Por Aurelio M. seco
Oviedo. Auditorio Príncipe Felipe. 8/5/14. Ciclo de Conciertos del Auditorio. Mezzo: Elĩna Garanča. Director: Karel Mark Chichon. Oviedo Filarmonía. Obras de Glinka, Tchaikovsky, Massenet, Saint-Saëns, Bizet, Gounod, Marquina, Lope, Penella.
La historia de la música ha dejado casos conocidos de parejas artísticas y sentimentales. En Oviedo hemos visto de cerca uno de los más famosos de la actualidad, el de la pareja formada por el director Friedrich Haider y la magistral soprano Edita Gruberova. Haider ha sido, posiblemente, el director titular más interesante que ha pasado por la Oviedo Filarmonía hasta la fecha. Su trabajo, nada fácil por cierto –por culpa de la ciudad y sus "distinguidísimas" vetusteces-, dejó un buen sabor de boca en la región, a pesar de que no todo fue perfecto. Haider llevó la institución, por lo menos al principio, con cierta personalidad y distinción, e incluso llegó a cambiarle el nombre, que antes era Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo y que, con él, se transformó en Oviedo Filarmonía, para intentar hacerla más internacional siquiera por el título y la intención. Y aunque no estemos ante el mejor conjunto sinfónico de la Península, de su mano parecía que aspiraba a una cierta notoriedad que ahora da la impresión de estar tan alejada de sus posibilidades que no nos apetece ni hablar de ello. Haider y Gruberova ya no están juntos, pero todavía recuerdo el último recital ofrecido por ella en el Auditorio de Oviedo. Fue uno de los momentos artísticos más destacados de la historia del edificio. Un éxito enorme. Tampoco podemos dejar de citar a la inolvidable pareja formada por Joan Sutherland y Richard Bonynge. Es ley de gran artista que, con frecuencia, uno encuentre en el mismo campo de trabajo a su pareja sentimental. El mundo de la música y el arte en general, en algunas cosas es tan diferente de otras profesiones que uno sólo logra entenderse con alguien del gremio. Seguro que todos conocemos casos.
El pasado día 8 visitó el Auditorio de Oviedo otra pareja de excepción, la formada por la mezzo Elīna Garanča y el director gibraltareño Karel Mark Chichon. Es la segunda vez que tenemos la oportunidad de oír cantar en directo a la artista, una de las más mediáticas y carismáticas de la actualidad, y la tercera que vemos dirigir a su esposo, que hace algunos años se puso al frente de la Orquesta Sinfónica del Principado para acompañar a José Cura y a su mujer, pero en el Campoamor. En aquel momento todavía no conocíamos demasiado a la mezzo letona, que mostró una cualidades artísticas y canoras tan resplandecientes que lograron dejar en un segundo plano al propio José Cura. Pero ya entonces nos fijamos en la generosidad personal y el gran talento artístico de Karel Mark Chichon, un artista al que seguimos con mucho interés desde aquel concierto. Entonces, no nos pareció que estuviera del todo a gusto con la orquesta, pero aún así, dirigió la velada con gran pasión y, sobre todo, conocimiento de causa respecto al estilo y las obras. Mark Chichon nos pareció entonces como ahora, un director exigente, de ideas claras y gran personalidad, tres aspectos que, hoy día, no siempre están bien vistos por todas las orquestas. Mostrarse exigente con un conjunto sinfónico supone pagar un precio en ocasiones muy alto. Ya saben cómo se las gastan ciertas orquestas si su gerente se lo permite. Este que no vuelva porque nos molesta demasiado, y no sé cuántas cosas más. Parece que hoy sale más rentable dejar tocar a los músicos, no corregirles excesivamente e incluso dejarles salir antes de que concluya el ensayo. Y tan contentos, y nuestros auditorios cada vez más vacíos, y los pocos que acuden aplaudiendo a rabiar con el papel del caramelo todavía en la mano.
Creo que nadie puede negar, después de haber asistido al recital que Elīna Garanča ofreció en el Auditorio de Oviedo, que estamos ante una de las mejores cantantes de la actualidad, pero no estoy tan seguro de que todo el mundo haya sido capaz de observar el gran trabajo realizado por el director quien, situándose en un segundo plano para otorgar todo el protagonismo a su esposa, demostró un gran dominio de las obras y una pasión sobre la tarima como pocas veces hemos visto en la presente temporada de la Oviedo Filarmonía, una institución que, sí sabemos por qué, deja pasar con demasiada facilidad a los mejores directores. Y no era fácil hacerse con un concierto de estas características.
Mark Chichon demostró conocer muy bien las obras, que dirigió de memoria, en un tipo de concierto de los que se programan con pocos ensayos, en los que hay que decir mucho en poco tiempo y en los que el director y los músicos tiene que poner más de sí mismos de lo habitual para conseguir extraer lo mejor de las partituras, algo que, como el director no esté de vuelta de las obras, no siempre se consigue. La Oviedo Filarmonía es una orquesta que tiene que mejorar muchos aspectos de su perfil artístico. Esto fue evidente durante toda la noche. Pero la magia de la música no siempre tiene que ver con la perfección técnica. Muchas veces es la pasión sincera y las ganas de ofrecer lo mejor de uno mismo lo que dota de atractivo a las versiones. Pongamos por caso la interpretación de la conocida Meditación, un bellísimo fragmento de la ópera Thais de Massenet que, a pesar de las frecuentes desafinaciones del concertino, que fue quien interpretó la pieza, consiguió transmitir una atmósfera bella y un sentido melódico lleno de intención. De la misma forma, hay que felicitar a la sección de metales, muy especialmente...
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