La Voz de Asturias (Jueves, 15/04/10)
Lugar: Teatro Campoamor. Fecha: 13 de abril de 2010
ZARZUELA DECONSTRUÍDA
La Temporada de Zarzuela de Oviedo volvió al Campoamor con magníficos resultados artísticos. Fue el turno a "Doña Francisquita", célebre zarzuela de Amadeo Vives que el director de escena Luis Olmos interpreta con acierto, organizando el espectáculo por medio de una gran estructura que genera varios espacios diferentes, al tiempo que los unifica estéticamente. La idea funciona bien, y destaca por su sencillez y naturalidad dentro de la acción, sobre todo cuando se colorea con el precioso vestuario de María Luisa Engel. Del conjunto de intérpretes sobresalió María José Moreno, soprano de agudos extraordinarios que tendría que estar mostrando su talento en los principales teatros del mundo. Su Francisquita fue espléndida, elegante en escena y, por descontado, arrebatadora en lo lírico. Alex Vicens es un notable tenor al que pareció venirle ligeramente grande el papel de Fernando. Estuvo más que digno actuando y cantando, y aunque su voz a veces parecía algo fatigada, resolvió muy bien su personaje, dejando momentos líricos ciertamente emotivos. Nancy Fabiola Herrera -La Beltrana- estuvo magnífica en escena. Cantando no lo hizo mal, si bien hay que decir que se esperaba mucho más de una artista de su categoría. Del resto del reparto destacó el trabajo de Enrique Baquerizo como un Don Matías de gran carisma y el de Julio Morales como Cardona, en el contexto de un extenso reparto de calidad. El Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo tuvo una buena participación hasta el Coro de románticos del tercer acto, en el que estuvo desafortunado. En lo musical, se contó con un director de talento. Miquel Ortega hubiera necesitado muchos más ensayos para hacer su Doña Francisquita, pero lo que el compositor catalán consiguió con la insuficiente política de ensayos diseñada para la ocasión es digno de admiración, sobre todo si tenemos en cuenta la dificultad de la partitura. Muy pocos directores de la actualidad están en condiciones de hacer tanto con tan poco. Ortega consiguió dotar a la versión de una gran energía y coherencia estilística, gracias a un sentido de la continuidad musical realmente conseguido, que también supo ir más allá de la mera concertación. Él fue el principal artífice del éxito de la función. Acompañó con gusto, dentro de un estilo muy consistente que proporcionó a la versión una notable elegancia. Fue todo un lujo para la Oviedo Filarmonía por su experiencia y talento sobre el atril, un director que convendría mimar en próximas ocasiones. La sonoridad de la orquesta notó la exigencia del director, si bien es cierto que en el seno del conjunto debería reflexionarse sobre si las prestaciones de algunos músicos están a la altura de lo que una orquesta profesional debe ofrecer a su público, tal y como se evidenció en varios pasajes. La velada se prolongó hasta las once menos cuarto, con excesivo calor en la sala. Es posible que el cansancio haya influido en los pocos aplausos que recibió la producción, porque el montaje, la versión musical y el reparto fueron de gran calidad. Por desgracia, el público no lo supo recompensar debidamente. Prefirió llegar lo antes posible a casa.
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