La Voz de Asturias (Martes/1/6/10)
El barítono asturiano David Menéndez acaba de participar en la producción de "Les mamelles de Tirésias" de Poulenc que, con dirección escénica de Emilio Sagi, se presentó el pasado jueves, 27 de mayo, en el Teatro del Liceo de Barcelona.
- Es la segunda vez que hace esta producción
- Sí. Yo formé parte del elenco que la estrenó hace un año, en el Teatro Arriaga de Bilbao. "Les mamelles de Tirésias" es una obra corta, con un prólogo que hace el director del teatro con la intención de presentarla público. Es el único personaje que interpreta un aria de entidad, ya que estamos ante una obra en la que el protagonismo es coral. También encarno a un gendarme que investiga un crimen.
- Es una ópera bastante curiosa
- Es preciosa, un auténtico bombón; surrealismo puro y duro escrito por Apollinaire. Cuenta la historia de una señora que se levanta una mañana y, harta de ser mujer, decide convertirse en un hombre. Llegado el momento se quita los pechos para convertirse en un hombre. Cuando lo hace, su marido, para seguir siendo su pareja, decide travestirse de mujer. En la versión de Sagi los pechos son dos globos que ella misma se pincha ante el grito de su marido, sorprendido por su desaparición.
- Su carrera está muy vinculada al Liceo
- Desde la temporada 2002-03 vengo colaborando con el Liceo casi todas los años. Mi relación comenzó gracias a un concierto en el foyer del teatro. A partir de entonces, Joan Matabosch, su director artístico, comenzó a llamarme para hacer diversas obras, entre las que están un "Julio César" de Haendel o "Babel 46" de Montsavatge. También me dieron la oportunidad de interpretar el Don Alfonso del "Cosí fan tutte" de Mozart, que fue el papel con el que debuté en el Liceo. Después vino mi participación en "Las bodas de Fígaro" y "La cenerentola" de Rossini, junto a Juan Diego Flórez, con quien también realicé una grabación en DVD para la DECCA.
- ¿En qué momento se encuentra ahora?
- Estoy en un momento estupendo, al que he llegado trabajando mucho en España, en teatros como el Campoamor de Oviedo, pero también en La Coruña o el Teatro Real de Madrid. He tenido la oportunidad de foguearme en España, cosa muchos de mis compañeros no pueden hacer, ya que en ocasiones se ven obligados a aceptar trabajos fuera, y no siempre en las mejores condiciones. Hasta ahora he tenido la suerte de cantar en papeles y teatros importantes dentro de mi país, así que ahora lo que me apetece es hacer justo lo contrario. Estoy buscando la manera de mover mi carrera fuera de España.
- Supongo que tras obtener el tercer premio en Operalia le ofrecieron cosas
- Operalia me abrió las puertas de muchos teatros pero, desgraciadamente, no pude atenderlas porque tenía mucho trabajo y una gran cantidad de fechas ocupadas. Entonces se me dieron muchas opciones que se tuvieron que quedar en "stand by", así que ahora es el momento de retomarlas. Sé que si hubiera cancelado tampoco habría pasado nada, porque los teatros son comprensivos con estas situaciones, pero esa es mi manera de trabajar: cuando das la palabra y te comprometes debes cumplirla.
- ¿Afecta la crisis?
- El mundo de la ópera es un mercado como cualquier otro, y en este momento todo lo que sea compraventa está mal. No es un buen momento para nadie. Hay lugares en los que se está notando más, como Italia, que es un país que nunca ha terminado de funcionar bien y que, ahora mismo, ha pegado un hachazo al mundo de la ópera que ha llevado a músicos y cantantes a ponerse en huelga. En la actualidad estoy negociando con algunos agentes y no descarto nada, ni siquiera Italia. Alemania es muy interesante, pero también América.
- ¿Todo lo que usted ha conseguido hasta ahora ha sido sin agentes?
- Hasta hace menos de un año todo lo había conseguido por mí mismo. No he trabajado con nadie. Hay gente que se extraña, porque he trabajado mucho. No obstante, cantar fuera de España sin agente es complicado, por no decir imposible. En Italia es impensable, a no ser por cuestiones puntuales. Allí trabajan apalabrando las cosas, sin más. A veces sólo tienes la palabra de un director hasta que llegas al teatro. Por eso conviene trabajar con una agencia que ejerza presión para que, si por casualidad cancelan, se te permita la posibilidad de otra función. De esa manera, el teatro también tiene la seguridad de que no les vas a dejar colgados. Cuando se elige a un agente, es importante que sea una persona respetada y que su palabra tenga peso. Actualmente me encuentro negociando con la persona que creo debe llevar mi carrera. No quiero olvidar lo conseguido en España, pero quiero empezar a moverme fuera.
- ¿Cómo ve su desarrollo lírico?
- Dentro de mi cuerda todavía soy un barítono joven. Lo que he hecho hasta ahora se amolda muy bien a mi repertorio. Mozart va a ser un compañero de viaje importante. He cantado la mayoría de los papeles para barítono de sus óperas, y en ellos me encuentro como pez en el agua. También me va bien Rossini porque, a pesar de tener una voz con bastante volumen y cuerpo, puedo manejar bien las agilidades. Por esta razón también me gusta interpretar la música de Haendel. Los barítonos de sus obras deben ser voces grandes. Esto no siempre se sabe ver. Ahora estoy empezando a trabajar todos los papeles de Donizetti y Bellini, demás de muchos de los papeles escritos para barítono dentro de la ópera francesa, que se adecúan bien a mi vocalidad. Es algo que he descubierto cantando "Les mamelles de Tirésias".
- Otra vez se vuelve a decir que hay crisis de voces
- Yo no lo creo, lo que sucede es que en una sociedad como la que vivimos, cantar clásico no se valora tanto. Parece que lo único que importa es hacer las cosas rápido: hay que hacerse ricos y famosos lo antes posible, y el canto es incompatible con la prisa. No es como en Operación Triunfo, que en tres meses te convierte en un David Bisbal. Lo nuestro requiere mucho trabajo, esfuerzo y dedicación. Muchas veces, cuando te metes en este círculo y te das cuenta de lo que conlleva cantar, a mucha gente no le apetece pagar el precio. Otros se dan demasiada prisa, que es mala consejera pero que, hasta cierto punto, es comprensible. La carrera de canto se empieza tarde. Cuando uno empieza a hacer pequeñas cosas todos tus amigos están trabajando, con su familia creada, y tú todavía no tienes trabajo. Nosotros también tenemos nuestras hipotecas y familia como todo el mundo, y si las cosas no acaban de salir y te ofrecen algo que no puedes rechazar, lo haces aunque no te vaya bien. Yo creo que no hay crisis de voces, pero posiblemente la gente no está dispuesta al sacrificio que esto conlleva.
- No hay muchos trabajos tan fascinantes como el suyo
- Al final esto es un trabajo, es bonito y vocacional pero un trabajo al fin. Lo que sucede es que nos apasiona. Esto no lo debería decir demasiado alto -risas-, pero la mayoría de las oportunidades que me ofrecen son tan apasionantes que yo pagaría por hacerlas. Este trabajo tiene muchísimas desventajas y cosas negativas, pero para quien le apasiona como a mí, pesan más las buenas que las malas.
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