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Crítica: El tenor David Alegret debuta en el Palau de la Música

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Autor: Sílvia Pujalte
17 de febrero de 2015

LUZ (SÓLO) MEDITERRÁNEA

Por Silvia Pujalte
12/2/2015. Barcelona. Palau de la Música Catalana. Obras de Schumann, Sabaté y Toldrà. David Alegret y Rubén Fernández Aguirre.

   Hay recitales de los que decimos que han sido irregulares, porque no todos los grupos de canciones han estado a la misma altura; de otros decimos que han ido de menos a más, quizá el cantante comienza algo tenso y unas pocas canciones después ya se ha relajado y canta sin tropiezos. Del recital del pasado jueves en el Palau podríamos decir que fue irregular y fue de menos a más pero sería más preciso decir que, extrañamente, fue como si hubiéramos asistido a dos recitales diferentes. Y diría que la culpa fue del atril.

   Había escuchado a David Alegret por primera vez cantando canción hace un par de años en un recital compartido con otros cantantes y la impresión fue buena, demostró ser un tenor expresivo y muy musical. El interés por escucharlo en su debut en el Palau de la Música Catalana con un recital completo era grande y Dichterliebe, el ciclo con el que comenzó, es un imán para muchísimos aficionados entre los que me incluyo. Pero, ay! el Dichterliebe de Alegret y Fernández Aguirre no funcionó como lo podría haber hecho. Por parte del cantante fue disciplinado pero poco expresivo: el fraseo era correcto y los reguladores estaban donde tocaban pero parecían más fruto de las indicaciones de la partitura (que, evidentemente, están allí por algo) que de la necesidad expresiva del intérprete. Tampoco la voz terminó de responder, los agudos sonaron forzados y los graves poco audibles. La visión musical del ciclo por parte del pianista fue muy diferente a la de Alegret, mucho más enérgica, histriónica en algunos momentos, y en general los dos artistas no se entendieron. Pero cuando se entendieron, y esto pasó en Hör'ich das Liedchen klingen, la interpretación de ambos fue redonda; merecerá la pena volver a escuchar a David Alegret cantando este ciclo más adelante, porque la canción mencionada y otros buenos detalles aquí y allá hacen pensar que sólo es cuestión de tiempo que su interpretación alcance un nivel alto.

   La segunda parte del recital comenzó con tres canciones de Jordi Sabaté sobre poemas de J. Sebastián Pons; desconozco si era un estreno porque que el programa de mano no hablaba de ellas pero para mí sí eran nuevas y muy atractivas en una primera audición; para el cantante son exigentes, con algunas frases muy largas y agudos en pianissimo, que David Alegret interpretó con valentía y resolvió con corrección.

   Después de esta obra llegaron las canciones de Toldrà y comenzaba el segundo concierto, quizás sea el momento de hablar del atril. A veces los cantantes tienen el atril con las partituras cerca en el escenario y ni lo miran; a veces, como fue el caso de David Alegret con las canciones de Schumann y Sabatés, lo utilizan. Y cuando un cantante necesita la partitura, dejando de lado que esto interrumpe la comunicación con el público, puede indicar que las obras no están suficientemente interiorizadas, y si no están suficientemente interiorizadas será difícil comunicarlas con la expresividad que demanden. Para las canciones de Toldrà ya no había ni rastro del atril en el escenario y el cantante se transformó; quizá no hay una relación directa pero el detalle llamaba la atención.

   La interpretación que hizo David Alegret de las canciones de Toldrà fue excelente. La voz se liberó y sonó luminosa, segura en toda su extensión, los agudos bien timbrados y emitidos con facilidad. El tenor cantó con mucha expresividad y con todos los matices que no habíamos oído antes; además ahora sí hubo buen entendimiento con Rubén Fernández Aguirre. Festeig, la primera de las canciones que interpretaron, es una gran canción con poema de Joan Maragall que lució espléndida, como lo hizo la encantadora Camins de fada. Pero seguramente los dos momentos más emotivos de la noche fueron la Cançó del comiat, como la anterior con poema de Tomás Garcés, y, ya como propina, una espléndida versión de El cant dels ocells. Por este camino David Alegret puede ser un muy buen cantante de lied.

Fotografía: Joan Tomàs / Fidelio Artist

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