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CRÍTICA: EL BARÍTONO DAVID MENÉNDEZ Y EL PIANISTA RUBÉN FERNÁNDEZ AGUIRRE RINDEN HOMENAJE A FÉLIX LAVILLA EN EL FILARMÓNICA DE OVIEDO. Por Rubén Martínez

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Autor: Rubén Martínez
17 de enero de 2013
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David Menéndez
 A LA MEMORIA DE FÉLIX LAVILLA
 
Teatro Filarmónica, 15 de enero de 2013. Sociedad Filarmónica de Oviedo. David Menéndez (barítono) - Rubén Fernández Aguirre (piano). Obras de Gounod, Guastavino, Alonso y Moreno Torroba.


      El recital ofrecido el martes suponía el primero de los conciertos programados por la Sociedad Filarmónica de Oviedo para el presente año. El modesto díptico en el que se recogían el programa y las biografías de los dos intérpretes no podía haber elegido mejor título para reflejar la esencia de lo presenciado ayer: DÚO. Así, los nombres de los protagonistas de la velada, el barítono asturiano David Menéndez y el pianista vasco Rubén Fernández Aguirre se anunciaban en la portada con el mismo tamaño de letra y sin hacer referencia al término tan habitualmente reservado a los pianistas como es el de "acompañante", sin duda algo que presagiaba la fabulosa sinergia que entre ambos artistas se pudo constatar durante todo el recital.
      Antes de empezar a hacer música ambos artistas quisieron dedicar la velada y rendir un humilde homenaje a la memoria del recientemente fallecido Félix Lavilla, maestro, inspiración y referencia absoluta de Rubén Fernández y que fue pareja artística y sentimental  durante 20 años de Teresa Berganza colaborando con los más insignes nombres de la lírica a nivel mundial durante su larga y fructífera carrera.
      En lo referente al contenido del programa es justo aplaudir la valentía de incluir en la primera parte del recital el ciclo de canciones de Charles Gounod, Biondina, obra muy poco habitual en el repertorio camerístico y de la que se puede apreciar su enorme calidad incluso en una primera escucha. Se trata de un ciclo de 12 canciones con texto en italiano de Giuseppe Zaffira publicadas en 1872 siendo la única ocasión en la que el maestro francés musicó textos en italiano y además lo hizo para la cuerda de tenor. David Menéndez incorporó estas composiciones a su repertorio por encargo del Teatro Arriaga de Bilbao, donde las interpretó en marzo del pasado año y, más recientemente, en Santiago de Compostela, hace menos de un mes, en una versión para barítono en la que se adaptó  la partitura originaria para tenor a su registro.
      Las canciones componen una narración completa, un ciclo que nos lleva inexorablemente a través del enamoramiento, la declaración, el noviazgo, la boda, la enfermedad y la muerte. Un gran complemento fue el impecable recitado de los textos traducidos al castellano, que sirvió como introducción a las mismas, por el tenor asturiano Jorge Rodríguez-Norton, alumno de David Menéndez y quién fue invitado a colaborar en este evento aprovechando su estancia en la capital asturiana debido a su participación en la producción de Don Carlo que está actualmente ensayando.

      La calidad artística de este ciclo es incuestionable y la evolución dramática de su escritura al tiempo que éste avanza alcanza niveles de calidad soberbia en "E le campane hanno suonato" , grandes cotas de emoción en la plegaria de "Ella è malata" y una absoluta desolación en "Ier fu mandata" cuya tessitura va descendiendo al mismo tiempo que se desmorona el ánimo del protagonista.
      David Menéndez lució la calidad de un instrumento privilegiado en extensión que es capaz de descender al registro grave con una riqueza de armónicos y una sonoridad plena que envidiarían muchos supuestos "bajos". Al mismo tiempo su centro es amplio, caudaloso y pleno, carente de artificio, y con un volumen tan generoso que le permite establecer diversas capas de medias voces por lo que la monotonía se ausenta totalmente en su discurso y la gama de dinámicas, sonoridades y matices se multiplica. Si a ello unimos una capacidad escénica que indudablemente se ha forjado sobre las tablas del escenario en su faceta artística "in costume" al margen del recital y el oratorio así como una variada e intencionada dicción el conjunto de activos ofrecidos por David Menéndez en sin duda muy completo, coherente y sin debilidades apreciables.
      No a menor nivel estuvo Rubén Fernández Aguirre en su cometido. Como es habitual en este artista podríamos afirmar que ofrece un espectáculo "paralelo" al del discurso puramente vocal. Tiene Rubén la extraña virtud de conseguir que el teclado frasee y respire con el cantante casi como si de una orquesta se tratase, convirtiendo al piano en un protagonista más, casi de carne y hueso, e indisociable del instrumento humano. Es más, el oyente es capaz de inferir el texto apenas  dirigiendo su mirada a Fernández Aguirre, tal es la expresividad de su técnica, de su gestualidad y del sonido que emerge de sus manos.
      En la segunda parte del recital, tras un breve descanso de apenas 10 minutos, se ofreció una selección de 6 canciones del compositor argentino Carlos Guastavino, pertenecientes al ciclo "De Flores Argentinas" cuya influencia romántica del XIX se refleja de forma evidente en sus partituras. Buena parte del público asistente para el que quizás la obra elegida para la primera parte les resultó demasiado "difícil" o "lejana" comenzó a animarse al escuchar obras en español pero el verdadero disfrute y complicidad se logró en cuanto llegó el turno a la zarzuela. Se alternó el orden de las romanzas incluidas en el programa oficial, ofreciéndose en primer lugar la Luisa Fernanda de Moreno Torroba (En una dehesa...Ay mi morena) lo que propició el agradecimiento caluroso del público quién ya comenzaba a tararear las melodías y a pedir a los artistas que se interpretasen más romanzas. Siguió la canción del gitano de La linda Tapada del maestro Alonso, (En la cárcel de Villa...) con la que se cerró el programa oficial.
      El público se había quedado con más ganas de música española y tenía la esperanza de oírla en el apartado de propinas. En la primera de ellas se ofreció "Lejos de ti", la canción del compositor mexicano Manuel Ponce que de hecho formaba parte de la segunda parte del programa del recital ofrecido el año pasado en el Teatro Arriaga por la misma pareja artística cuando debutaron el ciclo Biondina.  Pero lo que más fervor causó en la audiencia fue la segunda de las propinas ofrecidas, el canto a la sidra de la zarzuela asturiana de Moreno Torroba, Xuanón que además fue presentada en dos partes ya que ante el clamor de parte del respetable David Menéndez acometió la segunda estrofa de la romanza como tercera propina no sin antes reconocer públicamente ciertas dudas sobre si recordaría la letra, en un gesto más de complicidad con el público. En esos momentos la voz del barítono asturiano seguía intacta y a buen seguro habría ofrecido más bises de no tener buena parte del público asistente la acostumbrada prisa por "recogerse" que, lógicamente, enfría al artista por muy dispuesto que esté a seguir cantando, lo cual es más incomprensible considerando que el concierto dio comienzo puntualmente a las 19:45 h.
      Un placer contar con eventos musicales de este nivel y además coprotagonizados por un artista asturiano, en contra de algo tan habitual, desgraciadamente, como es el hecho de que "nadie" o "muy pocos" son profetas en su tierra. A David Menéndez se le podrá escuchar de nuevo en Oviedo, en el Auditorio Príncipe Felipe, dentro de apenas dos semanas, el próximo 1 de febrero, en la Sinfonía del Fuego de Ildebrando Pizzeti bajo la dirección de Marzio Conti.
Rubén Fernández Aguirre
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