Una entrevista de Yolanda Quincoces
A sus sesenta y siete años de edad, la soprano Mariella Devia sigue siendo una de las más grandes representantes actuales del repertorio belcantista. Perfección técnica unida a una gran sabiduría a la hora de desarrollar su carrera han permitido que siga brillando en papeles tan exigentes como el de Norma, que presentara con gran éxito en nuestro país el pasado marzo. Este mes de septiembre la trae de vuelta a España, inaugurando la nueva temporada del Teatro Real en el rol de Elisabetta en Roberto Devereux.
Usted es considerada actualmente una de las mayores especialistas en repertorio belcantista, un repertorio que ha constituido la base de su carrera. ¿Por qué eligió ese camino, el del bel canto? ¿Fue una cuestión de gusto o fue su voz la que le guió?
Diría que las dos cosas. Por un lado, mi vocalidad, la sentía adecuada a este repertorio que, por otra parte, siempre me ha gustado mucho cantar. Así que diría que son las dos cosas a la vez.
¿Alguna vez se ha planteado enfocar su carrera de otra forma? ¿Hacia otro tipo de roles?
No, sinceramente, no. Repito que es un repertorio que me gusta muchísimo y, además, es también bastante amplio, porque los autores que he cantado van de Verdi a Rossini, al bel canto, a Mozart... Es mucha música.
¿Ha cambiado la forma de cantar desde la época del bel canto hasta la actualidad?
La forma de cantar... digamos que, en mi opinión, cambia el gusto. Cambia el gusto de los artistas, cambia el gusto también del público, se modifica. Digamos que ha habido redescubrimientos filológicos, etc. Quizás el periodo del verismo, fue un periodo en el que el bel canto se hacía poco; después hubo un redescubrimiento. En lo que se refiere a la técnica yo diría que no ha cambiado. Pero el gusto, a lo mejor sí.
Su Norma, un rol considerado por muchos la cima de los roles de soprano, ha recibido grandes elogios de público y crítica. Antes de debutar este rol, hace un par de años en Bolonia, ¿lo consideraba usted como un objetivo en su carrera, como una meta?
Sí, ciertamente. De hecho es un rol que rechacé durante muchos años. Me lo pidieron antes de cantarlo en Bolonia pero siempre había dicho que no. Porque, en mi opinión, es una ópera íntima, que habla sobre todo de sentimientos. Es muy muy íntima como ópera y, por eso, debía encontrar un director y una compañía de canto que tuviese estas ideas.
¿Las expectativas del público son mayores para Norma que para otros roles de bel canto? ¿Es mayor la presión?
En mi opinión, sí. Es un poco como La Traviata, ¿no? Son roles tópicos en los que la gente tiene expectativas, a lo mejor incluso diferentes de lo que son los gustos interpretativos, no lo discuto. Son óperas que la gente ama. Son... especialmente Norma... para mí es extraordinaria.
El público cuenta también con el ejemplo de grandes sopranos que la han cantado...
Sí, en el pasado, seguramente. Pero, en mi opinión, cada una de nosotras, cada artista, tiene un modo personal de afrontar los personajes y es un gusto que, repito, cambia. Las cantantes que lo cantaron en los años cincuenta, creo yo, hoy la cantarían probablemente de otra manera.
Haciendo un repaso a los roles que ha interpretado en los últimos años, llama la atención, por salirse de lo que es habitual en su repertorio, el de Liù en Turandot. ¿Por qué decidió afrontar este personaje?
Pues esto fue algo así como un capricho (risas). Bueno, el rol es bellísimo... Es el máximo de Puccini que me puedo permitir, digamos.
¿Tiene intención de repetirlo en el futuro?
No... no tengo ningún proyecto para volver a hacerla, así que no.
Entonces, ¿no ha pensado en otros roles de Puccini?
No, los otros roles que he hecho son Musetta y Lauretta en Gianni Schicchi y está bien así. No deseo cantar ningún otro.
¿Cuál es el secreto de una voz tan longeva como la suya?
Lo primero de todo la elección del repertorio. Siempre estar en un ámbito... repito que a mi siempre me ha gustado muchísimo cantar estos roles. Y después, claro, el estudio y la técnica.
¿Ha rechazado muchos papeles por no ser adecuados para su voz?
Sí que he dicho algún “no”, debo decir (risas). Algunos roles que me han ofrecido cuando, en mi opinión, no era todavía el momento. Como Traviata, que me la ofrecieron justo después de debutar y dije que no durante mucho tiempo. Se necesita un poco de experiencia y conocimiento. No puedo subirme al escenario si no estoy segura de que puedo cumplir con lo que está escrito. Además de que hay un público con el que hay que cumplir, pero antes de todo hay una partitura, una música que hay que respetar.
¿Cómo se enfrenta un cantante lírico a los cambios que se producen en la voz a lo largo de los años?
Se puede ampliar al repertorio... pasar de Lucia a Norma, por ejemplo. O a Devereux, o a Stuarda, o Borgia... Siempre dentro del ámbito de un repertorio belcantista, esto yo lo he hecho.
¿Para usted ha habido algún punto de inflexión en cuanto a su voz en su carrera?
Sí... hay cambios, obviamente. La voz se desarrolla, gana cuerpo, y al mismo tiempo necesita que haya elasticidad en toda la gama, en toda la tesitura.
Tras todos estos años de carrera, tras todos esos éxitos, ¿sigue usted estudiando? Y, más importante, ¿diría que sigue aprendiendo?
Diría que se aprende siempre, sí. Estudiar también, a uno mismo, la propia voz, además de, obviamente, roles nuevos e interesantes.
¿En qué ha cambiado el mundo del canto lírico desde que usted empezó?
¿Cómo ha cambiado? En este momento de crisis del teatro resulta bastante gracioso preguntarse qué ha cambiado. Al menos en Italia los teatros están en una crisis tremenda, y este es un cambio que nos influye no sólo a nosotros, los artistas. Ya no se trabaja con la tranquilidad y con el tiempo que se necesita para obtener resultados altos, de calidad.
¿Y el gusto del público? ¿Sigue siendo el mismo?
El gusto del público pienso que es bueno que evolucione, que cambie, que no permanezca igual. Lo que a mí me gustaría, lo que yo pido, es que el público venga al teatro siempre con curiosidad, como si fuera una película que nunca ha visto. Aunque sea una ópera que ya ha visto y, sobre todo, de la que ha escuchado discos. La gente debería entrar en el teatro con la idea de que es la primera vez que ve o escucha esa ópera. Esto, en mi opinión, sería una buena cosa.
Respecto a las nuevas generaciones de cantantes, ¿cree que tienen más dificultades? ¿Hay más competencia ahora que cuando usted estaba empezando?
La competencia siempre ha estado ahí. Hoy, repito, es difícil, pero veo que los jóvenes que son válidos consiguen, como siempre, abrirse camino. Y, de todas formas, siempre ha sido un mundo difícil.
Usted inaugura la nueva temporada del Teatro Real con Roberto Devereux. ¿Es esta la primera vez que canta este título en versión escenificada?
Sí, lo he cantado en versión de concierto.
Y, ¿cambiará en algo su forma de afrontar el rol, respecto a cuando lo hacía en versión concierto?
Esto no lo sé, pero supongo que sí. Estará el trabajo con el director de escena... y tantas cosas que pueden cambiar sobre el escenario respecto a la versión de concierto.
¿Usted lo siente diferente? Cuando canta una ópera en versión concierto o escenificada...
Si la ópera ya la he hecho antes, no. Pero, en general, digamos que estar sobre el escenario ayuda. También se puede hacer en forma de concierto, en Italia he hecho muchas. Si es un rol que ya he hecho sobre el escenario y se vuelve a hacer en forma de concierto está igualmente bien. Si no se ha afrontado nunca sobre el escenario pienso que alguna cosa sí puede cambiar, un acento puede ser diferente...
También es la primera vez que lo canta en España.
Sí.
Además de este Roberto Devereux, ¿cuáles son sus próximos compromisos?
Pues son Norma y Devereux (risas). Continúo por este camino...
¿Y Traviata? ¿Ya no la mantiene en su repertorio?
No... Diría que a veces me siento un poco... anacrónica. Quiero decir, la edad que yo tengo, para cantar ciertos roles... Prefiero los roles que presupongo son de una persona madura. Elisabetta, del Devereux, por ejemplo, en la realidad histórica cuando hizo matar a Devereux, tenía setenta años. Así que me va estupendamente, ¡soy más joven que ella! (risas). Son cosas que hay que tener en consideración. Norma es una mujer que tiene hijos, no es una chiquilla. Las Lucias, las Traviatas... a pesar de la madurez que tienen los personajes, son personajes que requieren, en mi opinión, una juventud.
Y, finalmente, tras tantos éxitos ¿qué le queda por hacer en su carrera? ¿Algún reto de futuro?
El futuro yo lo veo en la enseñanza... Espero ser una buena maestra.
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