"No pudo tener mejor tributo el gran director zamorano Jesús López Cobos, dado el extraordinario nivel alcanzado por el concierto".
Por Raúl Chamorro Mena
San Lorenzo de El Escorial. 11-V-2018, Auditorio. Temporada Orquesta y coro de RTVE. Sinfonía núm. 7 op. 60 “Leningrado” (Dmitri Shostakovich). Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión española. Director: Eliahu Inbal
El presente concierto estaba dedicado a la memoria de Jesús López Cobos, recientemente fallecido, quien estaba previsto para dirigir el mismo y había elegido la “Leningrado” de Shostakovich, monumental sinfonía, todo un canto a la resistencia del pueblo ruso y más concretamente el de la citada ciudad frente a la invasión nazi, si bien el músico ruso (él más que nadie) era plenamente consciente que Stalin era otro tirano execrable, por lo que el sufrimiento del pueblo ruso -y el suyo- no iba a terminar con la victoria sobre el ejército alemán. Aunque la obra fue estrenada en 1942 en Kuibyshev (ciudad a la que se trasladó la capital de la URSS ante el avance de la Wehrmacht), resulta realmente estremecedor pensar lo que debió suponer la interpretación el 9 de agosto de 1943 en la propia Leningrado con unos músicos hambrientos, famélicos, transmitida por radio a toda la ciudad y con los nazis intentando evitarlo con un feroz bombardeo.
Un veterano maestro de la categoría y trayectoria de Elihau Inbal asumió la sustitución de López Cobos en el presente concierto. El músico israelí a los 82 años se encuentra en un momento en que sólo dirige por puro placer y amor a la música, evitando la presión e inconvenientes de las orquestas más famosas y buscando sobretodo estar a gusto con unos músicos que se entreguen, motivados, con ganas de trabajar y hacer música con mayúsculas.
Después de un emotivo minuto de silencio en recuerdo de Jesús López Cobos, Inbal nos introdujo de lleno en la fascinante creación de Shostakovich, haciendo sentir al público -en la sala reinó esa atmósfera de plena atención en que no se oye ni una mosca- de manera genuina, toda la grandeza, hondura y emoción de esta colosal creación. Realmente resultó admirable la capacidad del músico israelí para los más variados matices y gradaciones dinámicas, para, mediante primorosas transiciones, crear constantes juegos de tensiones y luego imbricarlo todo en una espléndida construcción global de la sinfonía culminando la misma con un final arrebatador en que la tensión se tornó casi insoportable .Y todo ello con una fascinante fluidez, naturalidad, claridad en la exposición, tempi coherentes y perfecta diferenciación de los distintos planos orquestales, así como impecable resolución de los pasajes rítmicos. Asimismo, Inbal obtuvo un rendimiento fabuloso de la orquesta, entregadísima y a gran nivel en todas las secciones, ofreciendo un sonido compacto y de calidad, pero renunciando a mera belleza o a la filigrana de pura filiación hedonísitica en favor de la construcción, de la creación de clímax, de la incisividad del fraseo, de los contrastes, de la fuerza dramática.
Fabuloso, perfectamente construido resultó el fascinante crescendo del primer movimiento que alcanzó toda su fuerza emotiva, esa irrupción de la guerra en la vida cotidiana en palabras del propio autor. El contraste, la distensión que supone el segundo movimiento, un scherzo con influencia Mahleriana, de música más ligera, “alegre” y danzable, con ese sustrato irónico típico en Shostakovich no pudo estar mejor traducido por la batuta. Después de un intensísimo tercer movimiento (fabulosa la flauta solista), el cuarto -ligado al anterior sin solución de continuidad-, además de una espléndida intervención de la concertino en el solo de violín, atesoró toda la épica y grandiosidad que corresponde a la victoria sobre el invasor finalizando en un apasionante clímax. El público se liberó de tanta tensión mediante clamorosas ovaciones.
No pudo tener mejor tributo el gran director zamorano Jesús López Cobos, dado el extraordinario nivel alcanzado por el concierto.
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