En seguida abarcó personajes de rompe y rasga...
Amneris, Santuzza, Leonora, Dalila, Charlotte, Carmen... La verdad es que lo pienso y me digo: "horrible, horrible". No sé cómo lo hice; quiero decir, cómo fui capaz de cantarlas y seguir viva, y tener la carrera posterior que pude tener por toda Europa. ¡Qué voz debía yo tener para no quedarme muda! No suelen ser los papeles por los que uno suele empezar. Recuerdo que en Viena me contrataron para cantar la Beltrana de Doña Francisquita, ¡en alemán! Aquello fue horroroso, terrible, aburridísimo, pero al público le encantó. Siempre recordaré que Fernández Cid escribió en su crítica que "nunca en la vida Ana María habrá oído la cerrada ovación que recibió al cantar el Marabú" ¿Y sabe por qué? Toda la obra se estaba cantando en alemán. Yo era la única española del reparto y me tenía todo el texto aprendido en alemán, pero me dio un cólico nefrítico enorme porque me puse muy nerviosa con los histerismos de Tamayo, que llevaba la escena y no hacía más que repetirme: "Ana María paséate para que las austriacas sepan como camina una madrileña" Y yo para arriba y para abajo y allí ellas mirándome, que la más pequeña tenía un 40 de pie. ¡Imposible que anduviesen como una madrileña! Total, que me dio el ataque y claro, era el estreno, y no tenía ni sustituta, así que me dije: hay que cantar. Llamaron a un médico y me puso una inyección de morfina. Aguanté hasta el Marabú, que está al final, donde ya no pude más y me dije: "¡A la porra (¡perdón!) todo, se acabó, yo esto lo canto en español!" ¡Se armó lo que no está escrito, no sabes lo que fue aquello, increíble, apoteósico! Luego también me llamaron para cantar Carmen en alemán. Y después de estar casi un año trabajándola me di cuenta que cantar Carmen en alemán no tenía razón de ser. No se podía ser fiel a su sensualidad, así que me temo que les dejé un poco tirados, y me fui.
Tantos grandes papeles de mezzo en su vida y resulta que empezó como soprano con las heroínas puccinianas...
Sí, yo empecé como soprano. Empecé muy joven y llegué a cantar 25 títulos como soprano. Me encantaba Puccini: Butterfly, Mimì, Manon, papeles que, de joven, mi voz podía asumir, pero con el tiempo me fue pesando más el grave, hasta que un día mi maestro me propuso probar con un rol de mezzo, porque tenía obviamente una facilidad pasmosa con el grave. Pude con ello, no me quedé afónica y seguí.
Llama la atención que siempre siguió estudiando. Rodríguez de Aragón, Elvira de Hidalgo, Pierre Bernac, discípulo de Poulenc.
He tenido la suerte de poder estudiar con los mejores. Una cosa es cantar de natura, como yo podía hacer, pero al ver que mi carrera estaba siendo algo serio, cuando gané el Grand Prix du Disc, me dije: "Ana, calma, estudia". Cuando enseño a mis alumnas siempre les digo: "No sabes nada, aprende, aprende". Y yo no tenía ayuda de ningún tipo.