Crítica del concierto ofrecido por el Cuarteto Casals en el Museo Picasso de Málaga, con El arte de la fuga de Bach en el programa
Culmen del contrapunto musical
Por José Antonio Cantón
Málaga, 01-X-2024. Auditorio Christine Ruiz-Picasso (Museo Picasso Málaga). Cuarteto Casals. Obra: El arte de la fuga, BWV 1080 de Johann Sebastian Bach.
La segunda cita del décimo octavo Ciclo de Conciertos de Cámara del Auditorio del Museo Picasso Málaga ha contado con la presencia de una de las formaciones españolas más relevantes en la interpretación de este género musical como es el Cuarteto Casals, ofreciendo una de las obras monumentales del repertorio bachiano cual es El arte de la fuga, verdadera exégesis de la evolución del contrapunto a lo largo de lustros en Europa así como durante varios decenios en la producción del gran músico sajón, culmen de la creación musical del periodo barroco. Se trata de una colección de movimientos fugados sin un orden definido de presentación e instrumentación que el autor nunca completó desde que iniciara su composición a principios de la década de 1740 hasta el final de sus días, y que el Cuarteto Casals ha ordenado según el grado de complejidad siguiendo el criterio del profesor Christoph Wolff, prestigioso musicólogo alemán y especialista en Bach, lo que ha permitido disfrutar, al límite de la comprensión del oyente, de la riqueza de sus pentagramas, que la sitúan entre las obras instrumentales más apasionantes que existen, en la que se resumen todas las técnicas de composición de las que hizo gala el autor.
Desde la presentación del tema que la justifica y anima, el Cuarteto Casals, poco a poco, fue revelando esa potencia superior que la distingue entre las más destacas piezas del repertorio de cámara como referente absoluto tanto en cuanto a pensamiento musical como a la forma que requiere su expresión, desde el liderazgo en calidad de primer violín de Abel Tomás, interiorizando el discurso de conjunto prácticamente memorizado en su más mínimo detalle. Secundado por la violinista Vera Martínez-Mehner, ésta asumió una instintiva y a la vez determinante función de enlace predisponiendo al coloquio musical suscitado en el contrapunctus que abre la obra, manteniéndose un mismo grado de planteamiento en los tres siguientes dispuestos en un orden que llegaba a ser percibido como un corpus próximo al cuarteto clásico de cuatro movimientos. El inmediato contraste que siguió con un movimiento opuesto puso de manifiesto el nivel de exigencia que requiere esta obra en los intérpretes, que han de convertirse en cooperadores necesarios del acto creativo situándoles en un nivel de esencial convicción estética en su exposición, pudiéndose apreciar la magnífica integración de la violista Cristina Cordero, que ha sustituido en el grupo al norteamericano Jonathan Brown, espléndido músico que ha formado parte del Cuarteto Casals durante veintidós años.
Esta intérprete madrileña tiene la virtud natural de comprender cómo las distintas voces encajan entre sí, cuál es el papel de cada una de ellas en un momento dado y la manera de integrar con espontánea naturalidad el sonido de su instrumento en la estructura armónica y melódica del discurso de cada pieza. En este sentido hay que entender que su incorporación al Cuarteto Casals ha significado toda una continuidad de la dilatada experiencia de Brown, que fue uno de sus maestros en algún momento de su carrera. Desde su violonchelo, Arnau Tomás mantuvo ese don de sustentar armónicamente al cuarteto, distinguiéndose por su exquisito tratamiento de las modulaciones y el carácter sereno meditativo que desprende el sonido de su instrumento incluso en momentos de mayor densidad dramática.
Las cualidades de cada uno de los músicos y su homogeneidad de criterio permitieron que El Arte de la fuga no fuera percibido como una obra fría carente de interés emotivo, sino que sonó de tal modo que permitía experimentar al oyente el intenso trabajo que supuso la elaboración del riguroso y solemne orden arquitectónico que contiene. La belleza musical que se desprendía del Cuarteto Casals fue más allá de una magnífica recreación al uso, situándose en todo un ejercicio cuasi matemático de sonante idealismo ilustrado aplicado a la forma de variación temática en su más alto sentido, con el que su escucha se convierte en una singular experiencia para los amantes de la música al incorporar a su recreación espontánea esas secretas formas expresivas que sólo aparecen en un rapto de fluida musicalidad. Sin duda esta actuación engrandece a las muy interesantes actividades culturales paralelas del Museo Picasso Málaga, en este caso y como viene siendo habitual, con la colaboración de la Orquesta Filarmónica de Málaga, llegando a consolidarse como un referente imprescindible de la vida musical de la «ciudad del paraíso», como dejó reflejado Vicente Aleixandre en su admirado poema del mismo nombre dedicado a la urbe malacitana.
Foto: Pablo Studio
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