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Crítica: Daniele Gatti y la Filarmónica de Viena en Ibermúsica

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Autor: Raúl Chamorro Mena
2 de octubre de 2024

Crítica de Raúl Chamorro Mena del concierto ofrecido por la Orquesta Filarmónica de Viena en Ibermúsica, bajo la dirección de Daniele Gatti

Daniele Gatti y la Filarmónica de Viena en Ibermúsica

La esplendorosa solera de la Filarmónica de Viena

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 1-X-2024. Auditorio Nacional. Ciclo Ibermúsica. Apollon Musagète-Apolo conductor de las musas (Igor Stravinsky). Sinfonía núm. 10, op. 93 (Dmitri Shostakóvich).  Wiener philarmoniker-Orquesta Filarmónica de Viena. Dirección: Daniele Gatti. 

   Brillantísima apertura del ciclo Ibermúsica 2024-25 -siempre admirable, pero que esta temporada se presenta especialmente sugestivo- con una de las orquestas más excelsas y prestigiosas del mundo, desde su fundación allá por 1842 por Otto Nicolai, la Filarmónica de Viena

   Junto a su principal cometido, que es ocupar el foso de la Ópera Estatal de Viena, la insigne agrupación, con un sistema organizativo de autogestión por parte de los músicos, ofrece un ciclo de conciertos anual en la sala dorada del Musikverein, entre ellos el célebre concierto de año nuevo, además de abordar diversas giras y grabaciones, muchas ya legendarias, con las que cimenta la admiración que atesora entre los melómanos del planeta.  

   40 años después de su presentación en Ibermúsica, bajo la dirección,nada menos, que de Leonard Bernstein, la Filarmónica de Viena, como principio de una gira que le llevará también –dentro de nuestro país-  a Zaragoza y Barcelona, abrió la temporada con el Auditorio Nacional totalmente lleno y el italiano Daniele Gatti en el podio. La Ópera de Viena sí tiene su titular, actualmente Philip Jordan, pero la Filarmónica trabaja con directores invitados, con los que mantiene una especial relación artística. 

Daniele Gatti y la Filarmónica de Viena en Ibermúsica

   Después de un Simon Boccanegra en Viena y un Don Carlo en la Scala milanesa, hace ya años, me reencontré con un Gatti maduro, lúcido y clarividente. 

   El milanés ofició una primorosa evocación neoclásica en la suite del ballet de Stravinsky Apollon musagète, primera colaboración el músico con el coreógrafo George Balanchine, estrenado en 1928 en el Teatro Sarah Bernhardt de París por los ballets rusos de Diaghilev. Con fascinante orquestación sólo para cuerda, la orquesta recogió su habitual sonido suntuoso en un bellísimo, transparente y luminoso delicatessen camerístico. Seda pura, prodigioso refinamiento tímbrico, entre los que emergió el magnífico violín de la concertino Albena Danailova, espléndida en todas sus intervenciones. Gatti, de gesto claro, pero sobrio, organizó y planteó dinámicas con los innegociables equilibrio y proporciones. 

   En la segunda parte del concierto se programó la Décima sinfonía de Shostakovich, creada una vez fallecido el tirano Stalin y con la inquietud aún enroscada en el alma del gran músico. Importantes contrastes recorren la composición, desde la oscura opresión del primer movimiento, la ironía siempre presente, el júbilo y hasta un tercer movimiento dedicado a sí mismo. 

   La orquesta Filarmónica de Viena ya en amplia formación lució en todo su esplendor su suntuoso y singular sonido. Vigoroso, compacto, plateado, de gran pulimiento tímbrico con una cuerda -capitaneada por Albena Danailova, que volvió a lucirse en sus intervenciones- empastadísima, brillante, tersa, unas maderas sobresalientes –clarinete, fagot, oboe, flauta piccolo- y unos metales espléndidos, segurísimos. 

   Excelsa la cuerda grave en el inicio, lóbrego y sombrío, del larguísimo y monumental primer movimiento, con un Gatti como clarividente organizador, que graduó estupendamente la intensidad y progresión emotiva que va apoderándose de este capítulo. Se pudieron echar de menos acentos más intensos y clímax más exaltados, pero la interpretación del director italiano estuvo presidida por la mesura, sin excesos, pero con los contrastes siempre presentes, primando la extraordinaria construcción, la claridad de exposición, las bien perfiladas transiciones y el fascinante sonido de la Filarmónica de Viena. 

Daniele Gatti y la Filarmónica de Viena en Ibermúsica

   Realmente trepidante el expeditivo scherzo, enérgico, impetuoso en apabullante exhibición de la orquesta. Espléndidamente articulado el tercer movimiento en el que el sarcasmo y la inquietud se dan de la mano para desembocar en el jubiloso y radiante –siempre con la sensación de que son sólo aparentes como describe la cuerda grave en el andante previo en el que vuelve la desolación- último movimiento, con una rutilante exhibición de virtuosimo por parte de los Wiener.

   Rotundo éxito con ovaciones y vítores del público que obtuvo como propina la demasiado trillada como regalo, Danza húngara nº 5 de Johannes Brahms, de rítmica arrolladora y apabullante sonido. 

Fotos: Rafa Martín / Ibermúsica

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