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CRÍTICA: GILBERT VARGA DIRIGE EL CUARTO CONCIERTO DE ABONO DE LA OSPA, CON LA VIOLINISTA SUYOEN KIM COMO ESTRELLA INVITADA

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Autor: Aurelio M. Seco
17 de noviembre de 2012
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Foto cortesía de la OSPA

Oviedo. Auditorio Príncipe Felipe. 16/11/12. Cuarto concierto de abono de la OSPA. Director; Gilbert Varga. Violinista: Suyoen Kim. Obras de Beethoven y Dvorak.

RIGOR VARGA

      Magnífico el concierto ofrecido el viernes por la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo. Para la ocasión, el cuarto concierto de abono, se contó con dos interesantes intérpretes, el director británico Gilbert Varga y la violinista alemana de ascendencia coreana Suyoen Kim, dos artistas de gran talento y calidad  interpretativa. Gilbert Varga es un maestro ya consagrado, de gran experiencia. Hijo del gran violinista Tibor Varga  y él mismo violinista de talento, tuvo que abandonar su trayectoria como solista por un accidente que le llevó a dejar el violín y aprender a coger la batuta, nada menos que de la mano de dos de los más grandes directores de la Historia: Sergiu Celibidache, el maestro de la ‘fenomenología' y Franco Ferrara, uno de los músicos más enigmáticos y fascinantes que han existido.
      Varga destila esta sabiduría técnica por los cuatro costados, y un carácter y rigor musical que hoy en día es de agradecer. Pero él no fue la única estrella que brilló en la noche de Vetusta. Suyoen Kim ofreció una resplandeciente versión del "Concierto para violín en re mayor, op. 61" de Beethoven. A la luz de su Stradivarius "exCroall", la violinista dio una auténtica lección de refinamiento sonoro, dentro de un estilo bastante personal, que clarificó la expresión un tanto adusta de Beethoven con el luminoso encanto de lo exótico. Varga acompañó con mimo, convirtiendo a la OSPA en un plácido y cómodo colchón para la solista, que recibió una gran ovación por parte del público. El respeto del director por la versión llegó a atenuar demasiado en algunos momentos la sonoridad de la orquesta, pero lo cierto es que este tipo de perspectiva, muy lejos de la habitual vulgaridad con que los directores suelen acompañar, resultó muy agradable de oír. Para la segunda parte se dejó una obra maestra, la "Sinfonía nº 7" de Dvorak, que Gilbert Varga dibujó con gran personalidad, vigor, honestidad y un respeto absoluto por la obra del compositor checo. Una versión soberbia sin duda, llena de carácter, claridad de ideas y un rigor técnico y estilístico que la OSPA y el público supieron agradecer con una gran ovación.

 

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