Crítica: El Cuarteto Granada interpreta obras de Shostakovich en Málaga

DESAFIO DSCH

Por Alejandro Fernández
Málaga. 23/I/16.  Sala María Cristina. Cuarteto Granada. Cuarteto Granada: Mario Navas, violín I, Emilia Ferriz, violín II, Manuel Moreno, viola y Jeremías Sanz, violonchelo. Cuarteto nº 2 en la mayor , op. 68 y Cuarteto nº 8 en do menor, op. 110 de Shostakovich

Muchos nos admiramos, no sin razón, de la belleza de esas grandes salas de concierto europeas y olvidamos, de alguna forma, el patrimonio que tenemos pendiente por descubrir y poner en valor. Málaga, al sur, y donde pocos los imaginarían parió un milagro para la música que es la Sala María Cristina, el escenario del antiguo conservatorio de música, el espacio que viene relatando lo mejor de la música desde mediados del siglo XIX. Las pinturas de Martínez de la Vega, Denis Belgrano o Nogales revisten de monumentalidad una acústica privilegiada en la que conviven estilos y formas sin alterar la emisión. De este modo, el Mozart de la Júpiter convive con los Cuartetos de Arriaga, la Iberia de Álbeniz o la voz de Carlos Álvarez. Como no podía ser de otra forma es la protagonista de un gran proyecto que el sábado pasado comenzó su singladura, nos referimos a la lectura, espaciada, de la integral de los Cuartetos de cuerda de Shostakovich, de la mano del Cuarteto Granada, algo que no sucedía en España desde 2001 en la Fundación Juan March de Madrid

   Con treinta y dos años Shostakovich, guiado de la mano de Beethoven y Haydn o el propio Tchaikovsky, inició lo que con el tiempo se convertiría en el reflejo de toda una vida: sus cuartetos de cámara. Obra que irá evolucionando en un discurso personal y comprometido, dadas las difíciles circunstancias en las que se desarrolló toda su carrera como compositor. Quizás esta dificultad añadida sea la clave para comprender un legado musical que se desliza sobre dos planos y donde la forma ocupa siempre un lugar privilegiado tal y como se observa en los primeros trabajos para el cojunto clásico de cuerdas, en concreto en el Cuarteto en la mayor. Sus cuatro movimientos conforman un discurso muy vinculado al carácter autobiográfico del compositor. A pesar de las influencias, la partitura descubre un equilibrio de potencias entre los instrumentos. Frente a las tensiones del op.110, focaliza la atención en dinámicas oscilantes entre los extremos fortísimo y débil para conseguir un color concertante, ese tono sinfónico tan descarado en el octavo.

   La segunda parte la ocupó el Cuarteto en do menor, el octavo de la integral y más divulgado de todos. En la pureza de sus hechuras, nuevamente se tejen los latidos de su creador, que juega con el motivo de su acrónimo e incluso se atreve a citar su propio trabajo. El resultado es una página de excepcional valor interpretada en un solo motivo o quizás sea mejor hablar de tiempos enlazados, una sucesión más plegada al discurso interno de la partitura que la forma, diluida en momentos como la gran fuga, en contraste con el vals del allegreto o la inquietante nota mantenida por el primer violín del primer largo.

   El Cuarteto Granada se distingue por la solvencia y el cuidado que imprimen a sus trabajos. Resalta en éll un sonido que busca la originalidad desde el profundo respeto técnico pero también interpretativo. Prueba de ello fue el recitativo del op. 68, un desafio a la capacidad de mantener la tensión dramática sobre una arquitectura sonora sobria, despejada, que se pierde en el horizonte. Algo parecido sucede en el largo final del número ocho. Granada conseguió desdibujar las notas de ese puñado de compases en un océano de silencio que poco a poco parece que lo va enguyendo en una especie de fundido en negro cinematográfico que Shostakovich conocía perfectamente.

   Brillántísimo concierto el ofrecido por el Cuarteto Granada. Estén atentos a su agenda porque en junio vuelven y tenemos una cita ineludible con estos cuatro músicos.