Una entrevista de Aurelio M. Seco / @AurelioSeco
No es fácil econtrar a un pianista capaz de compaginar una carrera internacional como intérprete con la labor de gestor cultural. El uruguayo Enrique Graf lleva buena parte de su vida alternando ambas vertientes. Además de sus obligaciones como concertista, el mes de noviembre estará en Uruguay, donde del 13 al 17 se pondrá al frente del 2º Festival Internacional de Colonia, en el que también participa como intérprete.
Aparte de su vertiente pianística, tiene usted una importante trayectoria en la organización de festivales de piano.
Sí. Yo vivo en Charleston, Carolina del Sur, donde dirigí por 25 años la Serie Internacional de Piano y una serie dedicada a jóvenes artistas del Festival Piccolo Spoleto, pero ahora estoy totalmente centrado en el Festival Internacional de Colonia, en Uruguay. También fui uno de los fundadores de MusicFest en Perugia, Italia, e incluso en Trujillo, España, que únicamente tuvo dos ediciones.
¿Por qué?
Yo era amigo de Duarte Pinto Coelho, el famoso decorador portugués que vivía en Madrid. Él tenía un precioso palacio en Trujillo, que era donde organizamos el festival, por cierto, con gran éxito. Pero lo dejamos tras su fallecimiento.
Le interesa la gestión
Sí, es algo que aprendí de mi madre. Además de su trabajo, ella siempre realizaba otros proyectos: como voluntaria en un hospital de enfermos mentales o creando una clínica para los pobres. Cosas así…. Yo siempre iba con ella y se me acabó pegando todo eso de organizar y recaudar fondos para ayudar a la sociedad .
El Festival de Colonia, en Uruguay nace con la intención de potenciar el turismo cultural del país, que es algo que puede ayudar mucho en la actualidad. Desde muy joven sentía que dar conciertos estaba muy bien, pero que con ese trabajo se llegaba sólo a un público muy limitado. Algo no está funcionando en la música clásica, y siempre pensé que aparte de sentarse y estudiar al piano todo el día y dar conciertos había que hacer otras cosas. Dar conciertos es importante, pero para mí no es lo único.
¿Cómo es el Festival de Colonia?
Parecido al de Spoleto USA, que se realiza aquí, en Charleston, pero a una menor escala. Aunque la mayor cantidad de música es clásica también presentamos folclore, jazz y tango. La inauguración será con los conciertos de Bach, para dos, tres y cuatro pianos, junto a la Filarmónica de Montevideo. Y en el último concierto mezclamos Mozart, el aria para soprano, piano obligado y orquesta, y el concierto para dos pianos yorquesta. Después harán cinco tangos arreglados para quinteto y la misma orquesta. Me gusta la mezcla. Yo creo que para llegar a la gente joven tenemos que mezclar. Si les das sólo música clásica no vienen. La idea es que vengan al festival y que vean que la música clásica es tan buena o mejor, como pensamos nosotros, que otro tipo de música, pero a mí el jazz también me encanta, y el tango. Entonces, al mezclar, la gente joven, sobre todo, que no aprecia la música clásica, se da cuenta de lo grande que es. Presentamos programas accesibles, no muy largos. Son todos de una hora, sin descansos. En Uruguay hay una radio pública que se llama Babel.uy. Es fabulosa porque está todo el día poniendo música del mundo, de todos lados, de todos los estilos, y en medio, de vez en cuando, algo corto de Bach, Mozart, Beethoven o del estilo. Es una emisora que escucha mucha gente joven. El festival tiene esta misma idea. A los músicos que vienen al festival les pedimos que no se vistan formalmente, con frac. Yo creo que es un poco raro que nos sigamos vistiendo como hace dos siglos. De esta forma el ambiente del festival es más relajado.
¿Cuáles han sido sus mayores influencias?
Mis padres, que creo eran músicos frustrados. Les encantaba la música clásica y también el tango. A mí, sin embargo, el tango no me gustaba, porque lo encontraba muy deprimente. Ellos me hicieron escuchar música clásica desde que era un bebé y a los cuatro años empecé a estudiar con una profesora cerca de casa, porque mis padres trabajaban todo el día y yo podía ir solo. Mi padre tocaba el violín en una orquesta de tango para pagarse los estudios de medicina y mi madre el piano, así que nos mandaron a mi hermano y a mí a estudiar piano y violín. Mi hermano terminó siendo un músico de rock, uno de los más conocidos de Uruguay y yo hice carrera como pianista. Se ve que nací con talento, porque tocaba bien de pequeño y no sé cómo, porque aquella profesora, en diez años que estudié con ella nunca la vi poner las manos sobre el teclado, así que todavía hoy no sé si ella tocaba o no, pero era muy buena mujer y mis padres se habían hecho sus amigos. No la querían ofender y cambiarme de profesor, así que estudié diez años con ella. Tuve la suerte de conocer a una miembro del jurado estadounidense durante el Concurso Ciudad de Montevideo, me invitó a enviarle una grabación que dio a Leon Fleisher. Tuve el gran honor y placer de estudiar con él. Fleisher ha sido mi gran influencia como pianista.
¿Cuánto tiempo lleva en EEUU?
Hace 46 años que vivo en EEUU. Vine justo cuando empecé a estudiar con Leon Fleisher en el Conservatorio Peabody, en Baltimore, y me quedé aquí enseñando durante muchos años en el propio Peabody, en la Universidad Carnegie Mellon y en la Universidad de Charleston.
¿Cómo ve la situación musical en Uruguay?
Me parece que está bastante bien. En comparación con otros lugares veo mucha gente joven en los conciertos, que están siempre llenos, con una oferta musical muy grande. En el país hay dos orquestas sinfónicas, una de ellas está haciendo giras por el interior, algo a lo que no están acostumbradas las ciudades, que son muy pequeñas. Hay que tener en cuenta que la mitad de la población de Uruguay vive en Montevideo, que es donde pasa casi todo. Pero se ha realizado un gran esfuerzo por descentralizar la cultura, con muy buenos resultados. Estos pequeños pueblos de treinta a sesenta mil habitantes tenían unos teatros antiguos preciosos, y los últimos gobiernos los han refaccionado, dotándolos de bastante actividad. La Radio del Sodre y su orquesta sinfónica fueron pioneros en Latinoamérica. Nada menos que Erich Kleiber fue director de la Orquesta del Sodre. La Radio del Sodre fue y sigue siendo muy importante. Tiene cinco emisoras. Una de ellas con música clásica todo el día, otra es Babel.uy, una emisora que les recomiendo si les gusta otro tipo de música.
La situación económica es, como en toda Latinoamérica, difícil. No hay dinero para pagar a las grandes estrellas, a pesar de que el año pasado vino Yuja Wang y ahora Janine Jansen, y gente de este nivel, aunque no sea lo habitual. En cualquier caso las dos orquestas que hay son buenas y traen a magníficos solistas. La situación no ha sido fácil, porque tras la dictadura que hubo en Uruguay muchos músicos se marcharon y no volvieron. Esa no fue la razón por la que me marché, pero justo fue el año en que se armó todo el lío en Uruguay, en 1973, razón por la que yo después ya no volví. En aquel momento se perdió un poco la cultura que había en Uruguay, que era muy profunda a la hora de apreciar la música clásica e ir a los conciertos. En el presente esto se ha revivido bastante. El Ballet Nacional del Sodre, por ejemplo, ha realizado importantes giras. Ha estado también en España. Han tenido a Julio Bocca como director, nada menos, y ahora a Igor Yebra. La Comedia Nacional de Uruguay es famosa porque Margarita Xirgu, cuando tuvo que salir de España, se fue a Montevideo y fundó la Comedia Nacional, que continúa siendo muy importante en la cultura uruguaya. También las artes plásticas. Para el tamaño del país es muy relevante la cantidad de buenos artistas que tenemos. En arquitectura también. Yo recomiendo a todo el mundo que no haya ido nunca a Montevideo que la visite. Es una de las ciudades más eclécticas que yo conozco, con una arquitectura muy interesante.
¿Se está haciendo en Uruguay algún esfuerzo por vincularse de alguna forma a otros países hispanoamericanos?
Existen entidades que trabajan en esa dirección: Ibermúsica, Opera Latinoamericana, la Secretaría General Iberoamericana entre otras, organizaneventos y ofrecen oportunidadesa los gestores y organizaciones culturales de Iberoamérica. En cuestión de gestión hay una gran diferencia con un país como EEUU —en Europa no estoy tan seguro—, que funciona muy bien en lo que respecta a la colaboración del público, de los ciudadanos, con la cultura. En EEUU la mayoría de los benefactores son privados. El Gobierno da muy poco dinero para la cultura y está tratando incluso de recortar lo poco que dan. En Uruguay es al revés. Casi todo lo paga el Estado, y cuando hay época de vacas flacas…. En los años 20 y 30 del siglo pasado, había mucha plata en Uruguay. Entonces la educación era gratis. Había mucha ayuda social y cultural y el Estado se encargaba de todo, de orquestas, opera, coro, ballet…, lo cual es buenísimo, porque significa que el Estado cree que parte del dinero de todos debe ir destinado a la cultura, que es importante. Me preocupa que en Uruguay no hay mucho apoyo de empresas privadas, algo que estoy intentando cambiar con el Festival de Colonia, porque si hay una combinación entre el Estado y la gestión privada, todo es mucho más efectivo.
En México me ha sorprendido ver una cantidad enorme de público joven en los conciertos.
Yo creo que eso tiene que ver con las políticas del Gobierno, con la educación. Aquí en EEUU ocurre lo mismo que en Europa: hay mucha gente mayor. Yo tengo dos teorías respecto a llevar a gente joven a los conciertos: la primera tiene que ver con la educación, y no con la madurez. Si a los niños le hacemos escuchar buena música, les interesará el resto de su vida, pero la mayoría de la gente no tiene esa oportunidad, y lo que hace es oír lo que normalmente se pone en la radio, que son opciones artísticas que todos sabemos que gran parte de ellas no van a durar mucho. La otra teoría es que la gente joven hoy está acostumbrada a prestar atención a cosas cortas, debido a los teléfonos, Internet, etc. No pueden concentrarse tanto tiempo como antes. Cuando llegan a los 30 y 40 años cambia el estilo de vida y dicen «vamos a probar la música sinfónica». Hace mucho tiempo que venimos hablando del envejecimiento del público, y se sigue dando. Una cosa buena que pasa en Latinoamérica es que, como el gobierno pone dinero, las entradas no son caras, y muchos conciertos son de entrada libre, lo que también ayuda a los jóvenes que no pueden pagar entradas tan caras como en París, Nueva York o Londres. En Uruguay en los últimos años ha habido un resurgimiento del ballet nacional que ha sido impresionante. Presentan catorce funciones de un espectáculo en un teatro de casi 3000 asientos y se llena todas las noches y meses antes está todo vendido.
Hábleme de su repertorio como pianista.
Mi primera educación pianística fue con los clásicos: Bach, Mozart, Beethoven y Haydn. Tras dos años de lecciones, Fleisher me dijo: «Es hora de que me traigas otras cosas», y comencé a trabajar Cuadros de una exposición, Ravel, Liszt, Prokofiev…, un repertorio que me vino muy bien porque me ayudó a expandir mi técnica. Ahora he vuelto a Mozart, un repertorio que pienso me va muy bien, junto a Beethoven, un autor que, por cierto, voy a interpretar en Londres el año que viene, invitado por la Sociedad Europea de Piano de Beethoven, justo el día del cumpleaños del compositor. He interpretado alrededor de treinta y cinco conciertos para piano y enseñado por muchos años en dosuniversidades en diferentes ciudades a la vez. Por esta razón no he tenido suficiente tiempo para dedicarme todo lo que me hubiera gustado a la música de cámara o al repertorio con cantantes, pero lo sustituí por la gestión, y encantado.
¿Es verdad que el Dock Street Theatre de Charleston es el primer teatro de EEUU donde se programó ópera?
Así es, la ópera Flora. El teatro original se incendió y lo reconstruyeron hace años, es hermoso.
Compartir