Crítica de la ópera Don Giovanni de Mozart en el Teatro Comunale Nouveau de Bolonia
Música y mito
Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. 26-V-2024. Teatro Comunale Nouveau. Don Giovanni [Wolfgang Amadeus Mozart / Lorenzo Da Ponte]. Nahuel Di Pierro [Don Giovanni], Abramo Rosalen [Il Commendatore], Valentina Varriale [Donna Anna], René Barbera [Don Ottavio], Karen Gardeazabal [Donna Elvira], Davide Giangregorio [Leporello], Nicolò Donini [Masetto], Eleonora Bellocci [Zerlina]. Orquesta y Coro del Teatro Comunale. Director de escena: Alessandro Talevi. Director musical: Martijn Dendievel.
El primer texto conocido sobre el mito de Don Giovanni es El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, escrito en 1630, que como el mismo título indica representa al seductor que disfruta de la burla aún más que de los placeres. Molière se apropiará del mito algunos años después y ya en el siglo XVIII Don Giovanni encarnará las contradicciones del nuevo pensamiento, más libre y racional, de la Ilustración. En efecto carece de escrúpulos y sigue solo la ley de su deseo, convertido ya en la imposibilidad de renunciar. Su placer no se nutre tanto de la realización como del conseguir el objetivo que se ha propuesto.
Mozart describe musicalmente la psicología de todos los personajes empezando por Leporello, casi un doble de su amo, esperándole fuera mientras seduce a una mujer. Donna Anna y Donna Elvira están enamoradas de Don Giovanni, pero la primera es más vengativa mientras la segunda está dispuesta a perdonarle casi ya redimida por la condena de amarle. Zerlina es una joven y bella campesina que está prometida a Masetto, pero sucumbe con muy poca resistencia a Don Giovanni. El protagonista carece de una identidad musical porque cambia continuamente según la dama que pretende conquistar, interesado solo en añadir más presas a la lista de sus conquistas, inmune a la duda y remordimiento, y exclusivamente al servicio de su deseo.
El maestro Martijn Dendievel ha dado una excelente interpretación de la partitura, perfectamente seguido por la óptima orquesta del Teatro Comunale. La fuerza y la profundidad de la lectura se perciben ya en la ouverture, que pasa de momentos ligeros y rápidos a otros líricos que preanuncian el calado trágico. El trabajo de la orquesta fue magnífico durante todo el espectáculo, obediente al alto nivel de exigencia rítmica y sonora impuesto por el director, que ha investigado con gran esmero las diferentes dinámicas de la partitura, atento a las notas breves y largas, obteniendo de la orquesta una musicalidad perfecta en sinergia con los cantantes sin sobrepasar nunca sus voces. La dirección plena de estilo, clara y elegante, careció algo de tensión teatral en la escena final, pero Dendievel lo compensó con la capacidad general de resaltar la escritura de Mozart, especialmente en el acompañamiento de las arias: El coro del Teatro Comunale, dirigido por Gea Garatti Ansini, fue una delicia y realzó cada una de sus escenas.
Bueno el elenco. En el aspecto interpretativo hay que destacar especialmente la creación del barítono argentino Nahuel Di Pierro como Don Giovanni. En lo vocal posee buenos recursos canoros, de bello timbre, con clase en el fraseo y sin problemas en el registro agudo. Valentina Varriale encarnó a Donna Anna con una voz de limitado relieve, con ascensos muy forzados, pero mejoró en el segundo acto. René Barbera se tomó muy en serio su papel de protector de Donna Anna, un tenor que cuenta con una sólida técnica que le permite destellos de calidad. Barbera dió importancia a un personaje favorecido solo por dos hermosas arias. La soprano Karen Gardeazabal demostró grandes cualidades actorales e interpretativas con las que caracterizó perfectamente a Doña Elvira, una soprano con buenas dotes, bien de timbre y sin problemas con los agudos. Davide Giangregorio como Leporello es el alter ego de su dueño y logró que sus cambios de identidad en el segundo acto fueran muy convincentes. La escena en que el criado detalla las innumerables conquistas de su dueño es una joya. Canta con fraseo claro y un timbre atractivo. Con Don Giovanni domina el escenario durante la mayor parte del espectáculo. Bello el timbre de Eleonora Bellocci que bordó a Zerlina y cantó bien con buenos medios. Correcto Nicolò Donini como Masetto. Abramo Rosalen fue perfecto como Commendatore tanto en vida como sobre todo en su aparicíon de ultartumba tras la muerte. En la escena final su timbre retumbante protagonizó la creación de un aura aterradora.
En esta nueva producción del Teatro Comunale la dirección escénica está confiada a Alessandro Talevi, que se ocupa también de la escenografía. No sitúa el desarrollo de la historia en ninguna época concreta porque, como afirma él mismo, «Don Giovanni es una arquetipo y en consecuencia se puede permitir el lujo de seducir mujeres en cualquier siglo». Así también las danzas pertenecen a estilos y épocas diversos. Sobre las cambiantes paredes blancas con elegantes puertas y ventanas que delimitan el espacio escénico se proyectan en ocasiones etéreas imágenes de los trofeos femeninos del seductor. El director ha buscado crear un equilibrio entre empatía y disgusto. En efecto también para él, Don Giovanni es un misterio que canta a todas las mujeres que ha seducido pero nunca ha retenido, que quizá busca el verdadero amor sin saber en qué consiste.
Para el director era difícil hacer desaparecer al protagonista del escenario del Nouveau, donde no se puede disponer una trampilla en el suelo, y así ha decidido hacerle desaparecer entre las paredes de la escenografía empujado por los fantasmas de sus víctimas. Todas las mujeres seducidas y abandonadas se hacen presencias espectrales procedentes de épocas diversas y destinadas al final a reunirse acompañadas por la música que marca la entrada del Commendatore. No podemos no destacar el eficaz y elegante vestuario de Stefania Scaraggi, la perfecta iluminación de Teresa Nagel y las bellas coreografías de Danilo Rubeca.
Un gran éxito con repetidos aplausos y ovaciones para todos y en especial para Di Pierro y Giangregorio.
Fotos: Andrea Ranzi
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