UNA JOYA DE PRODUCCIÓN
DER ROSENKAVALIER Teatro Nacional de Munich (Munich Opernfestpiele), 23-7-2011. Anja Harteros, Sophie Koch, Lucy Crowe, Peter Rose, Martin Gantner, Piotr Beczala, Ingrid Kaiserfeld, Ulrich Ress, Heike Grötzinger. Dirección musical: Constantin Trinks. Producción original de Otto Schenk
La producción de Otto Schenk es sencillamente maravillosa, junto con la de Viena del mismo director escénico y que también el que suscribe ha tenido la fortuna de ver en vivo, constituyen cimas de Rosenkavalier en particular y de la producción de ópera, en general. La de Viena data de 1968 y la de Munich, en mi opinión aún más fascinante, de 1972. Estas producciones, como algunas de Zeffirelli, Visconti, Everding, Rennert o Ponnelle, no deberían perderse jamás. Si algún día es retirada (algo que no sería deseable; si se estrena alguna nueva producción de Rosenkavalier, la de Schenk debería mantenerse y alternarse) debería guardarse en algún sitio. La belleza, el sentido de la estética, la fidelidad al texto, a los ambientes, a la época, la elegancia, el buen gusto, la maestría en los espacios, en las perspectivas (cómo es esa antecámara de la habitación de la mariscala, que vemos a través de la puerta o ese acto segundo con la gran escalera tras la cristalera....), la dirección de artistas (fantástica la escena del tocador en la habitación de la mariscala). En fin, la escena de la presentación de la rosa constituye un momento sublime y emocionante. Inolvidable.
En mi opinión, Anja Harteros naufraga en la caracterización de la Mariscala, sencillamente porque no se ha enterado de qué va el personaje. Las buenas frases que entona en la introducción del trío del acto III, (nadie va a negar que esta soprano sabe cantar y tiene un buen material) no bastan para encarnar una mariscala convincente. No hay la proverbial elegancia, no hay matices, no hay sabor vienés, no encontramos esa emoción de quién sabe el desenlace y lo precipita con una gran dignidad y señorío. Una Mariscala superficial, aburrida y falta de elegancia y clase. La Koch, como ya demostró en Barcelona, clava el personaje de Octavian, Napoyada en su físico andrógino tan adecuado y su musicalidad. Todo ello a despecho de un timbre genérico y falto de entidad y brillantez en los extremos. Peter Rose, asimismo, posee una voz de bajo ayuna de rotundidad, anchura y autoridad. El grave es débil, aunque audible y el agudo, imposible. Eso sí, su creación del personaje es estupenda, sin cargar nunca las tintas, sin caer en bufonerías facilonas y cantándolo, no berreándolo ni caricaturizándolo.
Flojita la Sophie de la inglesa Lucy Crowe. Sopranino asprigno, de timbre árido y pobretón con ascensos al agudo a menudo fijos e hirientes. Piotr Beczala en plan cameo estrella cantó bien su espinosa y bellísima intervención, dándolas todas aunque los ascensos tampoco resultaron totalmente desahogados. Muy buenos los secundarios, destacando Heike Grötzinger en una magnífica Annina. Si bien pudiera discutirse algún tempo (especialmente, en el primer acto) de la dirección de Constantin Trinks, su labor me pareció notable, con una prestación fabulosa de la orquesta. Un sonido embriagador, sedoso, mórbido, dúctil, trasparente, de un refinamiento tímbrico impactante. Memorables esos violines en pianísimo al final del acto I, así como la presentación de la rosa, la manera en que "cantó" la orquesta los valses, el clímax del terceto final... Una gozada.
Compartir
Aviso: el comentario no será publicado hasta que no sea validado.