Lugar: Auditorio de Oviedo. Fecha: 1 de junio de 2012. Ciclo: Temporada de abono de la OSPA.
DAVID LOCKINGTON: DISTINCIÓN BRITÁNICA
Todos los directores de orquesta tienen "su sonido", aunque no todos tienen un buen sonido. La sonoridad de una orquesta cambia según el director salvo que, como ocurrió en su momento con entidades como la Filarmónica de Berlín en la época de Karajan, la influencia del titular sea tan fuerte que siempre permanezca algo de su sonoridad. En Barcelona, por poner un ejemplo interesante, ya se está hablando del sugerente sonido que Pablo González ha conseguido extraer de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, por comparación con su anterior director artístico. La calidad del sonido de un director tiene que ver con varios aspectos. Desde luego, nunca será interesante sino se atiene, como mínimo, a ciertos criterios de calidad interpretativa y exigencia artística. Pero después está la mano del director, su estilo y gusto personal. En los últimos meses hemos visto interpretar en el Auditorio de Oviedo dos veces la "Segunda Sinfonía" de Brahms, obra de referencia en la Historia de la Música, que Ivan Fischer hizo sonar de una forma y David Lockington de otra, ambas sin duda interesantes, siendo muy diferentes. Creemos que el nombramiento de David Lockington como principal director invitado de la OSPA ha sido un acierto. Se trata de un interesante director de orquesta, distinguido, experimentado y exigente, que sabe extraer de los músicos de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias lo mejor de sí mismos. Desde luego, el sonido de la orquesta cuando él les dirige es mucho más estimulante que cuando se han puesto sobre la tarima otros de los directores que han pasado por su temporada en los dos últimos años. Lockington es un director que tiene muchas virtudes, y si de vez en cuando deja ver algún defecto, sobre todo de estilo -Recordemos su versión de la "Séptima" de Beethoven la temporada pasada-, lo cierto es que uno asiste a sus conciertos con la seguridad de ver sobre el escenario a un artista al que, de verdad, merece la pena prestar atención.
El penúltimo concierto de abono de la temporada de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias dio comienzo con el estreno en Europa del "Concierto para tuba y orquesta" de Samuel Jones, una obra bastante peculiar que, si no se puede decir que sea una obra maestra, sí está bien escrita. Lo cierto es que es muy difícil componer este tipo de obras para instrumentos con sonoridades tan extremas. La tuba es especialmente difícil, por su complejidad técnica y sus condiciones sonoras. Sobre estos presupuestos, el tubista David Moen realizó un gran trabajo interpretativo, templado, virtuoso y, hasta cierto punto, refinado. El trabajo realizado por Lockington y la OSPA en el acompañamiento fue serio y expeditivo.
La segunda parte sin duda resultó más atractiva, por la obra y la versión. Y es aquí donde conviene explayarse un poco en el atractivo y distinguido estilo del director británico. David Lockington se suma al grupo de directores respetuosos con el sentido de la partitura, pero no desde un punto de vista rutinario o insípido, sino llevado por un alto sentido de la profesionalidad y exigencia sonora. Su versión cuidó con mimo aspectos técnicos como la precisión, el fraseo y el equilibrio sonoro, siempre dentro de una gran naturalidad . La factura general de la "Segunda Sinfonía" de Brahms resultó notable, siendo como es una obra muy difícil de tocar bien. El arco general de la pieza respiró un cierto aire de distinción muy agradable y, si bien es cierto que también se hubiera agradecido un mayor peso sonoro en general e incluso unas articulaciones melódicas más marcadas y personales, el resultado siempre resultó convincente, incluso brillante en muchos momentos.
Compartir
Aviso: el comentario no será publicado hasta que no sea validado.