Terminada la escena del tenor del acto primero y al iniciarse el cambio escénico, un incidente con el decorado, que chocó con el anterior, que no se retiró completamente ni encajó debidamente al fondo, provocó la desbandada del coro y la mayoría de los miembros de la orquesta. El maestro Riccardo Muti, sin embargo, permaneció impertérrito y con el mayor de los temples. Cual capitán de la nave, ordenó a los músicos que regresaran a su sitio y se dirigió al público: "Lo importante es que nadie se ha hecho daño"; y con su peculiar sentido del humor, añadió: "que esté tranquilo el tenor que no le vamos a hacer repetir su escena".
Poco importó el parón porque, en la reanudación, el titán napolitano nos volvió a imbuir en la atmósfera de autenticidad verdiana y tensión teatral de su magistral labor en I due Foscari, magnífica ópera del Verdi temprano, de galeras o risorgimentale, estrenada precisamente en Roma (Teatro Argentina, 3 de Noviembre de 1844) que, afortunamente, se va consolidando en el repertorio. En ella, el genio de Le Roncole nos presenta la figura de un padre (habitual en su producción), que se debate entre su faceta natural como progenitor con los sentimientos propios de la misma y la que le corresponde como líder político, al personificar al Dux de la Serenissima Repubblica di Venezia. Como tal, debe hacer cumplir escrupulosamente la condena que ha recibido el único hijo que le queda con vida. Ahí radica su tremendo drama de sufrimiento e impotencia. Si bien, el auténtico protagonista y nudo causal que desencadena toda la trama es el poder. Su anhelo, junto con el de venganza, han impulsado la intriga que urde Loredano para hundir a la familia Foscari. Asimismo, la permanencia en esa cúspide del poder impide al protagonista asumir sus genuinos sentimientos como padre y no sólo el mínimo trazo de trato de favor, ni siquiera le está permitida la compasión hacia el mismo. El poder, en definitiva, personificado en ese Consejo de los Diez, que lo asume de forma total, despótica y concentrada. Dictan las leyes, también las sentencias y hacen cumplir unas y otras. No hay separación de poderes. Por ello están retratados musicalmente de manera, más que negativa, siniestra, en unos coros que fueron genialmente expuestos por Muti.
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