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Crítica: 'El estudiante y la zarzuela' con Miguel Huertas, Carmen Solís y Manuel Lanza

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Autor: Raúl Chamorro Mena
5 de diciembre de 2016

DESMONTANDO TÓPICOS

   Por Raúl Chamorro Mena
Leganés, 3-XII-2016, Auditorio Padre Soler de la Universidad Carlos III. El Estudiante y la Zarzuela, sueño lírico en un acto. Carmen Solís (soprano), Manuel Lanza (barítono). Miguel Huertas (piano). Autora y directora: Raquel Acinas.

   La Zarzuela, el género lírico español por antonomasia, debe soportar lamentables tópicos que la tildan de “casposa”, “antigualla” o “carca”, producto unas veces de la mala intención, otras, de la ignorancia y casi siempre, del profundo desconocimiento de la misma. Por ello, son de agradecer espectáculos como el que aquí se reseña, que con inteligencia, amenidad y cuidado nivel musical desmonta, uno a uno, todos estos lugares comunes y “sambenitos” que afectan a este repertorio. Y todo ello, desde el entusiasmo contagioso de alguien que demuestra tanto amor como amplio conocimiento de la zarzuela, como Raquel Acinas, autora y directora de este “sueño lírico” por el que pasa un estudiante de música (encarnado por el pianista Miguel Huertas) que admira a los grandes de la ópera y del sinfonismo romántico y debe realizar un trabajo obligatorio sobre la zarzuela, un género que desconoce tanto como desprecia, pero que terminará por proporcionarle una Matrícula de Honor.

   Después de una transcripción pianística de los principales motivos de La leyenda del beso de Soutullo y Vert, se presentó el “rey de la zarzuela” , el barítono, que asume la mayoría de los papeles protagonistas y, a diferencia de lo que suele suceder en la ópera, caracteres positivos, nobles; de enamorado tan gallardo como efusivo. “Junto al puente de la Peña”, romanza del Capitán Leonello de La canción del olvido del maestro Serrano, sirvió de adecuada introducción para una cuerda que cimentó la gloria en este repertorio de nombres legendarios como Emilio Sagi-Barba, Marcos Redondo, Luis Sagi-Vela, Antón Navarro, Juan Gual, José Simorra, Pedro Terol o Manuel Ausensi. En esta ocasión perfectamente representados por la noble y templada voz de Manuel Lanza, que alcanzó un recordado éxito en aquel debut en el Teatro de la Zarzuela en 1990 con un título tan paradigmático como “La del Manojo de Rosas”, alternándose con el malagueño Carlos Álvarez.

   Una de los elementos fundamentales de la zarzuela es su carácter de género lírico español y el uso de nuestro idioma, -lo que constituye una diferencia esencial frente al repertorio operístico- y que debe servir para identificarnos mejor con el mismo, tanto como su casticismo y costumbrismo de buena ley. Prácticamente, todas las regiones y lugares de España están presentes en el género y reúnen uno o varios títulos representativos. La irrupción de la soprano, -la voz carnosa y resonante de Carmen Solís-, con “De España vengo” de El niño judío de Pablo Luna simbolizó todo esto, así como la intepretación subsiguiente del magnífico dúo “De mi tierra Extremeña” de Luisa Fernanda (otro de los títulos clave del género). Este último fragmento no fue sólo demostrativo de esa representación tanto de Madrid como de Extremadura y de la simpar nómina de tipos populares de la época que contiene la obra maestra de Moreno Torroba, si no también, una perfecta muestra del maravilloso catálogo de Dúos Soprano-Barítono que contiene nuestro género lírico, plenos de lirismo y melodismo envolvente de la mejor ley. Como buena muestra de ello, se interpretaron con plena química entre Lanza y Solís, el Dúo de Sagrario y Juan Pedro de La rosa del azafrán de Guerrero, zarzuela manchega por excelencia y que contiene toda una declaración de amor entre personajes separados por su diferente estrato social y el magnífico “Somos dos barcas” de Katiuska, todo un ejemplo de la inspiración genial de Pablo Sorozábal y que consagra un amor imposible, además de simbolizar el apartado de los muchos títulos que no transcurren en España y es que la zarzuela es un género mucho más variado de lo que muchos creen.

   Previamente a la interpretación de estos dos dúos, se pudo escuchar la romanza de El guitarrico de Agustín Pérez Soriano como ejemplo de la abundante presencia en las partituras zarzuelísticas de la música folklórica de las regiones Españolas, -jota en toda sus variedades, chotis, bolero, habanera (no hace falta recordar que Cuba era una provincia española durante casi todo el siglo XIX)…-, complementada por la exquisita "Romanza de La duquesa" de Jugar con fuego de Barbieri, ideal para los que piensan que en la zarzuela todo pueda ser vulgar o populachero. Qué decir de Franceso Asenjo Barbieri, uno de los padres fundadores del género y de los músicos más geniales que ha dado España.

   Unas transcripción pianística de Las golondrinas de Usandizaga, otra obra de gran calado, que se ha podido ver recientemente en el Teatro de La Zarzuela, dió paso a los tres últimos números del tan suculento como exigente programa. En primer lugar, la monumental Romanza de Germán “Ya mis horas felices” de La del soto del parral de Reveriano Soutullo y Juan Vert; A continuación, no podía faltar la presencia del sainete de ambientación madrileña, -ese llamado género chico sólo por la longitud que no por la calidad-, con la gran romanza de Rosa “Qué te importa que no venga” de Los claveles de Serrano y el inmortal dúo de Felipe y Mari Pepa de La revoltosa del Maestro Chapí, otro grande de nuestra música.

   Plena justicia realizaron a tan representativo y bien escogido catálogo de bellezas de nuestra zarzuela dos artistas como Manuel Lanza y Carmen Solís. El avezado barítono santanderino, a pesar de las difíciles condiciones acústicas de la sala, demostró mantener un buen estado vocal con su timbre homogéneo y noble combinado con ese fraseo tan natural y franco que siempre le ha caracterizado, libre de afectación o amaneramiento alguno, aunque se echaran en falta en algunos momentos, sonidos con un mayor mordiente y metal. La soprano Pacense Carmen Solís expandió por la sala su sonido pleno y pastoso de soprano lírica con cuerpo, así como su bien resuelta línea de canto, si bien su fraseo adoleció de falta de variedad, incisividad y una mayor carga expresiva. Mayor eficacia y solidez que verdadera inspiración y calidad de sonido, la mostrada por el pianista Miguel Huertas.

Foto: Racoon Visuals

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