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Crítica: «Don Gil de Alcalá» en el Teatro Campoamor de Oviedo

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Autor: Nuria Blanco Álvarez
25 de junio de 2024

Crítica de Nuria Blanco Álvarez de Don Gil de Alcalá de Penella en el Teatro Campoamor de Oviedo, dentro de su temporada de zarzuela

«Don Gil de Alcalá» en el Teatro Campoamor de Oviedo

Cierre de temporada en Oviedo


Por Nuria Blanco Álvarez | @miladomusical
Oviedo. Teatro Campoamor. 20-VI-2024. Don Gil de Alcalá (Manuel Penella). Alejandro Roy, Sofía Esparza, Facundo Muñoz, Carol García, Manel Esteve, Pablo Gálvez, Omar Lara, Marina Pardo, Pablo López, Cristian Díaz, Andrés Sánchez Joglar. Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo. Oviedo Filarmonía. Dirección musical: Lucas Macías. Dirección de escena: Emilio Sagi.

   La XXXI edición del Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo ha llegado a su fin con la puesta en escena de la ópera cómica en tres actos Don Gil de Alcalá en una producción propia del Teatro Campoamor que ya vimos en 2017. La obra, con texto y música de Manuel Penella, fue estrenada originalmente en el Teatro Novedades de Barcelona en 1932 y tuvieron que pasar dos años para verla sobre las tablas del Teatro de la Zarzuela madrileño, dirigida por el propio autor. El músico valenciano la definió como «la mejor obra de cuantas llevo estrenadas». La partitura presenta la particularidad de haber sido escrita únicamente para cuerdas y él mismo lo explica argumentando que no fue un mero capricho sino que buscaba un aire dieciochesco en su música, «esa sonoridad fina, elegante, clásica si se quiere, va muy bien con los personajes de peluquín». No olvidemos además que el compositor era violinista y profesor de violonchelo, por lo que conocía muy bien los instrumentos de arco. No obstante, se echa en falta más peso en la orquestación en algunos momentos como en el final del número 3.

«Don Gil de Alcalá» en el Teatro Campoamor de Oviedo

   La trama se ajusta a los convencionalismos de la zarzuela decimonónica, con una cándida historia de amor entre dos jóvenes -Niña Estrella y Don Gil- que se ve entorpecida por un tercero en discordia -Don Diego-, que cuentan con la complicidad de los sirvientes, a la sazón la pareja cómica de la obra -Maya y Chamaco- y el pícaro sargento andaluz -Carrasquilla-, todo ello con un final feliz gracias al recurso de una suerte de anagnórisis y desarrollado en un ambiente colonial del siglo XVIII, que también se aprecia en la partitura en la que aparecen tanto una pavana como piezas de carácter americano como la habanera y el baile del jarabe, así como música de tintes andaluces, todo ello con México como telón de fondo, país donde precisamente se encuentra enterrado Penella, donde la muerte le sobrevino cuando estaba supervisando en Cuernavaca la música de la película El capitán aventurero basada en la ópera que ahora nos ocupa. El también autor de El gato montés sentía tal agradecimiento al país azteca por el extraordinario recibimiento de sus obras que no dudó en escribir una ambientada allí en la que, si bien el grueso de los personajes eran españoles, la protagonista femenina era mestiza y «tuve especial cuidado que el elemento cómico recayera en dos inditos mexicanos», aunque aquí el único con acento mexicano fue el varón. Uno de los cantantes que contribuyó al éxito de esta obra en América fue Luis Sagi-Vela, tío del director de escena de esta bella producción, el asturiano Emilio Sagi quien, como siempre, dotó de pragmatismo y elegancia a la escena de este Don Gil de Alcalá. Nos presenta un México idealizado envuelto en tonos dorados y ocres con un precioso vestuario de la recordada Pepa Ojanguren donde se ha incluido un cuerpo de baile que se lució en la pavana recordándonos las fabulosas fiestas de los Bridgerton. 

   La versión musical de Lucas Macías con la Oviedo Filarmonía resultó un tanto irregular pues si bien se mostró mejor en los fragmentos puramente instrumentales, evidenció serios problemas de ajuste con los cantantes que ya empezaron durante la intervención de Marina Pardo como Madre abadesa en el dúo inicial (nº2) pero que fueron notorios en varios números de conjunto, como en el que se presenta Don Gil (nº5) y especialmente en el concertante del final del segundo acto (nº21), donde en la intervención del Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo no se apreciaron planos sonoros y al unirse las voces de los solistas las dificultades para encajar voces y orquesta fueron aún más evidentes con un final de acto estruendoso. La ejecución adoleció en general de poca delicadeza, abundando los finales abruptos, y de emotividad, lo que repercutió en las respuestas del público que midieron sus aplausos en el devenir de la obra quedando huérfanos de ellos más números de los deseables.

«Don Gil de Alcalá» en el Teatro Campoamor de Oviedo

    El elenco vocal resultó en general homogéneo y correcto. Sofía Esparza en el papel de Niña Estrella, lució la belleza de su timbre y elegancia en la línea de canto, sin embargo, no logró epatar en el archiconocido dúo «Todas las mañanitas» con Carol García como Maya, quien debió hacerse más presente. La mezzo se mostró además muy fatigada en la canción del jarabe presentando serias dificultades para moverse y cantar a la vez, con sonoros problemas de respiración, asunto que debió haber tratado de evitar la dirección de escena. Mucho mejor en su dúo con Chamaco y el «coro de murmuración». También resultó agotador observar el quinteto de los protagonistas con sus criados en el que los cantantes debían levantarse y sentarse para cada una de sus respectivas frases, algo innecesario y que no vela por la calidad canora de los intérpretes.

   Facundo Muñoz como Chamaco ofreció una interpretación de gran nivel, con una voz muy natural de envidiable dicción y proyección y una extraordinaria caracterización dramática. Se hace evidente la formación teatral de este cantante, algo de lo que adolece Alejandro Roy, en el papel que da nombre a la obra, quien a pesar de haber dado cuenta de una voz plena y sin temor a los agudos como en el tema «Mitztilán», se mostró, como acostumbra, muy tenso dramáticamente lo que siempre resta naturalidad a sus personajes. Pablo Gálvez fue un saleroso Sargento Carrasquilla, muy adecuado en la canción del vino de Jerez, al igual que Manel Esteve como Don Diego, quien posee una bonita voz. Omar Lara por su parte fue un correcto Gobernador al igual que el resto del reparto.

Fotos: Alfonso Suárez

«Don Gil de Alcalá» en el Teatro Campoamor de Oviedo
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