Por Albert Ferrer Flamarich
El teatro lírico de Carlos Fernández Shaw. José Prieto Marugán. Ediciones del Orto. 2012. 508 págs. IBSN: 978-84-7923-462-8
Mientras la musicología española y la comprensión de la realidad creativa autóctona se acostumbran a limitar a centros de relieve –a menudo vinculados a conservatorios, centros de estudios superiores o teatros-, hay pequeñas iniciativas que dinamizan este conocimiento. Un ejemplo es la presente monografía sobre el libretista y escritor Carlos Fernández Shaw (1865-1911), publicada por Ediciones del Orto. Se trata de un libro de consulta, bien estructurado, a cargo del periodista e historiador musical José Prieto Marugán, conocido por distintas aportaciones sobre música española y, en concreto, zarzuela.
Su importancia yace en ser la aportación a una materia, la de los libretistas de zarzuela y ópera, escasamente abordada en estudios profundos o específicos. Además, suposo una culminación de las actividades organizadas (recitales de poesía, funciones de La revoltosa, ciclos de conciertos, conferencias,...) en ocasión del centenario de muerte del literato gaditano. A su vez anticipó el ciento cincuentena aniversario de su nacimiento, el año 2015, y complementó la biografía hecha por su hijo, Guillermo, también libretista, Un poeta de transición. Vida y obra de Carlos Fernández Shaw (Biblioteca Románica Hispánica. Editorial Gredos. Madrid, 1969).
Prieto Marugán confecciona un estudio germinal donde ordena y estructura la obra lírica y prescinde del teatro hablado y poético, más propios del ámbito estrictamente literario. Primero ofrece una breve biografía señalando la precocidad y la motivación de una tan copiosa como cualitativa producción. También incide en su viaje de juventud y la participación en el periódico La época donde, gracias a Peña y Goñi, entró en contacto con el mundo teatral. El segundo capítulo es una reivindicación de la figura del libretista con incursiones tan notables como la carta sobre los derechos de autor (págs 38-43, sin fecha ni receptor), supuestamente escrita durante la creación de la SGAE.
El tercer capítulo y el cuarto configuran la mayor aportación del cometido. De una parte ofrece un análisis de la obra lírica (producción, géneros, temas, personajes, adaptaciones, colaboraciones literarias y musicales) y las colaboraciones con compositores y otros libretistas, perfilando una historia de la zarzuela transversal. De otra, a modo de diccionario ordenado cronológicamente, se reúnen las obras explicadas según intérpretes, argumento, comentarios de prensa. Expone una estructura con los datos de estrena (autores, fecha, teatro, intérpretes), la sinopsis, la relación de personajes, el argumento. Lo hace tomando, siempre, el libreto como matriz, no la partitura. Por lo tanto, no especifica la cuerda ni la extensión vocal de los roles aunque apunta los números musicales. Cierra la presentación de cada título un comentario histórico que incluye extractos de la crítica de época, las circunstancias de gestación y otros dados de interés.
Hay que felicitar a Prieto Marugán por el esfuerzo y diligencia en la lectura de los libretos a partir del material conservado en la Biblioteca de Música y Teatro Contemporáneos de la Fundación Juan March. De esta manera, muchas zarzuelas y la figura de Carlos Fernández Shaw son ubicados adecuadamente en la historia superando la cita básica en compilaciones, en su momento también fundamentales, como los cuatro volúmenes del Teatro Lirico Español de Luis Iglesias de Souza (Excma. Diputación Provincial de La Coruña, 1990/5) o los dos tomos del Diccionario de la Zarzuela en España e Hispanoamérica (ICCMU, 2002/3).
Cabe destacar apartados como el dedicado a los teatros donde se estrenaron las obras de Fernández Shaw que se acerca a la sociología y descubre los vínculos comerciales y contractuales del empresariado teatral madrileño. O incursiones como las crónicas en verso sobre el éxito de La revoltosa de Chapí que muestran parte de la recerca de Prieto Marugán, a la par que el nivel literario y periodístico de autores como Felipe Pérez Gonzàlez, Julio Hoyos, o Sinesio Delgado. Como epílogo hay dos anexos. El primero presenta la ordenación de las obras líricas y no líricas en un cuadro sinóptico (título, género y actos, autores del libreto, compositor, estrena o publicación) que sigue el mismo orden alfabético expuesto en el corpus del trabajo. El segundo anexo es un recopilatorio de discografía y cinematografía.
Finalmente, algunos miembros de la Fundación Juan March de Madrid firman un comunicado sobre la recopilación del legado Fernández Shaw a la entidad. Detallan la estructuración en cuadernos y el archivo epistolar con buenos cuadros sinópticos y esquemas. También especifican la tarea crítica de los inventarios y las normativas seguidas, el uso de los software y la digitalización del catálogo. Sin duda es una demostración de la profesionalización de la biblioteconomía y la conservación del patrimonio español que redondea el mérito de una labor ingente, paciente y comprometida de la que partirán y citarán los autores que aborden la historiografía de la zarzuela decimonónica y su problemática.
Errores y puntualizaciones
Como es natural, especialmente en trabajos de estas características a caballo entre el positivismo analítico y la reflexión consecuente, la exposición a erratas es inevitable. Por ejemplo, desde la psicología se puede discrepar de la justificación de la celosía como una consecuencia del amor (pág. 65). O se podría haber apuntado la motivación y origen de personajes travestidos en la zarzuela (pág. 70). Metodológicamente, a la nota 18 de la página 99 se indica un subrayado que no aparece, mientras que en la página 108 se cita 1886 y no 1866 como año de nacimiento del libretista Carlos Arniches. Finalmente, falta unificación de criterios en la exposición de las obras entre los capítulos cuarto y el anexo primero: los títulos que llevan artículo como La revoltosa se localizan en la “L” en un apartado y en la “R” en el otro.
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