Efeméride: Un 23 de enero de 1981 fallecía el compositor Samuel Barber

   Un 23 de enero de 1981 fallecía el compositor estadounidense Samuel Barber. Barber nace en Pensilvania, en 1910. Niño prodigio, comenzó a tocar el piano a los seis años y a componer a los siete. Estudió en el Curtis Institute of Music de Filadelfia, donde conoció a Leonard Bernstein y Gian Carlo Menotti, quien más tarde realizaría el libreto de su ópera  Vanessa.  A pesar de poseer una notable corpus compositivo, Barber es conocido por el público en general por haber compuesto el famoso Adagio para cuerdas. En 1936  escribió su Cuarteto para cuerdas en si menor, cuyo segundo movimiento —a sugerencia de Arturo Toscanini— arreglaría para orquesta de cuerdas dándole el título de Adagio para cuerdas (Adagio for strings) y, posteriormente, para coro mixto como Agnus Dei.

   Barber trató de evitar el experimentalismo de otros compositores estadounidenses de su generación, prefiriendo hasta casi el final de su vida ceñirse a formas y armonías musicales relativamente tradicionales. Sus canciones, acompañadas por piano u orquesta, se encuentran entre las más populares del repertorio clásico del siglo XX. Su Sonata para piano fue interpretada por primera vez por Vladimir Horowitz, convirtiéndose en la primera gran obra estadounidense para piano estrenada por un pianista internacionalmente reconocido. Además de sus conciertos para violín, chelo, oboe –sólo pudo componer un movimiento, debido a su fallecimiento- piano y flauta, escribió dos sinfonías, que raramente se programan en la actualidad, pero que, sin embargo, tienen un indudable interés expresivo.

   Samuel Barber falleció en la ciudad de Nueva York en 1981. En su libro Pensamiento musical y siglo XX, el compositor y musicólogo español Tomás Marco sitúa a Barber como compositor entre “los conservadores teñidos de romanticismo  […], cuyo eclecticismo conservador será el más claro antecedente, quizá junto a Copland, del popularismo que más tarde marcaría la producción de Leonard Bernstein".  Marco concluye situándole entre los “neoclasicistas americanos”, junto a Aaron Copland.