Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid. 23-XI-2020. Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. XXXI Premio Jóvenes Compositores de la Fundación SGAE/CNDM. Grupo Enigma. Director: Asier Puga. Ad petendam pluviam de Juan Delgado Serrano, Desintegrated Strata de Llum Martín, La forma de las estrellas de Alejandro Cano Palomo y Deconstrucción de un referente de Pilar Miralles.
El Premio Jóvenes Compositores de la Fundación SGAE-CNDM supone uno de los momentos más interesantes de la temporada para aquellos a los que nos gusta conocer la rabiosa actualidad de la composición contemporánea.
Esta edición, la 31.ª y la 3.ª que cubro para CODALARIO destaca por mostrar cuatro piezas muy diferentes, cada una con sus influencias y con su propia personalidad y, eso sí es común a todas, con una amplia variedad de recursos compositivos que dejan clara la imaginación y el talento de nuestros jóvenes compositores.
Comenzó la velada con la obra de Juan Delgado Serrano Ad petendam pluviam. Una recreación paisajística de la sequía en el yermo que a veces supone el territorio que ahora se conoce como «España vaciada». Al crujir de hojas secas que usó el percusionista como un instrumento más, se le añadieron los quejidos de los vientos que poco a poco iban siendo más atrevidos hasta que en el piano y en la percusión se empezó a desarrollar un bajo ostinato que indicaba que la pieza llegaba a su culmen. Un trueno recreado por la percusión al que inmediatamente se unieron pizzicati y repiqueteo de llaves de los instrumentos de viento indicaba que la lluvia retornaba, poniendo fin a la obra. El Grupo Enigma hizo un trabajo magistral, guiados por un impecable Asier Puga que supo indicar con precisión a los instrumentistas cada entrada, cada detalle, para que esta compleja pieza fuese representada de la forma más perfecta posible. Sin duda lo consiguieron, ya que Juan Delgado Serrano se alzó en lo alto del podio. Su imaginación, su capacidad para encontrar y desarrollar nuevos recursos compositivos... sin duda lo merece. A mí, me faltó algo, me faltó música. Está muy bien crear un paisaje sonoro y es sumamente difícil hacerlo con tanta precisión como lo logró Delgado Serrano, pero, ¿puede ser considerado el paisajismo música? ¿Puede ser música el conjunto de sonidos que escuchamos durante un paseo al campo? Y, por último, ¿es arte la recreación exacta de nuestro entorno? Piénsenlo bien, cualquier respuesta puede ser tan correcta como equivocada.
La velada continuó con la obra de la compositora más novel, Llum Martín, quién, con tan solo veinte años, ofrece Disintegrated Strata. Esta obra en la que me gustaría destacar la calidad de la orquestación, me parece que muestra reminiscencias, precisamente, de un compositor italiano, Luciano Berio, en cuanto a la distorsión de elementos tonales. Su tercer puesto me supo a poco. Pero por los rumores que pude escuchar, parece que el jurado penalizó el que se notasen influencias de otros compositores. Alguien debería advertirles de que, en contra de lo que establece la postmodernidad, en la historia de la música no hay ruptura, sino evolución.
Esta decisión de los jueces también explica la cuarta posición a la que relegaron la obra de Pilar Miralles: Deconstrucción de un referente. En ella podemos escuchar un material melódico muy bien utilizado y referencias claras a la Sinfonía n.º 7, «Leningrado» de Dimitri Shostakovich. El uso de la percusión y las texturas que Miralles genera son realmente geniales y se deben a un dominio magistral de la instrumentación del que la almeriense ya hizo gala en la anterior edición de este concurso en la que obtuvo el segundo premio.
Por último, la obra de Alejandro Cano Palomo, La forma de las estrellas, mira hacia el minimalismo. Él mismo advierte de que toda la obra se basa en dos motivos que se van transformando. Esto se puede constatar auditivamente tan solo hasta cierto punto, sin embargo, es interesante la variedad de recursos que el compositor muestra.
Queda constatado en este concurso, pues, la enorme variedad de estilos de la que, no sólo hacen gala, sino que dominan los jóvenes compositores españoles. Si bien, siempre me quejaré de la falta de ese «componente español» que pienso que la Fundación SGAE debería introducir en las bases del concurso. Quizás para la próxima.
Fotografías: Luis Camacho/Fundación SGAE.
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