también posee la particularidad de compartir compás ternario o subdivisión ternaria, siendo ésta una medida común en la música española (jotas, fandango, seguidilla…). Son piezas que requieren atmósferas diferenciadas dentro de un estilismo semejante. No hay grandes exigencias en la extensión ni en la dificultad técnica, al margen de algunos requerimientos de coloratura, ritmo y puntuales ascensos al agudo. Algunas en francés, otras en italiano, alguna en castellano como La vida del náufrago y alguna en latín como “Fac ut portem” procedente del Stabat Mater, en todas la mezzosoprano luce una estimable dicción aparejada a una articulación trabajada que sustenta la adecuación estilística, la fluidez y musicalidad del fraseo y que, además, no se ve entorpecida en los ascensos al agudo ni en las agilidades.
El programa pertenece a varias épocas compositivas y se inicia con el texto de Émilien Pacini, hijo del editor francés de Rossini, A Granada, traducido luego al español por Ventura de la Vega, el poeta y dramaturgo autor del libreto de Jugar con fuego de Barbieri. Una canción, por cierto, estrenada por Adelina Patti –nacida de casualidad en Madrid y dedicada a Isabel II de España, tan casquivana como divita y gran aficionada a la ópera –tenía buena voz cultivada desde la infancia. Llena de giros hispanizantes da muestra del talento de quien desde los diecinueve años cantó a menudo en los sábados musicales de la Villa de Passy donde se reunía lo más granado de la sociedad musical y mundana parisiense para escuchar las composiciones pesarés.
El melómano curioso podrá complementar este compacto con el volumen décimo tercero de la serie Il salotto de Ópera Rara que seduce por sus excelentes matices en tempo, inflexiones expresivas e idiomatismo en general, tanto en esta canción como en todo su programa. Unas cualidades que no desmerecen la aportación de Anna Tonna y Emilio González Sanz, bien trabajada y de suficiente enjundia. Ambos compactos solo tienen en común dos títulos. La segunda, el dueto Les amants de Sevilla extraído del volumen tercero de Los pecados de vejez, cuenta con el solvente tenor Miguel Borrallo. A pesar de la meritoria realización cabe señalar la ausencia de un francés mejor pronunciado y la perfectible coloratura antes de la reexposición del tema. O giorno sereno concluye el corpus de dieciséis piezas siendo cantada por el Cuarteto Cavatina y Aurelio Viribay al teclado.
Por otro lado se ha buscado sugerir un sonido de época y una estética de salón con el piano Broadwood & Sons (1831) del pianista Emilio González Sanz. Por cierto, la toma sonora lo revela muy presente, con arrojo, riqueza tímbrica aunque de toque más percusivo que velado, pero ensamblando y complementando el juego musical de su compañera. A destacar los efectos de castañuela de L’invito. Unas castañuelas sí incluidas con pericia por Cristina Gómez Tornamira en “Nizza, je suis sans peine” y Canzonetta spagnuola.
La edición en dijipack pretende ser atractiva en el diseño pero el inlay no explicita la pertenencia de las canciones a los ciclos matriz ni cede espacio a José Luís Téllez para firmar un texto que acerque al melómano al mundo salonnier de Rossini ni a una guía de audición meritoria. Algo necesario ante el desconocimiento general y el desierto bibliográfico sobre esta materia en castellano. Al menos se incluyen los cantables en tres idiomas (italiano y francés originales, traducción al castellano y al inglés). En resumen, es un disco que ejemplifica la belleza en abstracto del bel canto italiano, sin la pasión romántica a medio camino entre el clasicismo y el romanticismo y con ribetes populares. Un buen homenaje a los pecados de vejez (y no tanta vejez) cuya audición no conlleva penitencia. Al contrario, un considerable placer.
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