Por Rubén Martínez
Oviedo. 1/III/16. Teatro Campoamor. Festival de Teatro Lírico Español. El rey que rabió, Chapí. Jorge Rodríguez-Norton, Ana Nebot, María José Suárez, Manel Esteve, Juan Noval-Moro, Gerando López, Antonio Torres, David Rubiera, Boro Giner, César Sánchez, Vicente Esteve Corbacho, Yolanda Secades. Oviedo Filarmonía. Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo. Dirección musical: Marzio Conti. Dirección de escena: Emilio Sagi.
Vuelve la zarzuela a Oviedo y lo ha hecho de la mano de unos de los títulos más apreciados por los espectadores asturianos, “El Rey que rabió”, la popularísima obra de Ruperto Chapí. Representada por tercera vez sobre las tablas del coliseo ovetense dentro del marco del Festival de Teatro Lírico Español, al igual que en las funciones precedentes en 1997 y 2007 ha cosechado un importante éxito de público, con un aforo repleto y una complicidad especial entre el respetable y el escenario, hecho que demuestra que el mal llamado “género chico” sigue vivo.
La producción de Emilio Sagi, estrenada en el Palau de Les Arts en 2009, contribuyó indudablemente en la conexión entre público y escena con esa agilidad y frescura características del artista asturiano que arrancó algo más que sonrisas durante la velada. Una vez más, Sagi adapta el libreto de Vital Aza y Miguel Ramos Carrión para hacerlo más accesible sin que el argumento pierda su esencia y al mismo tiempo las transiciones entre escenas resulten fluidas sobre el minimalista espacio escenográfico planteado por Francesco Calcagnini en los tonos rojos tan del gusto del regista y que juega con contados elementos de atrezzo , bellamente iluminado por Albert Faura ( a destacar la plasticidad del "Nocturno") y complementado por el colorido y un tanto hippie vestuario de Pepispoo y el trabajo coreográfico de Diniz Sanchez.
Tras su notable José de “La corte de faraón” hace ahora 3 años, volvía Jorge Rodríguez-Norton como protagonista a la temporada de zarzuela, en esta ocasión como el Rey, un rol complicado por su escritura originaria para tiple y que a priori podía plantearle problemas de tesitura pero del que supo salir airoso, apoyado en una voz siempre presente y bien proyectada, con un particular metal en el registro medio y grave así como un control del aire envidiable que exhibió en largas frases con cambios de dinámica (especialmente en “Soy un pastor sencillo”) apoyándose durante toda la velada en una perfecta dicción, tanto en las partes cantadas como en la declamación. Norton demuestra de esta forma encontrarse en disposición de seguir asumiendo roles protagónicos aún de mayor exigencia gracias a su profesionalidad, fiabilidad musical y notable presencia escénica. Podemos calificar su interpretación como de éxito rotundo también a juzgar por la respuesta del público en los saludos finales.
Ana Nebot volvía al escenario del Teatro Campoamor con un papel protagonista tras su exitosa Ana Mari en el Caserío durante la temporada de 2012. La soprano ovetense ha vuelto a demostrar su desparpajo escénico en el rol de Rosa, cuya primera aparición es montada en bicicleta, recorriendo en varias ocasiones el perímetro del escenario, con la dificultad que ello entraña para la emisión de la voz y la métrica musical, aunque con un resultado más que satisfactorio. Nebot lució un instrumento en plena forma, de enorme musicalidad y de perfecta afinación, con ese timbre y color inconfundibles que le confieren una sólida personalidad a sus interpretaciones. También mostró una dicción cuidada e inteligible, algo no muy habitual en las voces femeninas. La escritura del rol de Rosa abunda en frases situadas en un incómodo registro a medio camino entre el grave y el centro, lo que no favorece la proyección de un instrumento que, sin embargo, sí se luce y coge vuelo lírico en las páginas con arcos legato más amplios, como en el “Ay de mí, si acabaré llorando yo que siempre reí”, resuelto de forma impecable. También pudo mostrar la soprano su facilidad en el registro sobreagudo con un re natural intercalado al final del cuarteto “tus ojos tienen para los mios”. Muy buena interpretación por tanto la ofrecida por la asturiana y refrendada por los calurosos aplausos finales.
Juan Noval-Moro resultó la agradable sorpresa de la velada ya que, a pesar de su indudable calidad, el tenor poleso no se prodiga en los escenarios de la región tanto como sería deseable. Su Jeremías se ganó a la audiencia gracias a la comicidad natural con la que encarnó al personaje, sin caer nunca en lo caricaturesco, con una declamación fresca y creíble, pero especialmente merced a los impactantes sonidos en las notas finales de su velocísimo racconto (“¡Por Dios! ¡Por la Virgen!”) a pesar de que el entendimiento con el foso fue un tanto complicado por momentos durante el vertiginoso número.
Manel Esteve resultó un lujo para el papel de “El General”. El barítono catalán es un auténtico imán en escena y es difícil que la atención del espectador no se concentre en él. Dueño de un instrumento de notable volumen y agradable color, es el perfecto ejemplo de la integración entre teatro, declamación y emisión lírica. Nunca resulta artificioso ni sobreactuado a pesar de ser un auténtico torbellino en escena incluyendo buenas dosis de improvisación en las partes habladas.
David Rubiera, como "El Gobernador" es dueño de un material vocal de excelente calidad y proyección que resulta especialmente estereofónico y de sonora rotundidad en las partes habladas si bien se echa en falta algo más de firmeza en la emisión durante sus no excesivas intervenciones musicales.
Gerardo López, como "Almirante", ofreció un sonido tenoril de cierta calidad y presencia mientras que Antonio Torres, como "Intendente" completó un más que correcto cuarteto de consejeros reales que se lucieron especialmente en el simpático número "la dimisión", cuya temática sigue de plena actualidad tantos años después.
Boro Giner resultó hilarante en su papel de "Capitán", provocando algunos de los momentos más simpáticos de la noche en toda la escena de la confusión de Jeremías con el Rey y su retorno a palacio, mostrando una gran vis cómica así como una excelente proyección vocal.
A pesar de que sus escasas frases cantadas no permiten lucimiento vocal alguno, la mezzo ovetense María José Suarez volvió a ser una auténtica “robaescenas”, arrancando las carcajadas del público en cada una de sus intervenciones a modo de "Escenas de matrimonio" junto con el experimentado actor César Sánchez, y la simpática perrita “Sugar”.
Vicent Esteve Corbacho demostró veteranía como "Alcalde" mientras que Yolanda Secades en el papel travestido del paje "Germán" cumplió con creces. Merecida mención requiere la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo que en sus abundantes intervenciones mostraron empaste, brillo y frescura vocal, amén de una notable desenvoltura escénica.
Marzio Conti a la batuta de la Oviedo Filarmonia, llevó a cabo una lectura correcta, que se podría definir como "de contención". Posiblemente por escasez de ensayos conjuntos, se le notó más preocupado por el engranaje correcto de las partes y por evitar los descuadres que por extraer toda la esencia de la partitura. Se echaron de menos tempi más vivaces, más cómodos para coro y solistas así como una mayor conexión epidérmica con la esencia del género.
Compartir