KERMES Y EL NUEVO BARROCO
Dido and Aeneas (Henry Purcell) Madrid, Teatro Real, 18-11-2013. Simone Kermes (Dido), Dmitris Tiliakos (Aeneas), Núria Rial (Belinda), Marie MacLaughlin (La Hechicera), Nadine Koutcher (Primera Bruja), Olga Malgina (Segunda Bruja). Coro y Orquesta de la Opera de Perm (MusicAeterna). Director: Teodor Currentzis. Versión concierto.
Notable interpretación concertística la que ofrecieron las huestes de la Opera de Perm (MusicAeterna) de esta magnífica ópera, única inglesa reseñable y con presencia en el repertorio hasta la llegada de Benjamin Britten en pleno siglo XX. El Teatro Real contó con la presencia en el papel protagonista, la Reina Didon, de una de las estrellas del barroco actual,
Simone Kermes, soprano un tanto peculiar, incluso con rasgos pintorescos y que ha abordado también otros repertorios con temeridad y de manera muy personal. En ella encontramos un prototipo de las características vocales propias de la praxis interpretativa barroca ya totalmente consolidada en la actualidad. Una praxis que contradice los principios esenciales de la escuela clásica de canto, la técnica verdadera, la cual, en opinión del que firma estas líneas, debería aplicarse en sus valores fundamentales, a cualquier repertorio que se aborde. Efectivamente, Kermes emite un sonido sin plenitud, sin vibrato, caído de posición, sin mordiente, obviando totalmente el pasaje de registro, sin una mínima homogeneidad tímbrica y fusión de registros. El grave, inexistente, se resuelve de una manera extraña por decirlo finamente, el agudo sin asomo de resolución canónica del paso, carece de impostación, de apoyo, de cobertura, de metal. El centro resulta algo más timbrado, aunque gutural y lejos de resultar bello y aterciopelado. Ciertamente, la testitura de Dido no reclama el registro agudo y la soprano alemana es capaz de cantar mórbido en la franja central. Si aceptamos todo esto y que estos modos se han consolidado, parece que definitiva y desgraciadamente, en la interpretación barroca, hay que resaltar que Kermes tiene personalidad, cierto magnetismo y busca siempre los acentos, la expresividad, así como el contraste en su fraseo y crear clímax, aún con alguna exageración como el arrastre de la ch en "
I fear, I pity his too much" del primer acto. Todas sus intervenciones, incluido el magnífico y conmovedor lamento final "
When I am laid in earth", con la complicidad de la batuta de Currentzis, tuvieron intensidad y emoción. Mucho más pura y ortodoxa la emisión de
Núria Rial, de voz liviana, desguarnecida y suficiente para este repertorio, pero carina, musicalísima, con mucho encanto en una Belinda muy bien cantada, con mucha naturalidad, apoyada en un fraseo refinadísimo y exquisito.