Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 5-III-2018. Teatro de la Zarzuela.Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). XXIV Ciclo de Lied. Diana Damrau (soprano), Helmut Deutsch (piano). Obras de Hugo Wolf, Richard Strauss y Fernando. J. Obradors.
Antes de marchar a cantar Maria Stuarda en el escenario de la Ópera de Zurich en abril, y en mayo empezar la gira VERDIssimo (arias y duetos de Giuseppe Verdi), ambos eventos con su esposo el bajo-barítono Nicolas Testé, Diana Damrau (1971) nos presenta en el Teatro de la Zarzuela este recital de canciones en miniatura, las Italianische Liederbuch, encantadoras, y a menudo ambiguas. En ellas, Hugo Wolf (1860-1903) logra maridar perfectamente el mensaje del texto con su música, independientemente de si se trata de una declaración de amor -con entusiasmo exuberante- o una malicia pequeña y bien pergeñada. Como no podía ser de otra forma, el acercamiento de Damrau a este repertorio es el de poner en escena unos Liederque se prestan, en complemento al canto, a ser interpretados con perfecto dominio de las tablas y que, aunviniendo de la gran escena,la artista sabe cómo ha de replegar su voz, ademanes y códigos escénicos en piezas que idealmente deben de contemplarse y degustarse a distancias cortas, en pequeñas salas y en ‘petit comité’.
Como nota al margen diremos que distintas selecciones de estos 46 lieder suelen programarse también para dúos de voces masculina-femenina, como fue el caso del pasado 2 de marzo, en el Palacio de la Música Catalana, donde se contaba con la presencia al alimón de Diana Damrau y Jonas Kaufmann -que se alternaban en el escenario-, junto a Helmut Deutsch, para dar vida a este Cuaderno de Lieder Italianos,en una selección distinta a la del recital que nos ocupa.
Que en esta velada Diana Damrau se enfrentara sola a ésta su elección de 21 canciones de las 46, no le resta un ápice de interés ni de intencionalidad, dado que hablamos de una artista de muchos recursos gestuales y de expresividad vocal. Así lo demostró en las humorísticas, caricaturescas y desenfadadas Ich esse nun mein Brot (Ya no puedo comer el pan duro), o Mein Liebster ist so Klein (Mi amado es tan pequeño), o en Wer rief dich denn? (¿Quién te ha llamado entonces?), para pasar después a lograr expresar mayores profundidades afectivas y emotivas en Mir ward gesagt, du reisest in die Ferne (Me dijeron que te ibas muy lejos) o acentuados lirismos en Wir haben beide lange Zeit geschwiegen (Hemos estado callados tanto tiempo).
En la segunda parte, el universo de Richard Strauss (1864-1949), cuyo hecho distintivo respecto de sus predecesores en la composición de lieder-junto con Gustav Mahler-, es el acompañamiento de la voz con orquesta, o bien la orquestación de los liederdesde la versión pianística. Casualmente, de los más de doscientos liederque escribiera en toda su vida el genio muniqués, los más interpretados son los que poseen versión orquestal. En 1897, Strauss orquestó unlied que acababa de componer, Meinem Kinde, y en 1900 añadió dos más compuestos el año anterior con la maternidad como tema: Wiegenlied, y Muttertändelei, formando un miniciclo conocido como Drei Mutterlieder (Tres canciones de madre), que Damrau canta eliminado el segundo, y añadiendo Einerlei (Mismidad), además del muy famoso Ständchen (Serenata). Aunque puede aplicarse a todo el recital, resaltamos en Ständchen el virtuosista acompañamiento de Helmut Deutsch: Las manos vuelan delicadamente sobre el piano, que juega como si nos narrara un cuento de hadas, y no se suma a la escena amorosa hasta la última estrofa, cuando los amantes ya disfrutan de su éxtasis nocturno.
Strauss orquestó Ruhe, meine Seele (Descansa, mi alma) en 1848, más de cincuenta años después de componerlo. Al parecer tenía en mente añadirlo a sus cuatro últimos lieder orquestales para publicar los cinco juntos, pero esta idea no se concretó y, tras su muerte, el editor Ernst Roth publicó los cuatro lieder inéditos como Vier letzte Lieder (Cuatro Últimos Lieder), que se interpretan en ordenes distintos a elección de cada artista (en esta ocasión: Primavera-Septiembre-Al ir a dormir-En el arrebol). La versión con piano que Damrau presenta puede considerarse como una rareza (para los interesados, recordamos que Barbara Bonney, afamada intérprete de Strauss, la grabó en disco), ya que lo habitual es la versión con orquesta.
La voz de Damrau, con el paso del tiempo, ha ganado en densidad y ha perdido algo de brillo o esmalte, si bien se proyecta enérgica y poderosa, con trabajada dicción; y aun no siendo especialmente bella, ni poseer una técnica demasiado canónica -sobre todo en la zona aguda-, sí que tiene la capacidad de contenerse y ponerse al servicio de la primera regla de Lied, es decir, supeditar la voz al texto. Sin embargo, estas virtudes no nos parecen suficientes como para adjetivar de ‘sobresaliente’ la versión que Damrau nos ofreció de estos Cuatro Últimos Lieder, ya que –a nuestro entender- la línea vocal y la limitada belleza del sonido no es capaz de sublimarse para elevarse y sobrevolar las notas del piano, aunque ciertamente es difícil desnudarse de todos esos ricos colores que arropan al cantante en las versiones orquestadas (desde hace décadas, entre muchas de las grabaciones orquestales de las Cuatro últimas canciones, rivalizan la realizada por Elisabeth Schwarzkopf, con el húngaro George Szell a la batuta,con la dirigida por Karajan y cantada por Gundula Janowitz).
Sea como fuere, el público aplaudió y braveó al muy meritorio binomio Damrau-Deutsch, de modo que ofrecieron cinco propinas, obteniendo por cada una un plus que hizo enfervorecer más y más al respetable: Nichts,Wenn du es wüsstest, Wiegenlied, Zueignung (todas ellas de Strauss) y, por último, como inesperado colofón y valioso regalo sonoro para el público madrileño, Del cabello más sutil, ofrecida con mucha de la delicadeza y la intención necesarias para diferenciar la primera y la segunda letra.
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