Emmanuel Pahud y la Sinfónica de Castilla y León estrenan el Concierto nº2 para flauta de Guinovart
Albert Guinovart: «He buscado ir a favor de las grandes cualidades de Pahud»
Por Agustín Achúcarro
Acaba de terminar el ensayo de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, y mientras algunos músicos aún permanecen en sus atriles, alrededor del podio ultiman algunos detalles el director titular de la orquesta, Thierry Fischer, el solista de flauta Emmanuel Pahud y el compositor Albert Guinovart. Dialogan sobre el Concierto para flauta nº2 de Guinovart, que se estrena los días 6 y 7 de junio, en la Sala Sinfónica del Auditorio de Valladolid.
«He buscado ir a favor de las grandes cualidades de Pahud, que tiene muchas, y además del evidente virtuosismo, incido en su expresividad y el sonido de los cantábiles, con frases muy melódicas, sobre todo en los graves, con muchos temas. En Barcelona pacté un poco con él lo que quería hacer y convinimos en que el concierto se iniciara con una cadencia de entrada, que puede ser lo más especulativo de toda la partitura». Así fija inicialmente Guinovart las pautas en las que se ha basado para componer su Concierto nº2 para flauta, a lo que añade lo siguiente: «Juego también con las otras flautas, con la percusión sugiriendo el viento, en función de esto se me ocurrió el nombre del primer tiempo Y con el viento llegó la luz. He escrito esta obra con un carácter en el que prima la melodía, no una melodía ñoña, y me gusta que el solista establezca un diálogo con la orquesta, con los distintos instrumentos». Y Guinovart cuenta a modo de anécdota cómo se cuela en su partitura una referencia clara. «En el segundo movimiento hay una cita muy explícita del Concierto para flauta y arpa de Mozart».
El solista de trompeta de la Sinfónica de Castilla y León, Roberto Bodí aporta su visión de la obra que se estrena, desde la perspectiva del músico de la orquesta, y de cómo funciona el binomio Guinovart-Pahud. «Pahud es un músico excepcional y uno de los grandes referentes de la flauta a nivel mundial. Su personalidad arrolladora, su energía, su exquisita musicalidad, su sonido con una amplísima gama de colores hace que sea muy especial. Además, la obra de estreno de Guinovart es una preciosidad, y emplea un lenguaje contemporáneo pero muy tonal. Recurre a elementos que el mismo compositor utiliza en su música de cine y hay muchas referencias a autores clásicos, como el impresionista Ravel con guiños a Daphnis y Chloé o a Mozart», valora el trompeta.
En cuanto a la labor del director, tanto en esta obra como en la Sinfonía nº7 de Shostákovich, Bodí destaca que Thierry Fischer «es un maestro exigente y con las ideas muy claras», a lo que suma el hecho de que el titular de la OSCyL «sea muy meticuloso con todo aquello que hay escrito en la partitura» lo que conlleva el que se vuelque para que «las indicaciones de los autores sean escuchadas». «Trabaja los planos sonoros desde la calidad del sonido y una articulación nítida ya que, en mi opinión, en nuestra sala necesitamos sonar de esta forma para que llegue al espectador», insiste el trompeta.
Por su parte, Guinovart se siente complacido con que la Orquesta Sinfónica de Castilla y León le haya encargado una obra para flauta y orquesta (concretamente se trata de un encargo de la SGAE/AEOS, bajo la iniciativa de la OSCyL) y considera que «se ha hecho un poco en función de la elección que hizo Emmanuel Pahud», en función de que ambos ya habían colaborado con anterioridad en el Festival de Música de cámara de Provence, que organiza el flautista.
Cuando se le pide al compositor que explique cuáles son sus principios compositivos, no lo duda. «Nunca me interesó mucho la música especulativa, creo que en parte porque soy pianista, por lo tanto, he pisado muchos escenarios, y quiero gustar. Esto que es tan natural en el mundo de los intérpretes, no lo es en el de la composición, y yo pienso en el público, en el que el que tiene que tocar mi obra disfrute haciéndolo». «Soy del criterio-continúa Guinovart- que uno debe escribir para la sociedad de su tiempo, y la actual no tiene paciencia, pues todo va muy rápido, por lo que tu obra debe sorprender inmediatamente al oído del público, y creo que eso hace que la gente conecte. Yo les digo a mis alumnos que no hay que buscar ser originales sino auténticos, y que en base a esto se producirá la originalidad».
El compositor barcelonés prefiere no circunscribirse a ninguna escuela o estilo. «Tengo muchas influencias y en base a eso he conformado un lenguaje, que dicen que es muy reconocible. Soy de la tradición romántica, aunque eso no implica que me haya saltado el siglo XX, donde hay autores que me gustan mucho, como Poulenc, Rachmáninov, Prokófiev, Shostákovich, o Copland».
Antes de esta declaración de intenciones sobre su credo compositivo, Guinovart se expresó de manera general. «Durante muchos años se ha seguido una línea muy especulativa en el mundo de la composición europea, producto de las vanguardias, y ahora han pasado tantas décadas que los compositores de hoy en día, en un momento en el que no hay una línea única, crean de forma muy dispar».
Hablando de las emociones que le provoca su obra, una vez que ha llegado a la sala y ha podido escucharla, Guinovart cree que «lo que siente es mucha emoción y que al tocarla la humanizan», pero no considera que «le sorprenda», pues la lleva muy interiorizada. Al hilo de su comportamiento ante la interpretación de su creación, no se ve en la piel del compositor que hace muchos cambios de última hora. «He modificado una nota del final del segundo movimiento, que resolvía en una disonancia y he preferido terminarlo a lo clásico. Estoy abierto a sugerencias, me meto muy poco en la labor del intérprete, y solo lo haría si viera que, por ejemplo, no han entendido nada de cuál es el tempo más oportuno». Afirmaciones que tienen para el compositor «una base en el absoluto respeto a la labor de los intérpretes», y más cuando «se cuenta con una orquesta como la OSCyL y un solista como Pahud».
Vuelve Guinovart a referirse a la figura de un solista de la magnitud del flauta. «Con él sabes que los públicos lo adoran y van a escucharle, por lo que he tendido a que se luzca en el máximo de aspectos posibles, lo que conlleva que se vayan a escuchar momentos muy brillantes, algunos efectos distintos, y sobre todo muchas melodías».
El concierto incluye también la Sinfonía n.º 7 en do mayor, op. 60 de Shostákovich, con intervenciones muy relevantes de los metales, por lo que las palabras de Roberto Bodí cobran, si cabe, un interés mayor. «Esta sinfonía es una de las grandes del repertorio. Destaca porque utiliza el doble de la plantilla normal de los metales de la orquesta, con lo que hay ocho trompas, seis trompetas y seis trombones más la tuba». Ante esta evidencia de músculo, Bodí matiza el resultado «Con todo esto, hay pasajes en la sinfonía muy grandiosos, donde los metales adquieren momentos muy melódicos, y otros más enérgicos». Y en referencia concreta a su sección, el trompeta solista comenta lo siguiente: «Para las trompetas es una sinfonía muy exigente, donde se pide al intérprete un amplio dominio de la dinámica, tanto en fortísimo como en pianísimo. Yo destacaría el final de la sinfonía, ya que el instrumentista de metal debe tener una resistencia considerable».
Bodí realiza una última mirada a lo que supone interpretar esta sinfonía. «Es la tercera vez que la OSCyL afronta esta obra, creo que la versión que realiza el maestro Fischer y la claridad de sus ideas van a ofrecer la posibilidad de escuchar muchos detalles que se suelen perder en la magnitud sonora de la sinfonía. Ha sido una semana muy intensa y exigente en los ensayos, y creo que eso es muy bueno para la orquesta».
Foto: OSCyL
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