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NATALIE DESSAY: 'Ser libre tiene un precio'

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Autor: Alejandro Martínez
27 de septiembre de 2015

NATALIE DESSAY: “Ser libre tiene un precio”

Una entrevista de Alejandro Martínez

   La soprano francesa Natalie Dessay (1965) regresa al Teatro Real el próximo martes 29 de septiembre, tras el frustrado protagonismo de La hija del regimiento durante la pasada temporada y cuando han pasado ya siete años desde su última visita al coliseo madrileño. En esta ocasión vuelve con un concierto de lied y canción francesa, acompañada al piano por Philippe Cassard, en una gira que coincide con el lanzamiento de su último disco Fiancailles pour rire, también con Cassard y con obras de Fauré, Chabrier, Poulenc y Chausson.

Han pasado siete años desde su última visita al Teatro Real, en 2008, entonces en un concierto con arias de ópera de su repertorio habitual. Vuelve ahora con un repertorio completamente distinto y con una carrera reorientada por completo. ¿Qué ha pasado durante estos siete años?

   Sencillamente decidí cambiar mi vida, alejándome de la ópera para hacer lo que siempre había querido hacer, que es actuar, actuar haciendo teatro quiero decir. Por supuesto sigo cantando, todavía tengo voz para ello y sigo amando la música, pero digamos que de otra manera, a través de recitales y con otro repertorio distinto al que hice durante unos veinte años. Y eso es todo, cambié mi vida.

Tuve ocasión de estar en Toulouse cuando usted cantó su último papel en escena, con la Manon de Massenet. Recuerdo que su voz no estaba en plena forma, es cierto, pero todavía era capaz de resolver de forma muy convincente una partitura como esa. Quizá usted no se sentía tan cómoda y segura como parecía dar la impresión.

   No, no se trata de eso. Evidentemente los años pasan y la voz también lo nota, pero si he decidido dejar de cantar ópera no es por eso sino porque ya no quería hacerlo más. Hice todo lo que quería y podía hacer. El repertorio natural para mí voz es muy reducido y específico y no quería repetirme a mí misma eternamente, yendo progresivamente a peor. No quería aburrirme ni aburrir a los demás, eso es todo. Llegué a hacer Lucia, Traviata, Mélisande, Julieta y Manon, que digamos que fueron los papeles más pesados para mi voz que incorporé a mi repertorio. No quería volver a hacer los mismos papeles una y otra vez, eso es todo.

¿Y no tuvo nunca la tentación de reorientar de alguna manera su repertorio, bien fuera hacia el barroco, bien hacia un repertorio francés menos explorado, etc.?

   No, no era una posibilidad real. Créame, conozco bien mi voz. No había más repertorio para mí. Canté todo lo que podía cantar. Era el momento de tomar una decisión y hacer lo que siempre había querido hacer, que es actuar como antes le decía.

Los problemas de salud en sus cuerdas vocales que afrontó hace ya una década, ¿tuvieron alguna consecuencia sobre todo este proceso y su decisión final?

   No de un modo directo, hace ya mucho de aquello y estuve cantando con normalidad toda una década después de la última intervención, en 2004. Créame, el motivo por el que decidí dejar de cantar ópera es porque me di cuenta de que me aburría haciéndolo, hasta perder el interés por ello. Y créame que no es fácil tomar esa decisión, sobre todo porque mi vida, en el sentido de mis ingresos, dependían por completo de la ópera y cerrar esa puerta tenía evidentes consecuencias para mí. Pero al final hay que ponderar entre los motivos económicos y los motivos artísticos y no sería consecuente conmigo misma si siguiese cantando ópera cuando no me convence e interesa por completo lo que hago. Es una cuestión de integridad artística, no un asunto de dinero. Supe que quería actuar sin cantar y es lo que ahora estoy haciendo.

Imagino que no fue fácil construir una nueva agenda desde cero, dejando a un lado la ópera escenificada, que era el centro fundamental de su carrera.

   No, desde luego que no fue fácil, ni siquiera lo es a día de hoy. Apenas llevo año y medio con este nuevo enfoque y tengo desde luego la certeza de que no me equivoqué tomando esta decisión porque siento que estoy haciendo lo que quería hacer. Pero por supuesto, tengo que construir una agenda prácticamente desde cero. Tengo ahora más tiempo para cuidar de mí misma, para estar con la gente que quiero, para leer y por supuesto tengo una agenda y estoy trabajando para tener proyectos interesantes que puedan llenar mi agenda de aquí en adelante. Tanto este año como el siguiente están ya muy ocupados afortunadamente, tanto por conciertos como con este nuevo proyecto junto a Michel Legrand.

¿Cuál es su agenda para los próximos meses, por ejemplo?

   Tengo varios recitales con este mismo programa que traemos a Madrid con Philippe Cassard. Vamos después a Londres, Viena, París, etc. También tengo varias citas en las que leo textos de teatro dramatizados, algunos orientados para niños. Tenemos también varios conciertos con Michel Legrand, con quien queremos preparar un según disco. Y en marzo tendré el musical Passion de Sondheim en el Châtelet de París.

Recuerdo sus conciertos del año pasado con escenas de Giulio Cesare, con Emmanuelle Haïm. ¿Es la ópera en concierto un formato que sigue planteándose?

   No, realmente no. Tan sólo este año en la Philharmonie de París tengo un concierto con Karine Deshayes y Laurent Naouri en el que canto Les nuits d'eté de Berlioz. Pero ópera en concierto como tal, eso no; la ópera quedó atrás.

¿Qué repertorio nos presenta en Madrid?

   A Madrid traemos canciones de Schubert, es la primera vez que canto algo suyo, también de Mendelssohn y mélodie francesa. Es realmente difícil cantar Schubert, pero creo que es el momento de intentarlo. Ha sido fundamental para elllo el encuentro con Philippe Cassard, a la hora de encontrar alguien con quien me siento segura y en confianza para afrontar el reto que para mí supone abordar este repertorio. De hecho de no ser por su disposición a preparar bien un programa como el que traemos a Madrid, no lo habría hecho. Ojalá podamos preparar más programas en un futuro y regresar con ello también a Madrid.

Habida cuenta de su vocación de orientar de un modo distinto su carrera, ¿se ha planteado la dirección de escena o la docencia del canto?

   No, a decir verdad ninguna de las dos. Prefiero que me dirijan, es mucho más creativo e interesante para mí, y no creo que fuese una buena maestra, aunque ya he dado alguna masterclass de vez en cuando, pero no lo haría de forma sistemática, no creo que esté preparada para ello.

Tengo la sensación, un tanto amarga, de que el público, si no todo sí en parte, piensa que usted se ha retirado por completo, ignorando de algún modo que sigue ofreciendo recitales y que ha orientado su carrera hacia otros compromisos.

   Quizá, pero no es así, ya lo ve. Me defino sobre todo hoy en día como una actriz de teatro, por supuesto tengo una voz como soprano, que puedo seguir usando y uso, pero no estoy en modo alguno retirada, ni me lo planteo.

Su trabajo con Michel Legrand supone una suerte de crossover, ¿se plantea abundar en este tipo de propuestas?

   Probablemente. Me siento cómoda, es con micrófono, no uso mi voz de soprano como tal, y tengo otras posibilidades expresivas. De hecho, en este sentido tengo un proyecto con música americana, pero iremos viendo cómo se desarrolla.

Déjeme decirle que me sorprende y agrada la seguridad y madurez con la que habla acerca de su decisión dejar la ópera, de cerrar una puerta y abrir otra, sin que suponga un trauma, sin hacer de ello un melodrama. No es habitual que los cantantes sean tan conscientes de dónde están y qué decisiones toman en cada momento.

   Sabe… No soy como los demás. Soy completamente diferente. En mi vida siempre he tenido clara una única cosa y es que quería ser libre en todo momento, de principio a fin. Y eso implica hacer lo que yo quiera, en el sentido de aquello en lo que creo y de lo que me siento verdaderamente convencida. No me gusta hacer las cosas porque se han convertido en una rutina, como un hábito que ya no manejo yo sino que me maneja a mí. Ser libre tiene un precio, es arriesgado vivir así, pero me gusta creer en lo que hago y no sabría hacerlo de otra manera.

Foto: Simon Fowler

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