Crítica del díptico Dido y Eneas y Die sieben Todsünden en Bolonia
El triunfo del coro
Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia, 16-III-2024. Comunale Nouveau. Dido y Eneas [Henry Purcell / Nahum Tate]. Danielle de Niese [Dido], Francesco Salvadori [Eneas], Mariam Battistelli [Belinda], Patricia Daniela Fodor [Seconda donna], Bruno Taddia [La maga], Marco Miglietta [I strega], Andrea Giovannini [II strega/marinaio], Paola Valentina Molinari [Spirito]. Die sieben Todsünden [Kurt Weill / Bertolt Brecht]. Danielle de Niese [Anna I], Irene Ferrara [Anna II], Marco Miglietta, Andrea Giovannini, Nicolò Ceriani y Andrea Concetti [La famiglia]. Coro y Orquesta del Teatro Comunale. Director de escena: Daniele Abbado. Director musical: Marco Angius.
Se debe al director escénico Daniele Abbado el proyecto de este díptico de marcado carácter político con el común denominador de la referencia a la ciudad. Dido y Eneas de Henry Purcell se estrenó en el Colegio de Josias Priest de Chelsea (Londres) en 1689. El libreto de Nahum Tate, inspirado en la Eneida de Virgilio no presenta un desarrollo psicológico de los personajes, sino una trama al servicio de la música de Purcell. La partitura original se perdió y hoy se conocen dos versiones, ambas incompletas, posteriores al menos en cien años a la primera ejecución. Para colmar las pérdidas, Marco Angius ha decidido insertar tres de los cinco Coros de Didone (1958) de Luigi Nono sobre versos de Giuseppe Ungaretti, colocándolos al comienzo de la ópera y al final del primer y del segundo acto. La otra página insertada es de Giacinto Scelsi de 1968.
El director se ha encontrado aquí ante una ciudad muy lejana, precedente a la fundación de Roma, un mundo mitológico donde las divinidades influyen en el destino de los hombres. Los protagonistas tienen una relación conflictiva con la sociedad y el coro hace aquí de corte, pueblo, marineros y brujas, grupo social que destruye la fama y el honor de Didone. Angelo Linzalata ha tenido que adaptar las escenas y las luces al espacio del Comunale Nouveau con unos paneles marrones que se abren y cierran formando juegos de luz y sombra en el escenario. Las delicadas coreografías de Simona Bucci dotan de acción a las páginas musicales y el vestuario de Giada Masi es intemporal. Óptima la dirección de Marco Angius, que ha sabido insertar sapientemente las composiciones de Nono y de Scelsi, poner de relieve el carácter de los personajes y subrayar el gran trabajo del coro.
Entre los cantantes destacó Mariam Battistelli en el rol de Belinda, con una voz de bello timbre, perfecta dicción y gran presencia escénica. Francesco Salvadori encarnó a Eneas con voz de timbre agradable, perfecto en el agudo, y lució también por sus dotes dramáticas. Danielle de Niese fue una cumplida Didone, vocalmente brillante en el agudo, óptima dicción y cantó excelentemente el famoso lamento «Ah! Belinda». Paola Valentina Molinari es el Spirito, que interpreta solo una breve aria, Bruno Taddía encarna a la Maga, mientras Marco Miglietta y Andrea Giovannini son las brujas. Patricia Daniela Fodor es la Segunda mujer, pero en esta ópera la parte principal del canto la lleva el coro, preparado por Gea Garatti Ansini, que acompañó toda la función y entusiasmó al público que le aplaudió y ovacionó.
La segunda parte del espectáculo ha sido Die sieben Todsünden de Brecht-Weill, donde asistimos a una inversión de los siete vicios señalados por la enseñanza cristiana, que según Brecht, obstaculizan el enriquecimiento personal. El hombre tiene que hacerse el capitalista de sí mismo, y para tener éxito tiene que vender lo que posee, cuerpo, personalidad y honor. Kurt Weill huido del Berlín nazi, se estableció en París, donde ya estaban Cocteau, Stravinsky, Picasso y Gide. Allí conoció a Edward James, que se había casado con la célebre bailarina austriaca Tilly Losch. De aquí la idea del espectáculo en forma de balet cantado, del que la Losch habría sido la protagonista junto a la cantante Lotte Lenya, musa del compositor.
La ópera está ambientada en América, donde dos hermanas, la cantante y la bailarina, la una práctica y la otra soñadora, son protagonistas de una moderna parábola política. Nacidas en Louisiana, quieren acumular dinero para comprar una casa para ellas y la familia. Así se topan con los siete pecados capitales, uno por cada ciudad donde la hermana bailarina querría perseguir sus ideales de lo bello y lo bueno, pero será reconducida por la hermana cantante a la moral utilitaria burguesa. Cada ciudad está representada por estereotipos de la época, circenses, las variedades, el cabaret, que inspiran escenas brillantes iluminadas por Angelo Linzalata y con el magnífico vestuario colorista de Giada Masi. La coreografía de Simona Bucci crea cuadros que se forman y disuelven con ritmo veloz. Magnífica la interpretación de Marco Angius de la partitura con una orquesta más numerosa. Danielle de Niese es perfecta como Anna I, atenta a explotar toda situación, mientra su doble Anna II, la bailarina Irene Ferrara, es una esclava del interés de la familia compuesta por cuatro parásitos encarnados por Marco Miglietta, Andrea Giovannini, Nicolò Ceriani y Andrea Concetti que vaguean en un diván en espera de la llegada del dinero.
El público ha aplaudido repetidamente al final de cada espectáculo, con sus muestras de entusiamo dedicadas especialmente al coro.
Fotos: Andrea Ranzi
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