El Lied es todo un reto para cualquier cantante, incluso para quienes están dotados de un buen instrumento y dominan el idioma alemán. Como experta liederista, ¿dónde reside, en su opinión, la mayor dificultad cuando un cantante se enfrenta en directo a este género?
En el hecho de estar solo en el escenario. Me refiero al hecho de estar sometido a tu propio control y no contar con el apoyo de otros compañeros, como por ejemplo ocurre en una representación operística, en la que además también dispones de elementos de atrezzo. En el Lied, eres el foco de atención de los espectadores y toda la responsabilidad recae sobre ti. Cada pequeño movimiento es observado con lupa, pero también le digo que personalmente me lo paso muy bien haciendo esto. Por supuesto, tienes que estar muy concentrada, ya que no cuentas con un vestuario y un maquillaje en el que "esconderte" ... Son pequeñas imágenes poéticas y mi cometido es trasmitirlas ante un gran auditorio como por ejemplo en el Liceo. Yo diría que es precisamente esa ausencia de atrezzo lo que convierte a este género en algo muy transparente, y para mí, sin duda, en un arte en mayúsculas.
¿Quiere compartir con nosotros su sensación cada vez que se sube al escenario, y cuál es la receta para conseguir en cada una de sus actuaciones interminables aplausos y levantar, de inmediato, al público de sus butacas?
Es muy difícil describir la sensación que uno tiene cuando está allí arriba ante la atenta mirada del público. Quizá el secreto está en no mostrar miedo, ni comportarse como una star, sino simplemente con naturalidad y entusiasmo, y por supuesto, sentir la emoción de la música que canto, para que llegue al alma del espectador. Siempre tengo la sensación de que no estoy cantando, sino hablando al público con la música, y que en cierto sentido estoy trasmitiendo a través de la música serenidad a los espectadores. Aunque, si le soy sincera, no es tarea fácil, pues no hago más que cantar al amor perdido, al desamor [Risas]. Schubert, por ejemplo, no me lo pone nada fácil [Risas]... No le puedo dar la receta, porque todavía no la he descubierto... puede que sea el carisma... no sé [Risas]. Sea lo que sea, lo que le puedo asegurar es que me produce una enorme satisfacción estar encima del escenario, aunque no deja de ser un momento de gran tensión, sobre todo cuando se trata de un recital. Cuando se trata de un recital, la presión es siempre mayor que en una velada operística, porque tienes que despertar el interés del público con muchos menos recursos.
Tras cuatro décadas y media sobre el escenario ¿cuida la voz de una manera especial el día de actuación? ¿Sigue algún ritual previo al concierto?
Bueno, nada en especial...Además de dormir bien y estar tranquila las horas previas, necesito un buen desayuno, pero que no sea ni muy temprano ni demasiado tarde, porque necesito una o dos horas de descanso al mediodía antes de la actuación. Con los años me he dado cuento de que después de comer no puedo ir a pasear, por ejemplo. Después me preparó para la actuación que suele ser sobre las siete y media o las ocho, aunque en Barcelona será a las 17:00, lo que es bastante inusual, parece una especie de tarda mattinata [Risas] ¡Ah! y por supuesto el día de la actuación es importante no hablar, evitar la comida picante, no beber alcohol -tampoco la noche anterior-. Bueno, la verdad es que yo no suelo beber alcohol. Ya sé que algunos fuman o incluso se van de fiesta la noche anterior, pero yo no lo hago. Tampoco concedo entrevistas el día de la actuación o un día antes, en el caso de esta entrevista es distinto, porque estamos a dos días de la actuación.