La Voz de Asturias (Viernes, 27/8/10)
El tenor madrileño Enrique Ferrer interpreta a Alfredo Germont en "La traviata" que hoy, a las 22:00 horas, se pondrá en escena en el patio de la Universidad Laboral de Gijón, bajo la dirección musical de Óliver Díaz.
- ¿Qué tipo de "Traviata" se encontrará el público que asista a la función?
- Será un gran un gran espectáculo, bastante colorido y clásico en su concepción, en el sentido de que respeta los aspectos fundamentales del libreto de Fancesco Maria Piave. En el terreno musical, contamos con la suerte de tener a Óliver Díaz en la dirección, cuyo enfoque siempre resulta escrupuloso con el estilo de Verdi. La dirección de escena y coreografía es de Carlos Vilán, un artista que acumula una gran experiencia como profesional, lo que garantiza la calidad del espectáculo.
- ¿Es la primera vez que encarnará a Alfredo?
- Es la tercera vez. En el reparto hay artistas como Svetla Krasteva, con la ya he trabajado en otras producciones, y con quien tengo un buen entendimiento artístico.
- ¿Se siente más valorado fuera de España que dentro?
- Por desgracia, en España se sigue dando un tópico que, además de cantantes, también repiten escritores, actores, pintores y artistas en general. Seguimos siendo muy mitómanos. Y es que parece que lo de fuera siempre es mejor. Una vez triunfas lejos de tu país tienes parte del trabajo hecho, pero aquí es difícil hacerse un hueco, porque existen determinadas infraestructuras establecidas y agencias que no parecen estar abiertas a los nuevos talentos. Es complicado luchar contra una situación que están padeciendo muchos artistas.
- El mundo de la lírica es difícil
- Si haces algo importante fuera de España se te abren puertas. Es un precio que también les tocó pagar en su día a maestros como Plácido Domingo, Alfredo Kraus o Teresa Berganza. Tuvieron que marcharse para convertirse en grandes. Es una pena que no aprendamos de nuestros errores del pasado.
- ¿Fue esa la razón por la que optó por marcharse?
- Sí, hace cuatro años que vivo fuera de mi país. En Mónaco tuve la oportunidad de sustituir a Roberto Alagna en "Andrea Chénier". El buen resultado obtenido ayudó a que mi carrera fuese adquiriendo un mayor relieve.
- Hay gestores que parecen estar sordos y ciegos
- Yo siempre digo que también hace falta talento para visualizar el de los demás. Cuando me marché a Turquía a cantar "Manon Lescaut", una persona vio mi trabajo y me ofreció debutar en la Ópera de Roma con la ópera "Amica" de Mascagni. De allí surgió la opción de sustituir a Alagna en Mónaco. Este es un mundo en el que los propios cantantes debemos ser muy autocríticos para poder mejorar, pero la impresión que tengo respecto a España, es que sólo existe la crítica. Apenas detecto que haya una visualización de las posibilidades de los artistas. Directamente te ponen la piedra al cuello. Esta es la razón por la que tantos compañeros se ven obligados a malvivir.
- Todavía existen prejuicios sobre la Zarzuela
- Hay quien incluso te pone el cartelito de zarzuelero en sentido peyorativo. Por el contrario, cuando se trabaja en teatros europeos de importancia, y destacan tu presencia en escena gracias a que te has formado haciendo zarzuela, lo toman como cualidades positivas de tu perfil de artista. Fuera te miran con otros ojos, pero aquí nos acuchillamos.
- ¿Qué tipo de tenor es usted?
- Un tenor lírico spinto. Ahora me estoy dedicando al repertorio verdiano y verista, así que esta "Traviata" ha sido como volver a los inicios. Técnicamente el repertorio lírico ayuda bastante, sobre todo cuando vengo que cantar obras tan pesadas para mi cuerda como "Carmen", "Andrea Chénier", "Manon Lescaut" o "Aida", que acabo de debutar en Estambul.
- ¿Cree que escasean las voces de tenor?
- No, las voces siguen siendo las mismas. Esa afirmación es un mito. El problema es que antes los directores querían trabajar con los artistas tres meses, y hoy en día llegamos a las producciones rápido, aprisa y corriendo, cosa que no permite desarrollar de manera adecuada las voces ni las carreras.
- También está la carencia de directores especialistas
- Es cierto que, en la actualidad, se tiende a hacer ópera como si fuera música sinfónica, aparte de que las orquestas suenan con una afinación cada vez más brillante, difícil de abarcar para la voz humana. No obstante, creo que lo peor es la falta de tiempo para hacer nuestro trabajo con más calidad. Incluso en un teatro como el Covent Garden, donde hace años te daban más de un mes de trabajo para una producción, ahora no te ofrecen más de tres semanas para hacer una "Traviata".
- Las orquestas también son más grandes
- Y hay muchos directores que quieren que la voz sea como un instrumento sinfónico más, cosa que no es posible, porque hay intérpretes con agudos maravillosos pero con un centro que se oye poco, y otros con facilidad para el "legato" pero no para la agilidad. Hoy en día no sobran directores formados en esta labor de foso, que para el cantante es fundamental. Se citan a grandes figuras como Renata Scotto, Mario del Monaco o Corelli, pero no olvidemos que detrás de ellos había unos grandes directores de orquesta que entendían cómo tratar las voces.
- Cite alguno de los grandes directores de ópera
- Tullio Serafin y, por supuesto, Arturo Toscanini.
- ¿Cómo está siendo el trabajo con Óliver Díaz?
- Es un artista de los pies a la cabeza, con una gran formación técnica que hace que siempre busque la perfección. Cada vez se habla más de su trabajo. Estoy seguro de que en el futuro será un referente como director, dentro del mundo de la lírica y la música sinfónica.
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